| Página uno |

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"Han pasado ya dos años desde que entré a la academia y uno desde que empecé a tener éste sentimiento... ya iniciamos el primer semestre del tercer año en la academia donde he escuchado sus gritos, presenciado su arrogancia y en ocasiones su hostilidad, algo que a veces me llevó a pensar que él no sería un gran héroe; y hoy, en nuestra primera misión de rescate, desempeñando nuestro papel como héroes, logré ver una faceta suya que no imaginaba y que contribuyó a que éste sentimiento aumentara.

Bakugou se comportó de manera gentil con un pequeño que lloraba a causa de no estar con sus padres, tal vez se sintió libre de hacerlo al no ser visto por los demás, no sé si lo hubiera hecho estando Kirishima, Denki o cualquier otro compañero. Pero yo lo vi, se arrodilló para estar a la altura del pequeño y regalarle una sonrisa (aun con pocos aires de arrogancia), y colocó su mano sobre la cabeza del niño para revolver su cabello.

Fue la primera vez que vi a un niño reír con él. Quise ir, acercarme y ayudarle... pero creo que eso le hubiera molestado, además de que posiblemente me hubiera mandado a volar con una de sus explosiones. A veces temo acercarme a él porque no sabría qué decirle o cómo reaccionar y esa vez... quise hacerlo...

Pero sé que nunca tendré el atrevimiento de acercarme a él para confesarle mis sentimientos y si lo hiciera, tendría más que asegurado un rechazo de su parte. Por ello, he decidido escribir todo aquello que me gusta de él, lo que admiro y lo que desearía decirle en este pequeño cuaderno; con la mayor de las libertades y sin vergüenza alguna, porque sé que nunca lo verá...

Ahora creo que si serás un gran héroe..."
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Chasqueó su lengua no sabiendo cómo reaccionar ¿Debía sentirse ofendido? ¿Halagado? o mejor dicho ¿por qué se dejaba afectar, en una mínima parte, por lo que una persona desconocida escribió de él? Además, no estaba interesado en esa clase de sentimientos. Pero algo en su interior le hacía tener un poco de curiosidad sobre la autora que se expresaba de él de una manera diferente a las que estaba acostumbrado. Y por ahora, sabía que el cuaderno podría pertenecer a cualquier chica del curso de héroes, la clase A o B.

Había terminado su entrenamiento en uno de los gimnasios ese fin de semana que optó por quedarse en la U.A. y al finalizar, dirigiéndose a las gradas para tomar agua antes de retirarse, en el suelo logró divisar una figura rectangular de color negro. La gran diferencia entre ese color y el gris del suelo captaron la atención del rubio que con pereza se puso de pie y caminó hasta ahí para ver qué era, siendo una libreta negra y de pastas duras y un poco maltratada, lo que tenía en sus manos. La abrió y después de pasar la primera hoja en blanco inició aquella lectura que lo dejó extrañado, por el simple hecho de hablar de él y curioso por saber quién lo escribió, además de averiguar quién diablos logró verle con aquel niño.

Su ceño fruncido se relajó un poco al restarle importancia al cuaderno que metió en su mochila deportiva para salir antes de que Aizawa fuera a sacarlo, como la vez en que estaba decidido a ganarle a Todoroki y a Modoriya en esa competencia de natación. Sin más, se dirigió a la salida para regresar a los dormitorios, tomar una ducha, cenar e irse a dormir, pues al siguiente día volvería a clases.

•••

"¿Dónde diablos está?", pensó una joven pelinegra que removía los libros dentro de su mochila con brusquedad, levantando uno por uno con su mano derecha mientras que con la otra mantenía abierta la mochila apoyada sobre su mesa. Era un completo caos, pero siempre terminaba encontrando lo que necesitaba, sin embargo, esta vez no hallaba su preciado cuadernillo negro. ¿Lo habría olvidado en casa? Esperaba que fuera así y que nadie de la academia lo hubiera encontrado, de ser así, estaría perdida.

Su insaciable búsqueda la mantuvo ajena a lo que ocurría en el salón de clases, había sido de las primeras en llegar al aula solo para presenciar la llegada de un chico en especial—.  Buenos días, (Nombre)-chan —saludó Mina con euforia. Entraba al salón siendo acompañada por Kaminari y Sero que tampoco tardaron en saludarla y sacarla de sus recuerdos, donde buscaba el último sitio en que vio su cuaderno negro—. ¿(Nombre)-chan? —la pelirosa ladeó su cabeza, llamando la atención de su amiga azabache que poco después dejó de lado su mochila y le saludó.

A pesar de tratar de mostrarse tranquila, dos años de haber convivido con ella no fueron en vano para la chica de cuernos, quien notaba una gran inquietud en la joven sentada delante de ella. Sus ojos azulados mirando a diferentes lados de vez en cuando, su pie moviéndose rápidamente al golpear su talón en el suelo y tanto sus orejas lobunas como su cola, sobre todo ésta última, no dejaban de moverse lentamente. Ashido deseaba preguntarle qué ocurría, pues no era normal que se comportara de esa manera, pero la llegada de Bakugou, acompañado de sus gritos y Kirishima, llamó la atención de todos, en especial la de (Nombre).

—Bakugou-kun, no puedes llegar de esa manera —Le recriminó Iida al acercarse con gran rapidez y mover sus brazos de manera robótica delante del recién llegado, que simplemente lo ignoró para irse a sentar. Los ojos de la azabache se iluminaron por un momento, pues la preocupación llegó a su cabeza cuando recordó el último lugar en el que vio su cuaderno, justo después de escuchar una curiosa pregunta de Kirishima, con el fin de iniciar una conversación con Katsuki.

—Hey, Bakugou ¿qué tal te fue en tu entrenamiento ayer en el gimnasio?

Oh no, no podía ser cierto, ¿por qué justamente, de las tantas veces en que Bakugo se va a casa el fin de semana, ahora decidió quedarse? La azabache se quedó estática, escuchando una y otra vez la pregunta del pelirrojo dentro de su cabeza. El viernes, antes de irse y terminar un pequeño entrenamiento organizado entre las chicas, aprovechó un momento de descanso para escribir en su libreta, dejando inconcluso el texto. Y hasta que fue llamada por Ochako, la dejó sobre su mochila, sin saber que estaba en una mala posición en la que resbaló y cayó al suelo.

"¡Trágame tierra!", pensó (Nombre) al sostenerse la cabeza con ambas manos despeinando su cabello ¿Cómo pudo haber olvidado algo tan importante? Dejó escapar un suspiro sonoro y un pequeño grito ahogado que ocultó al dejarse caer sobre la mesa, al igual que su rostro y su vergüenza.

—¿Sucede algo, (Nombre)-chan? —la voz a Tsuyu se escuchó a sus espaldas, llamando la atención de la mayoría de los ahí presentes que también la escucharon gritar. La mencionada levantó la cabeza, mirando a un lugar aleatorio que no fue ni nada más ni nada menos que un par de orbes carmesí que la miraban con detenimiento al escucharla como el resto.

"Mierda...", desvió la mirada con un pequeño rubor que logró ocultar con su largo cabello negro, realizando un rápido movimiento para mirar a la chica peliverde. Asui, con su dedo índice cerca de su labio inferior, se acercaba a la azabache que formulaba una respuesta que no causara preocupación al resto de sus compañeros que la miraban—. No, no, no... —agitó ambas manos delante de ella en señal de negación—. Es solo que... me he recordado de algo que olvidé en casa. Es todo... —mostrando una sonrisa nerviosa y cerrando sus ojos, esperando a no tener que responder más preguntas; logró que el resto de la clase continuara en lo suyo. Sin embargo, tuvo que soportar varios segundos de un silencio incómodo para ella, tratando de no mover demasiado su cola lobuna, que de otro modo la delataría.

El resto de las chicas hicieron un círculo a su lado para platicar de su fin de semana. Dejó escapar un suspiro aliviado escuchando la conversación animada que se formó entre ellas, a las que miraba con una sonrisa cuando cada una hablaba. Pero en su cabeza, no dejaba de pensar que él pudo haber encontrado su cuaderno. Necesitaba ayuda...

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Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora