Capítulo 1

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- Mamá, ¿Qué es el amor? - preguntó la pequeña nación con gran intriga. Había escuchado a México mencionar esa palabra, pero ella tampoco sabía su significado. 

- Bueno... El amor es cuando comienzas a mirar más allá de los defectos, cuando prefieres la felicidad ajena antes que la tuya, renunciar a todo para estar con esa persona - respondió su madre acariciando su propio vientre de tres meses. 

- ¿Yo podré sentir amor alguna vez? 

- Ya lo sientes, ¿Me amas hija? 

- ¡Claro que si mamá! - respondió la menor abrazándola y restregando su rostro sobre su vientre. - ¡A ti y a mi hermana! ¡Los cuidaré

La mayor rió levemente. 

- ¿Ves? Ya tienes amor en ti 

- Pero yo hablaba del amor que se tienen la gente, usted sabe, los que se andan besando y todo eso - mencionó la niña con un puchero. 

- Todo a su debido tiempo, pero si, encontrarás a esa persona que te acompañará y te cuidará. Ese galante caballero que te protegerá y luchará por estar a tu lado - finalizó con una sonrisa la mayor. 

- ¿Enserio? 

- si Venezuela, enserio...

°°°

- "Ese sueño otra vez..." - pensó la ahora mas grande Venezuela despertando en su habitación. A pesar de estar enredada entre las sábanas de su cama y tener lagañas en sus ojos, se levantó perezosa sin arreglar su desorden caminando hacia el baño a mirarse en el espejo. Se echó un poco de agua en su cara para despertarse completamente; pero al nuevamente mirarse se preocupó al notar algo. - esta creciendo... 

En su hermoso rostro una grieta se extendía desde su cuello hasta un poco más abajo de su mejilla. Su expresión se entristeció, pero debía aguantar por su pueblo, su gente, sus hermanos. 

Pensando en ellos terminó de asearse rápidamente, se vistió con un mono marrón que le llegaba hasta un poco arriba de sus pies y una franelilla blanca con un estampado de una cascada y chancletas Marca Cross color azul claro. Rara combinación para muchos, comodidad para ella. Se dirigió hacia la cocina, sacó la masa que había preparado de la nevera, prendió el budare y esperó a que éste estuviera caliente para comenzar a hacer las arepas. 

- ¡Colombia! ¡Ecuador! ¡Bajen de una bendita vez! - gritó a la nada mientras colocaba tres masas aplanadas sobre el budare. 

De las escaleras bajaron una chica y un chico muy parecidos a la mujer, uno con casi la misma edad de Venezuela y otro con aspecto de adolescente. Ambos con ojeras, como si se hubieran estrasnochado. 

- ¡Ya llegué parce! - gritó Colombia a su hermana mayor. 

- ¡Haz silencio! ¡¿Quieres despertar a toda Venezuela?! - le devolvió el grito la chica. - ¡Que estén en mi territorio y sea su hermana no significa que hagan lo que les de la gana! 

- ¡Pues yo hago lo que quiero!

- ¡¿A si?!

Ecuador, somnoliento, caminó hasta las arepas para voltearlas antes que se quemaran, escuchando de fondo el griterío que estaban haciendo sus hermanas mayores. Poco a poco se fue quedando dormido, estando a punto de caer sobre las arepas; pero su hermana lo notó rápidamente y lo sostuvo antes de que ocurriera una desgracia.

- ¡Chamo despierta! - le gritó dándole una cachetada, pero Ecuador no despertó. Repentinamente olió que algo se quemaba. - ¡Colombia, imbécil, se nos queman las arepas!

Corazón En CRISISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora