Capitulo 5

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Había pasado una semana desde que se desmanteló por completo el orfanato aquel. Una semana desde que a su hogar habían llegado dos hermosos niños. Una semana en la que los cuatro estuvieron acomodando sus papeles en esa nueva familia.

El que más rápido había encontrado su lugar fue Richard. Él tenía en claro que era el "hombre de la casa", que era el papá y el que estaba a cargo.

Contario a lo que pareciera, Sophia estaba más que insegura. Ella, quien no veía la hora de tener a los dos niños entre sus brazos ahora se encontraba en un limbo... no, peor aún, en la cuerda floja. Su charla con Fred el primer día le dieron la calma que el chico necesitaba, pero a ella la descuadró.

-No quiero reemplazar a tu madre.- Había dicho y ahora esa oración retumbaba en su cabeza cada vez que quería actuar.- ...puedo ser tu amiga, tu compañera...- ¡Uff! No, no podía, no sabía serlo.

Estaba en una cornisa. Los papeles de adopción estaban en marcha, el niño, por tener diecisiete años, fue entrevistado y dijo que quería vivir con ellos, que quería ser adoptado...

¿Sería legalmente su madre pero dentro de casa su amiga? ¿Como era eso? ¿Como hacía eso?

Por otro lado, Frederick se sentía en el paraíso. Todo eran mimos, besos y cuidados tanto para él como para su hermana. Cuando le preguntaron si quería vivir con ellos no lo pensó dos veces para dar una respuesta afirmativa.

Entre sus brazos se sentía protegido, algo que no había ocurrido nunca en su vida, ni siquiera con su propia madre.

Estaba acostumbrado a ser el defensor de Alex, el que estaba al mando, el que debía ser fuerte... ahora solo debía ocuparse de ser un niño, de dejarse cuidar y aunque le encantaba la idea habían momentos donde no podía ir contra su naturaleza independiente, mucho más cuando se trataba de Alex, quien se había adaptado de manera fascinante a ser tratada como la Princesa Marie Alexandra Clermont de Gales, que es como la nombró Richard al momento de hacer oficial el reconocimiento.

-Vamos, niños, a comer.- ordenó Richard entrando al cuarto de Frederick donde sus dos peques estaban jugando.

-Papi.- la niña saltó a sus brazos y le llenó de besos. Estaba perdida en los ojos azules de su papá y en como brillaban estos al momento en el que ella le decía aquella hermosa palabra.

-Hey, mi princesa.- le devolvió el beso a la nena y luego la dejó en el suelo.- Ve con mamá, hoy almorzaremos en el jardín.- no terminó de decirlo cuando Alex ya bajaba las escaleras corriendo.- Sin correr, hijita... Vamos, campeón.- le animó a Fred, quien se había quedado quieto en su lugar y en total silencio, como cada vez que su hermana decía "mamá" o "papá".

-¿Qué hay para comer?- fue lo único que dijo, acercándose a Richard para ser abrazado por los hombros.

-Carne asada.- fue la simple y evasiva respuesta del príncipe.

Durante esa última semana, Fred había sido una lucha constante a la hora de la comida. Al chico simplemente se le iba el apetito. Estaba acostumbrado a no comer por días, o comer una miseria a los ojos de cualquiera, su estomago no estaba preparado para comer todo lo que esa gente le ponía en el plato... no entendía como su hermanita podía hacerlo.

-Ah.- dijo, y miró a Richard con carita de cervatillo asustado. Como diciendo "No me obligues a comer todo".

-Si, cariño, vas a comerte todo lo que esté en el plato.- tras el bufido del adolescente solo dijo:- Tus exámenes salieron pésimos, Fred. Muy preocupantes. Tienes muy por debajo el hierro, al punto de una pre anemia... no quieres las vacunas ¿verdad?- "otra vez con la misma cantaleta" pensó el chico mientras rodaba los ojos.- No quiero problemas en la mesa, ¿entendido?- y como siempre obtuvo un asentimiento que estaba seguro no iba a servir de nada.

The Royal FamilyWhere stories live. Discover now