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Cassandra notó que la princesa estaba callada, arrastrando los pies con tristeza ante la situación que acababan de vivir. La mujer suspiró, ella misma se sentía destrozada, no podía imaginar cómo estaba sintiéndose Ariadna, una vida entera de no ver a su padre y, justo cuando tuvo la oportunidad de conocerlo, todo tenía que terminar de manera tan catastrófica. La joven cerró los ojos y tomó a la niña de la mano, pensando cómo podría levantarle el ánimo. Complicado para alguien como ella, pero finalmente se le ocurrió algo.

- Oye Aria, ¿quieres jugar un juego?

- ¿Un juego? – Preguntó la niña curiosa. Salvo su madre, nunca nadie la invitaba a jugar.

- Así es, cada uno dice una palabra que inicie con una letra del abecedario. Por ejemplo, a mí me toca la A, así que digo Ariadna, a Varian le tocaría la B y diría... - Dio un espacio para que el chico responda.

- Bananas – Dijo, divertido tratando de seguir el juego con palabras sencillas.

- Y entonces a ti te toca la C y dices...

- ¡Cassandra! – La princesita soltó una risita, y abrazó a la mayor. La mujer rio y abrazó a la niña de regreso.

- ¡Exacto! ¡Sigo yo! D, Diamante.

- E, Elegante – Continuó el alquimista.

- Falso – Soltó la princesa mientras avanzaban por un pasillo repleto de bolas de cristal. Todas estaban fracturadas. Cassandra suspiró.

- Guardia – Dijo ella pensando.

- Hierro – Dijo Varian casi instantáneamente.

Mientras jugaban, avanzaban por un enorme pasillo, largo hasta donde se podía ver, casi interminable.

- Isla... – Dijo la pequeña en tono soñador.

- ¿Te gustan las islas? – El notó el tono de la pequeña. -Yo he visto varias.

- ¿Así que lo de piratas no era broma?

- Por supuesto que no, yo sé navegar. Puedo llevarlas un día - dijo sin darse cuenta lo que decía.

- ¡Ohhh! - Los ojos de Ariadna brillaron. - Más que islas, lo que quiero ver es el mar – La princesa suspiró. -Mamá siempre decía que era maravilloso. Que podía transmitir inmensa calma y de un momento a otro desatar toda su ira. – Dijo y miró a Varian. "Igual que tus ojos" Pensó.

- Pues un día conocerás el mar.

- ¿Oíste, Aria? Un día tu Tío Varian te llevará a navegar - Dijo y soltó una carcajada. Varian abrió los ojos ante la palabra que usó.

- ¿Tío? – Repitió confundido. Ariadna se sonrojó cual tomate.

- La verdad, Varian... Tú me haces pensar en Helios, en como hubiese sido de haber vivido.

- ¿Yo? – El joven se sobresaltó y sus mejillas tomaron un ligero tono carmín. - ¿Cómo tu hermano? ¿Por qué?

- Yo creo, que él hubiera sido como tú. Amable, Inteligente y Realmente Valiente.

- Tú... ¿En serio crees que soy así? - Dijo un poco atontado por las palabras de la pequeña. Eso se había sentido realmente bien.

- ¡Si! - Dijo la princesa muy segura de sus palabras, y abrazó con fuerza al alquimista.

- Awww! - Exclamó Cassandra viendo la escena. -Dicen que cuando un niño te quiere de esa forma es porque eres una buena persona.

Varian no sabía qué decir o cómo reaccionar. Su corazón se sentía cálido y feliz. La pequeña soltó a Varian y regresó al lado de Cassandra. Varian las veía desde atrás. El joven llevó su mano a su pecho y sonrió. Esas palabras habían sido tan dulces, tan cálidas. Hacía años que no se sentía de esa forma. Era una sensación única. "Amable" "Buena Persona" Esas palabras le habían gustado.

Golden PrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora