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Phoebe abrazaba a su hermano con fuerza sin importarle las miradas de los demás. Claro, como para no llamar la atención.

Habían acordado que para su seguridad, cada familia iría por separado. Pero hubo un mal entendido porque los Weasley querían que Harry vaya con ellos, a lo que Sirius saltó enseguida para reprocharles que él era su familia. No faltó el comentario sin nada de tacto de la señora Weasley, aclarando que él no podía salir porque era un prófugo y el Ministerio aún lo buscaba, por lo que Regulus tuvo que aparecer para evitar que Phoebe la hechice.

Esa situación terminó con los Weasley ofendidos y yéndose separados con Hermione, mientras que los Potter fueron con los Black, incluyendo a Nymphadora, Narcissa, Draco y Sirius convertido en perro. Nadie en la estación se lo esperaba, aunque los rumores de que Narcissa y Draco se habían covertido en traidores llegaron a todas las familias mágicas apenas un día después de escaparse de la casa.

El tren estaba dando el último llamado para que todos suban, y Phoebe no quería soltar a su hermano así que Regulus puso una mano en su cintura para llamar su atención, sin importarle lo que las familias de sangre pura, incluida su prima y su sobrino, pensaran. Cualquier toque en público significaba que Regulus, el jefe de los Black, estaba reclamando a Phoebe como suya públicamente. Eso era lo que las familias como los Zabini o los Greengrass estaban hablando mientras los señalaban disimuladamente.

Phoebe, ajena a lo que todos pensaban en ese momento, soltó a su hermano cuando escuchó el gruñido de Canuto. Creyó que iba dirigido a ella, pero rió cuando notó que le estaba gruñendo a Regulus.

—Cuídate, Harry —le dijo cariñosamente. Él sonrió. Definitivamente su hermana siempre se había comportado casi como si fuera su madre desde que eran pequeños y sufrían los maltratos de sus tíos y primo. Sin ella, no hubiera podido sobrevivir—. Te escribiré tres veces por semana y más te vale que me respondas o te iré a buscar. Abrígate cuando empiece el frío, sabes que eres muy propenso a enfermarte —Narcissa sonrió; la sobreprotección de la chica con su hermano le recordaba a ella con sus primos pequeños, pues por la diferencia de edad era igual. Antes de que los dos hermanos Black entren a Hogwarts solía tratarlos como hermanos pequeños—. Mándame cartas contándome como van las cosas en Hogwarts, no te metas en problemas y no te alejes de Hermione.

—¿Y Ron? —preguntó con una sonrisa.

—Ronald siempre te lleva al borde de la muerte, Hermione es quien te salva. Y sabes lo que pienso de los Weasley, además de los gemelos no me agrada ninguno. No comas muchos dulces...

—Diablos, Phoebe. Tengo quince años, no ocho —se quejó Harry mientras Draco aguantaba la risa.

—Si notas algo mal en Hogwarts, dímelo. Lo que sea.

—Phoebe —la llamó Regulus cariñosamente—. El tren se irá sin ellos.

Phoebe bufó y besó la frente de su hermano, quien pasó sus brazos por la espalda de la mayor para abrazarla. Iba a extrañarla pues nunca había ido a la escuela sin ella, pero sabía que era por su seguridad.

—Draco, tú también cuídate y no molestes a Harry y Hermione. Escríbeme, ¿sí? Los veo en Navidad.

—¿No hay beso para mí?

—¡Hey, no te pases! —exclamó molesto Harry cuando se subieron al tren, dejando a todos los alumnos de Hogwarts incrédulos.

Dora tomó a Phoebe de la mano y tirándole de ella, pues la chica no quería irse ni aunque el tren ya había empezado a andar. Extrañaría jodidamente mucho a su hermano, y desde ya hacía un mes que estaba pensando en maneras de escaparse e ir a verlo a Hogwarts porque Phoebe Potter no se quedaría de brazos cruzados encerrada en esa casa mientras que su hermano sufría en el colegio, no había manera en el infierno en que eso pasara. Ella se iba a asegurar que no sea así.

(...)

Se recostó boca arriba en la cama mientras que escuchaba la puerta ser abierta y cerrada con la traba. Regulus se sentó a los pies de la cama y la miró fijo hasta que ella rodó los ojos y se levantó para enfrentarlo.

—¿Sí? —inquirió.

—Ya no iré a trabajar al Ministerio —soltó Regulus—. Es cuestión de tiempo para que Voldemort se apropie de él, y si los mortífagos me encuentran trabajando para el lado de la luz van a asesinarme sin dudarlo. Escuché que Bellatrix está esperando cruzarme para torturarme un poco.

—¿Por qué me dices esto? —preguntó ella mientras tomaba la mano del mayor y comenzaba a jugar con sus dedos.

—Lo que hice hoy dará de qué hablar. Los Nott o los Parkinson se los hará llegar a Voldemort en algún momento.

Phoebe lo miró confundida.

—¿Qué cosa? —preguntó.

Regulus sonrió sin poder evitarlo, pues la manera en la que lo preguntó le dio ternura. Phoebe era una mezcla de inocencia, ternura y atrevimiento que lo dejaba sin palabras.

—Tomarte de la cintura, Phoe. En costumbres sangre pura te reclamé como mía enfrente de todos. Llegará a oídos de Voldemort y creerá que eres mía, por lo cual no estás disponible. Eso creen todos ahora.

La pelirroja ignoró que la trataban como un jodido objeto, la señora Tonks ya le había contado sobre las costumbres del mundo mágico; además sabía que Regulus no dejaría que nadie hablara o la tratara de forma irrespetuosa.

—¿Aceptas que te gusto? —volvió a preguntar, ilusionada.

—¿Qué? No.

Phoebe no lo admitiría nunca, pero esas dos simples palabras le habían dolido. Claro, no podía decírselo a Regulus.

—¿Y por qué me dejas sostener tu mano? —se quejó la chica levantando sus manos unidas.

Él sonrió y besó su mejilla tiernamente. Ella bufó y corrió la cara, recibiendo el segundo beso en los labios. Él se iba a quejar, pero Phoebe no le dio tiempo, pues se subió de un movimiento rápido a su regazo y enredó las manos en su cuello.

Sí, a Phoebe le gustaba demostrar quién mandaba, y Regulus la dejaría tener el poder durante un rato.

Acarició su cintura con sus suaves manos mientras que las de ellas viajaban por debajo de su remera, acariciándolo inocentemente.

Pero no. Phoebe Potter no era inocente en lo absoluto, y que su hermano lo asesinara si quería pero no se arrepentía de lo que sucedida, y si la chica quería ir más lejos la dejaría.

Por la cabeza de Phoebe, pasaba algo parecido. Para ella era todo o nada. Sabía que algo provocaba en Regulus, era obvio, o sino ni siquiera la hubiera besado aquella vez. Ella estaba convencida de que a él le gustaba ella tanto como a ella le gustaba él. En los dos meses que había estado con él, se había dado cuenta que no sólo era una persona hermosa por fuera, sino que también le era por dentro. Él era una buena persona, tenía un alma pura y llena de luz, con solo verlo le alegraba el día sin ni siquiera intentarlo.

Regulus se había metido debajo de su piel por completo. Y ella quería que ahora vaya debajo de su ropa.

Pero la puerta sonó y, una vez más, debieron interrumpirse.

Sixteen [Regulus Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora