Le prendí fuego a la lluvia

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Hoy es el gran día.

Camino de un lugar a otro, inquieta y nerviosa. Puedo sentir cómo la adrenalina corre por mi cuerpo y mi corazón galopa como un caballo salvaje abriéndose paso entre las llamas del infierno. Las manos me sudan y unas fuertes ganas de orinar me hacen ir al baño a cada segundo. Llevo semanas preparándome y ahora es el momento. Deseo con todo mi corazón ganar la beca, ir a la academia de música en Londres y cumplir el sueño de mi madre.

Es la gran noche, mi noche.

Espero brillar y cerrarle de una vez por todas la boca a Kauffmann. Mi pecho sube y baja. Cada respiración es más profunda que la anterior, junto con el nudo que siento en el estómago, que no me ayuda de mucho. Decido sentarme en el único sofá que hay en la habitación, pero no llego bien a sentarme, cuando me levanto como si fuera un resorte. Trago saliva con nervios e inspiro profundo. Tomo entre mis manos los panfletos que explican el origen de la beca y la historia de este lugar. Me inclino a leer la historia de la Antigua Casa de Ópera; se remota a finales del siglo XIX. En octubre de 1880 el edificio fue construido, se seguían los planos del arquitecto berlinés Richard Lucae. La apertura se celebró con don Giovanni de Mozart.

Después de la destrucción al final de la Segunda Guerra Mundial, la gente de Frankfurt proporcionó un ejemplo de apreciación cívica y sobre cómo lidiar con el patrimonio histórico. Gracias a las protestas cívicas y las generosas donaciones, el edificio representativo de la era Wilhelminiana, que había sido bombardeado hasta los muros de sus cimientos, fue reconstruido fielmente al original. Tuvieron que pasar casi cuatro décadas hasta que la llamada ruina más bella de Alemania, recibió su magnífica fachada y el interior se convirtió en una moderna sala de conciertos, que se reabrió, con solemnidad, el 28 de agosto de 1981. Desde entonces, alrededor de trescientos conciertos y eventos al año, han atraído a muchos visitantes a sus salas. Cada año, alrededor de cuarenta congresos, aniversarios de empresas, recepciones, presentaciones y noches de gala glamorosas como el Opera Ball, se llevan a cabo en sus salones y salones representativos.

El concurso para ganar la beca Perlman se llevará a cabo en el Gran Salón, con unos 2450 asientos. Famoso por su excelente acústico y equipado en caoba. El Mozart Hall con 720 asientos está disponible como escenario adicional.

Unos toques en la puerta interrumpen mi lectura. Cuando abro la puerta, me encuentro con la persona que, en todo el resto del día de ayer, me dediqué a ignorar.

Wrathly.

Lo miro sin decir que esta boca es mía.

—¿Puedo pasar?

—Supongo que sí. —Hago lo posible por parecer muy informal.

Espero que Akos lo encamine hasta el sofá. Cuando estamos solos, me siento en el extremo del sillón. Lo contemplo con escepticismo.

—Por lo que veo... —Sujeto mi cabeza entre mis manos, con los codos en las rodillas—. Vas a participar. —Me responde con un gesto de la cabeza—. ¿Por qué? —Aprieto los dientes—. Creía que ya habíamos hablado de eso.

El silencio cae sobre nosotros. No hace falta que añada más, al final, como hijo de los organizadores, saldrá como el ganador mientras que los demás, incluida yo, nos iremos a nuestras casas como los perdedores, pensando que nuestro mejor esfuerzo no valió de nada porque Wrathly nos superó a todos.

—¡Eres un puto fraude! —Exploto, me arde la garganta. Estoy casi segura de que tengo la cara roja por la frustración—. ¡Al igual que esta competición!

—¿Puedes desconectar el modo drama y escucharme durante un minuto? —Bufa por la nariz.

—Si ganas, voy a denunciarlos. —Me levanto para quedar frente a él—. Esta competición está amañada, y no pienso consentirlo.

Soldat Donde viven las historias. Descúbrelo ahora