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Aún hay otra opción

O eso parece

La sangre de Nolan estaba seca en la tela de mi jean.

Solo dejé de mirarla cuando Dan llegó al solitario pasillo del hospital en el que ya no sabía cuánto tiempo llevábamos esperando. Traía un pequeño vaso de café en una mano y se veía como un policía que recientemente se había enfrentado a algo tan horrible como difícil: cansado, preocupado y con el uniforme lleno de grandes manchas de sangre.

Se sentó a mi lado con un suspiro.

—Tómalo para que agarres fuerza —me dijo, ofreciéndome el vasito humeante—. Una enfermera me dijo que la cirugía se ha extendido, y... tenemos que hablar de algo.

Acepté el café, aunque no bebí nada. Nolan había entrado en cirugía tres horas atrás y además de la preocupación y el miedo por cómo podía salir eso, estaba procesando mi nueva realidad como una persona normal: mi madre estaba muerta, Ax se había ido, Nolan dependía de un doctor y yo era huérfana. Mis manos no paraban de temblar, sentía que tenía que esforzarme por respirar y quería llorar mucho. Llorar como una chiquilla. Llorar hasta que todo cambiara y me despertara en mi habitación un día cualquiera.

—Mi madre... —susurré en un aliento, impactada por el hecho de que en verdad ya no estaba.

—No creo que podamos recuperar el cuerpo —me susurró Dan con cierto pesar—. No pude ni siquiera reportar su muerte. Habrían hecho muchas preguntas.

Tenía razón. Ya nada era normal. Pensar en un funeral o en algo de ese tipo era estúpido. Me dolía mucho el hecho de no haberme despedido, pero seguía sin tratarse solo de mí. Aún había peligro. Aún existía la organización. Yo aún era la hija de Godric y aún sabían que yo lo sabía todo.

No podía solo quedarme en esa silla temblando.

—¿Qué se supone que debemos hacer ahora? —pregunté entonces—. Salimos del caos del patio, pero no creo que estemos a salvo. ¿Y si la organización se aparece aquí a matarnos? ¿Cómo protegeremos a Nolan? ¿Puedes...?

Dan me interrumpió con una señal de que me tomara un momento para respirar:

—Siguen en riesgo, sí, por esa razón es momento de pensar con más cuidado.

Asentí.

—¿Tienes una idea?

Él dudó un momento, como si lo que iba a decir fuera un poco difícil.

—Cuando los dejé a todos en casa de Campbell fui a la comisaría e intenté buscar opciones para escapar —me contó.

Lo miré con súplica.

—Dime por favor que diste con alguna.

—No fue necesario —reveló— la opción llegó a mí en una llamada horas antes de encontrarme con ustedes.

Me observó un momento como si esperara que yo captara algo. Mi cerebro estaba demasiado revuelto como para eso, así que solo puse cara de que no tenía ni idea de qué hablaba.

—Mira por la ventana —me sugirió.

Mi atención se fue de inmediato hacia la ventana del pasillo que estaba más cerca de nosotros. Me puse en pie y, confiando en él, me acerqué a ella. Desde el piso cuatro del hospital vi que había toda una caravana de vehículos y camionetas negras aparcadas afuera. Junto a ellos había hombres armados. No tenían uniforme ni nada que los identificara, pero las armas y el hecho de no saber si eran policías o algo peor, me asustó.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora