ii. vii

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Actually I told them.


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Nina Thompson estuvo por días junto al par de gemelos mientras estos hacían una poción para engañar la línea de la edad que Albus Dumbledore dibujó alrededor del cáliz de fuego, la bruja volvió a recalcar que aquello sería estúpido, pero ambos la ignoraron y siguieron con su plan, por lo que ella simplemente decidió ya no decir nada y esperar a ver lo que sucedía cuando la tuvieran lista y la usaran.

Era una locura incluso Jordan lo decía, pero había algo que ni siquiera él o Nina admitían en voz alta, y era el empeño que ambos ponían en crear dicha sustancia, ninguno de los que conocían a los gemelos los vieron tan concentrados en la lectura de un libro, Nina sabía lo dedicados que eran cuando se trataba de crear algo para sus bromas y esta vez pusieron esa misma dedicación, pero Albus Dumbledore no podría ser burlado por una poción.

Aún que el escuchar a George aquella mañana decirle sobre el progreso y la culminación de esta la puso en duda, seguía creyendo que sería una completa estupidez, pero aun así no pudo evitar pensar en la descabellada posibilidad de que todo saliera bien.

— ¡Nina! —escuchó decir su nombre sacándola de sus pensamientos sobre los gemelos, detuvo su caminar y se dio la vuelta para observar a Aurore Baschet caminar con una sonrisa en el rostro. Al llegar frente a ella tomó de sus manos— ¡Hogwarts es increíble!

— ¿Has podido recorrer todo el lugar? —preguntó.

— Claro que no, es muy grande, no creo poder recorrer todo, lamentablemente. —respondió— Pero ese no es el punto, te estuve buscando por todo el lugar, tu pelirrojo amigo me dijo que tenían clases en la otra punta del castillo. —comentó con aquel peculiar acento que caracterizaba a la francesa— De verdad es una lástima que no pueda recorrer todo este lugar, pero aquellas escaleras me dan poca confianza.

— Si a mí también, Caitlin se perdió en primero, es nacida de muggles y su curiosidad ganó. —le contó recordando como ella llegó contándole su aterradora aventura— No le digas que te conté, le avergüenza y asusta.

— ¿A dónde fue a parar? —preguntó con curiosidad.

— Hasta ahora no lo sabe. —respondió— En fin, ¿por qué me buscabas?

— Oh si, quería que me acompañaras a dejar mi nombre en el cáliz.

— Pensé que no ibas a participar.

— Lo pensé mucho y quiero hacerlo. —exclamó— A Francis no le agrada la idea, pero no depende de él.

— ¿Estás segura de eso?

— Mucho. —respondió— Madame Maxime está de acuerdo con eso, soy una gran bruja, Nina, pero no soy la única que quiere participar, si soy elegida seré una en un millón.

— Y serás un gran contrincante. —exclamó con una sonrisa la británica.

— Gracias por tu confianza, Nikolina. —la mencionada frunció el ceño, pero volvió a sonreír, le había agradado como su nombre había sonado con aquel acento francés.

Francis usó su nombre completo unas pocas veces, pero a diferencia de su novia, este no tenía el acento tan marcado dado sus años viviendo en América antes de regresar a Francia. Ambas brujas siguieron caminando hacia donde ubicaron el cáliz. Era un tramo largo desde donde se encontraban, pero tras pasar parte del camino conversando este se acortó, al llegar al gran comedor pudieron ver como varios grupos se formaban para observar quienes dejaban sus nombres en el imponente cáliz que desprendía un color azul, Nina sonrió una última vez a la francesa y la vio atravesar el círculo para dejar un pequeño papel en el fuego.

Los aplausos de quienes estaban presentes resonaron en el lugar, Aurore sonrió y caminó hacia su nueva amiga que se encontraba junto a una chica de su misma casa. Hermione Granger sonrió con amabilidad a la rubia.

— Aurore, ella es Hermione. —presentó Nina— Es una de las brujas más inteligentes que he conocido.

— Me gustaría comprobar eso pronto. —comentó con una sonrisa— Los hijos de muggles siempre me han parecido fascinantes.

— ¿Cómo lo sabes? —preguntó en un murmullo.

— Escuché a ese odioso rubio hablando. —respondió— Mi padre también cree en la pureza de la sangre, pero no puede negar que hay brujos excelentes que han salido de unos simples muggles. Su amigo más cercano es hijo de unos. —explicó— Así que no dudo que seas una bruja excepcional.

— Gracias.

Nina sonrió con emoción al ver como ambas comenzaban a conversar sobre el libro que Hermione llevaba en sus manos, pero su conversación se vio interrumpida cuando un pequeño grupo entraba al gran comedor, la mirada de Thompson observó a Cedric ser empujado por sus amigos hacia el cáliz, la sonrisa en el rostro de la fémina creció mientras aplaudía con emoción, el Hufflepuff guiñó un ojo en su dirección antes de volver a ser atrapado por sus amigos.

El silencio volvió a reinar unos segundos antes de que los gritos de Fred y George retumbaran en el gran comedor, Nina rodó los ojos cuando los vio acercarse y festejar sobre la poción. A su lado escucho a Aurore reír.

— Son divertidos. —dijo la francesa observando al par de pelirrojos.

— Que no te escuchen o su ego será más grande que este castillo. —aconsejó logrando que vuelva a reír antes de volver a concentrar su atención en los gemelos y lo que pasaba.

— No les va a funcionar. —exclamó Hermione atrayendo la atención de ambos.

— Ni lo intentes, son necios. —susurró Nina mientras sentía la mano de Fred recargarse en su hombro.

— ¿A no? —comenzó a cuestionar el pelirrojo.

— ¿Por qué no Granger?

— Como si Nina no se los hubiese dicho ya. —espetó antes de alzar su brazo y señalar al círculo— Eso que está ahí es la línea de la edad y Dumbledore la dibujó.

— ¿Y qué? —preguntó Fred

— ¡¿Y qué?! —chilló— A un genio como Dumbledore no lo pueden superar unos patéticos tontos con esa opción.

— Por eso funcionará. —volvió a decir Fred.

— Es patéticamente efectivo. —apoyó George.

— Esto será una estupidez. —murmuró la castaña.

— ¡Nina! —reprendió Fred logrando que ruede los ojos.

— Perdón, positivamente estúpido. —rectificó— ¿Mejor?

— Mejor. —dijo George al otro— ¿Listo Fred?

— Listo George. —respondió. Nina solo rodó los ojos otra vez al ver como ambos ingerían aquella sustancia, al terminarla brincaron dentro del círculo donde luego de un pequeño festejo y la mirada burlona de Fred hacia ella sus nombres fueron colocados en el cáliz.

Una nueva ronda de aplausos se volvió a escuchar antes de que este se saliera de control y enviara al par de pelirrojos hacia el otro extremo del salón, desde donde podían escuchar como peleaban sobre quién había advertido al otro acerca de que la idea era una completa locura. Nina negó con la cabeza para seguido levantarse y caminar hacia los gemelos, quienes detuvieron su pelea ante la presencia de Víctor Krum.

La mirada de ambos se posó en la de su amiga, quién tenía una de sus cejas alzadas y los brazos cruzados.

— En realidad se los dije yo. —habló con una sonrisa burlona— Vamos a que arreglen su problema, abuelitos.

Silhouette [1] ➳ Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora