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Itziar dejó el papel en la cama y fue a la nevera a buscar cualquier cosa que tuviera un poco de alcohol. Ella no tomaba con mucha frecuencia pero leer esa carta necesitaba algo de preparación. Encontró una cerveza que llevaba unos dos días ahí, y que estaba tan helada como ella deseaba. La abrió y tomó casi la mitad de un solo trago. Se devolvió al cuarto y ahí, recostada en la cama, cerveza en mano y música en sus oídos, desdobló el papel de color crema.

Lo primero que notó fue que olía a él. Olía a lo que olían todas sus cosas, un aroma que la cajita de su armario felizmente aún contenía.

Reconoció incluso el cuaderno del que provenía la hoja. Conocía ese cuaderno porque él siempre lo cargaba y en él tomaba apuntes cuando estudiaba su personaje. En él hacía garabatos cuando se distraía al pensar en alguna cosa, en él escribía las fechas importantes del trabajo y sobre todo lo recordaba porque en él habían escrito juntos el día de su cumpleaños en el hotel a dónde había ido.

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Itziar jugaba con su cabello mientras miraba a Álvaro entrecerrar sus ojos y golpear la bola de billar con el taco, metiendo varias bolas en las troneras. Ella no sabía mucho de ese juego, pero le encantaba ver a Álvaro tan concentrado frunciendo el entrecejo al mirar el resultado de su tiro en la mesa. Él frotó un poco de tiza en su taco y se inclinó sobre la banda para volver a golpear. Después de hacerlo, se incorporó y pasó una mano por su cabello, acomodándolo.

- Es tu turno, Itz. - dijo sin dejar de ver a la mesa.

Ella respiró e hizo el intento de jugar aplicando todo lo que él había estado explicándole. Él volteó a verla vigilando la posición de sus manos.

- Así está bien, solo... - Álvaro se puso detrás de ella y pasó sus brazos hacia adelante, por debajo de los de ella. - ésta mano un poco más acá, ¿ves? - dijo corriendo la mano de ella con la suya. Ella inhaló profundo para sentir su perfume. - Ahora tira.

Itziar tiró y sonrió por el resultado obtenido.

- Tienes talento - halagó Álvaro. Le dió un pequeño beso en la mejilla y se alejó para ir a escribir en su cuaderno.

Ella se acercó y vio que él escribía los nombres de los dos y abajo los puntos de cada uno.

- ¿No me dijiste que eso se hace ahí? - preguntó Itziar señalando a la pared, en donde había una especie de cuadro de madera en donde se llevaba la cuenta de puntos.

- Sí - respondió Álvaro, - pero quiero escribirlo aquí, para tenerlo de recuerdo.

Los ojos de Itziar brillaron de emoción.

- Entonces déjame poner algo.

Ella tomó el bolígrafo y rodeó los nombres de ambos en un corazón.

Él sonrió. Dejó el cuaderno en la mesa de billar y tomó a Itziar de la cintura para besarla, antes de volver a concentrarse en su próximo tiro.

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Itziar ni siquiera recordaba quién había ganado, seguramente él, pero sí sabía que más que números, aquella hoja había quedado llena de corazones, pues cada vez que hacían un apunte, ambos los dibujaban por todo el papel. Sonrió con ese recuerdo y por el hecho de volver a ver una hoja de ese cuaderno.

Puso la carta frente a ella y empezó a leer, con la voz de Álvaro en su cabeza.

Hoy estuve de nuevo en el lago. Creí que venir aquí calmaría un poco mis ansias por verte, pero no ha sido así. Hoy volví al muelle en donde estuvimos tú y yo, y creí verte a mi lado. Hablé contigo y te dije todas las cosas que ese día pasaban por mi mente.

Locura || Itziar y Álvaro ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora