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-¿CUÁNDO ME LO ibas a decir? -Indagó Olivia, intentado mantenerse el poco autocontrol que había logrado acumular, porque estaba furiosa pero sabía que utilizando el enojo que tenía contenido no lograría nada bueno, aunque aún así, dejó escapar unas cuantas lágrimas de frustración.
No es que estuviera triste por un motivo, estaba verdaderamente frustrada. Habían matado a muchísimas personas y había descubierto que su héroe de la infancia estaba vivo, y no solo eso, su padre lo sabía y no se lo había dicho. Cada pequeño momento que provocaba un desequilibrio en la calma de su vida se había acumulado y ahora no lograba comprender como evitar que todo eso la hiciera explotar.
Steve la observó con tristeza. Había tenido sus motivos para ocultarle la verdad, no podía regalarle falsas esperanzas a su hija, no cuando él también las tenía y era doloroso. -Cuando fuera seguro que lo supieras, Bucky no me recuerda, sería peligroso que tú estuvieras cerca.
Los demás vengadores observaban la escena incómodos y deseando no estar allí. -Papá, toda mi vida crecí adorando las historias del valiente tío Bucky que te salvaba cuando eras joven, siempre lo consideré mi familia y cuando sabes que está vivo lo primero que se te ocurre es ¿Ocultarlo? Fuiste demasiado injusto. -Aquello le dolió al capitán, sabía que había hecho mal y ahora el karma estaba cobrando.
Steve estiró su mano para posarla sobre su hombro sin embargo Olivia corrió su cuerpo, evitando que este la tocara. -Sé que estás en tú derecho en estar enojada y..-intentó justificarse Steve desesperado, pero Olivia no quería escuchar absolutamente nada de eso.
-No estoy enojada, estoy decepcionada, eres en quien más confío y esto se siente como una traición. -Interrumpió, saliendo de su vista para acercarse al asiento más alejado que el quinjet poseía. Estaba dolida. Sabía que quizá estaba siendo exagerada al sentirse así, pero realmente Bucky era su héroe y su papá no había sido capaz de contarle que estaba vivo. ¿Por qué se lo había ocultado? Ella lo habría ayudado a buscarlo, a sanarlo.
Pietro la observó, dándole su espacio, habría querido acercarse a contenerla pero ni Natasha ni Sam lo habrían dejado, alegando que lo mejor era darle espacio y soledad para poder reflexionar sobre lo sucedido en Lagos. Además prefería estar cerca de su hermana para consolarla. Se notaba lo afectada que la misión la había dejado y podía sentir, incluso sin poderes como los de ella, la tristeza y culpa que Wanda emanaba.
El viaje de vuelta a la base había sido silencioso, tanto Wanda como Olivia sentían su ánimo por el subsuelo y los demás lo tenían en claro. Quizá, ser de las vengadoras más fuertes no era lo que se decía una bendición, ahora mismo, la rubia deseaba no tener poderes y poder ser una adolescente normal que iba a la secundaria y salía de fiesta con chicos de su edad, y con Pietro, claro. Y es que la vida de la chica no era demasiado normal, empezando por sus poderes hasta el hecho de que su mejor amigo tenía más de 35 años y era el hombre más adinerado de los Estados Unidos, por lo que no, no era normal en nada.
