Parte 1 En el aerodeslizador

4.7K 211 40
                                    

Cuando me despierto veo que no estoy atada a la cama. ¡Por fin! Esta es la buena, ¡voy a poder levantarme al fin! Pero algo va mal y es que no tengo ni idea de lo que me ha pasado. Me esfuerzo en recordar y rápidamente me vienen imágenes a la cabeza: un disparo de flecha a la cúpula, el cielo se cae, dolor, el grito de Peeta... un momento, ¿dónde está Peeta? Analizo la sala y veo a Beetee durmiendo a mi izquierda pero no hay rastro de Peeta. Me pongo muy nerviosa, ¿dónde diablos lo han metido? Cojo una jeringuilla, me sorprendo de que el capitolio haya sido tan imprudente como para dejarme eso al alcance. Nos han secuestrado, los juegos no han terminado todavía. Sé que es lo que tengo que hacer. No hay alternativa. No hubo esperanza en ningún momento.

- Tranquilo Beetee, vendré a matarte cuando encuentre a Peeta, te lo prometo.

Salgo de la habitación llevando solo el batín de hospital, el cual no se me cierra bien por detrás de modo que siento el frío recorriéndome la espalda. Abro un par de puertas hasta que doy con él. Suspiro con un alivio infinito al encontrarlo.

- Peeta... –susurro acercándome a su cama. Le han curado bastante bien, es como si nunca hubiera estado herido. Me siento en la cama junto a él y le acaricio la cara– Peeta nos han cogido, solo tenemos una forma de ser libres, lo sabes –y siento cómo se me forma un nudo en el estómago con solo imaginarme lo que tengo que hacer–. Lo sabías cuando aceptaste las bayas por primera vez. Esto será lo mismo. Te seguiré en el mismo instante en el que te vayas... –siento la quemazón de las lágrimas en mis ojos. Estaba siendo compasiva como cuando maté al último tributo que quedaba en la arena en los primeros juegos, cuando los mutos le estaban torturando. Pero mi mano vacila. Se trata de Peeta, es muy difícil arrebatarle la vida aun cuando lo hacía por él. Me aparto las lágrimas y justo cuando alzo el brazo alguien me grita per detrás.

- ¿QUÉ HACES? –estaba decidida, nada me hubiera parado si no fuera porque esa voz me resultó extrañamente familiar. Me giré al instante.

- ¿Hay...mitch? –él rápidamente se me tira encima y me inmoviliza el brazo, quitándome la jeringuilla. Yo forcejeo por ella pero él me gana, no he recuperado aún la fuerza.

- Estás completamente loca, ¿se puede saber en qué estabas pensando? –me empieza a gritar, yo no entiendo nada– ¿Así le proteges estúpida zoquete? Maldita sea ¿te atreves a burlarte de todos nuestros esfuerzos? –y seguía y seguía.

- ¿Qué? –es lo único que pude decir. Haymitch se pasa una mano por la cara.

- ¡Os hemos salvado pedazo de estúpida! –mi cabeza va a mil por hora. ¿Quién me ha salvado? ¿Él? Miro a mi alrededor, me cuesta entenderlo por lo que Haymitch suspira– Desde el distrito 13 se ha montado una rebelión, ahora vamos hacia allá. Tú y Peeta estáis a salvo con los rebeldes –entonces los acontecimientos me golpean fuertemente, no puede ser real. Me tapo la boca con ambas manos al darme cuenta de lo que he estado a punto de hacer– ¿Lo entiendes ahora princesa? Casi te cargas a tu amado.

- ¡Creí que estábamos en el Capitolio! –le grité– ¡No quería que se ensañaran con nosotros ni que nos torturaran! –entonces Haymitch asintió levemente, había entendido mi forma de actuar, pero claro, también se había horrorizado por lo que hubiera podido pasar.

- Suerte que siempre tengo un ojo encima de ti –entonces me enfadé.

- Maldita sea, ¿y por qué nadie me informa? ¡He estado a punto de hacer algo irreparable! ¿Cómo esperabas que diera por hecho que tú estabas detrás de todo esto? ¡Ni en un millón de años me lo hubiera imaginado! –me temblaban las manos, entonces Haymitch me sonrió con cariño.

Juntos en el 13 (Juegos del Hambre)Where stories live. Discover now