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"¿Ya dije que me gusta verlo a la distancia? No puedo evitarlo, podría ser una maldita miope que no distinguiría lo que está escrito en el pizarrón aun teniéndolo justo delante de mí, pero cuando se trata de él, podría verlo hasta una distancia de tres kilómetros. Sé que sueno como una loca, pero sus gritos no me ayudan a estar concentrada.

Cielos, ahora amo más el invierno que otra cosa. El traje de Bakugō es tan... genial y él se ve tan... dios no puedo escribirlo. Solo sé que sí tendría la oportunidad de escoger entre sus dos trajes me quedaría con el de invierno. Me encanta como se ve con ese traje y sobre todo cuando se quita su antifaz y lo coloca poco más arriba de su frente, sumando seriedad a su mirada. Dios, no puedo dejar de pensar en él usando su traje..."



Oe Bakugō... —Kirishima entró a la habitación de su compañero después de tocar la puerta, misma que fue ignorada por el dueño al estar concentrado en el escrito de aquella página—. ¿Que estás...? —el pelirrojo se quedó quieto, mirando con extrañeza al rubio que cerraba lo que parecía ser ¿un libro? No estaba seguro, pero lo que le sorprendió fue la rapidez con lo que lo hizo.

—¿Qué haces aquí, pelo pincho? —cuestionó sin mostrarse alterado o nervioso, pero Eijiro mantuvo su vista en el libro de pastas negras que Katsuki aún sostenía en sus manos. Al no recibir una respuesta de su compañero, Bakugō llamó su atención gracias al ruido de pequeñas explosiones que creaba en la palma de su mano, recibiendo una mirada nerviosa y temerosa por parte del pelirrojo que levantó ambas manos en señal de rendición, ahora con su mirada puesta en él.

—Ah... solo vine a avisarte que la cena ya está lista, todo el grupo está reunido abajo —explicó Kirishima dejando caer sus brazos después de ver que Bakugō dejaba de crear explosiones. Su temor desapareció y se atrevió a averiguar qué leía su compañero en el momento justo que entró a su habitación y, aprovechando una leve distracción del rubio, al dirigirse a su armario para tomar una sudadera, Eijiro se desplazó con rapidez para tomar el misterioso cuaderno negro.

—¿Qué demonios haces? —reclamó Katsuki al notar que Kirishima portaba en sus manos aquel cuaderno y lo abría rápidamente, dejándolo leer solamente algunas líneas que le dieron la información necesaria para comprender de qué iba su contenido. Una sonrisa orgullosa en el pelirrojo no se hizo esperar al saber que su compañero tenía una admiradora secreta y que éste parecía estar interesado al leer cada página.

Por su parte, Bakugō chasqueó la lengua arrebatándole el cuaderno y metiéndolo dentro de su armario, aventándolo sin importancia e ignorando las miradas inquietas, gestos eufóricos y orgullosos de Kirishima. Lo sacó de su habitación con él detrás para cerrar con seguro y evitar que su mejor amigo metiera sus narices donde no le importaba. No se tomaría el tiempo de explicar por qué tenía ese cuaderno ni mucho menos si estaba interesado o no, no lo admitiría.

Eijiro no tuvo más que seguirle y hacer diversas suposiciones sobre el interés del rubio ¿Acaso una chica le escribió demasiadas cosas en esa libreta y se la entregó? ¿Conocerá a la chica? No podía creérselo, pero a la vez se sentía orgulloso de su amigo porque a pesar de su mal carácter logró llamar la atención de una chica y él, quiera aceptarlo o no, estaba interesado. Con el simple hecho de leer, era más que suficiente.

•••

(Nombre) se dirigía al campo de entrenamientos, pero su mente ocupada hizo que se retrasara en cambiarse a su traje de heroína y solo bastó un grito de Mina, apurándola, para regresar a la realidad. Ajustando sus mitones para la práctica compartida con la clase B, donde se enfrentarían, apresuraba su andar para al menos escuchar las últimas indicaciones. Sin embargo, en su camino se encontró con quien menos esperaba.

Con ese maravilloso traje que le encantaba verlo usar, Bakugō se cruzaba en su camino manteniendo un rostro serio; dirigiendo su mirada carmesí a la chica que estuvo a punto de chocar con él. La azabache tenía, quizá, una pequeña prueba de que él tenía su cuaderno, pues no era temporada de invierno, faltaban unos meses para ello y que él utilizara ese traje. Y solo bastaron algunos segundos donde un cruce de miradas hizo que la ojizafiro desviara la suya fingiendo seriedad, si sus sospechas eran ciertas, no se dejaría descubrir tan fácil.

Algunos minutos después, Bakugō observaba de vez en cuando, y sin distraerse de la clase, a cada una de las chicas en busca de la escritora de ese cuaderno negro, mas no lograba descubrirla. Las chicas se mostraban concentradas en el entrenamiento, siguiendo las indicaciones de cada profesor que asignaban las parejas que se enfrentarían.

—Debe ser una broma... —escuchó a (Nombre) murmurar al saber que su contrincante sería Monoma y se quejaba por ello, sabía que a ella solo le bastaría con un golpe para dejarlo fuera de combate si es que él no lograba copiar su don antes, pues sabía que ella poseía una fuerza sobrehumana para terminar con él en segundos. Las parejas se fueron asignando hasta el momento de los enfrentamientos, donde no pudo salir más que impresionado por la gran habilidad de pelea y manejo de particularidad de la azabache al dejarlo fuera de combate, aun cuando Monoma logró copiarla. No negaba que su compañera era fuerte y hábil, y que en algún momento deseaba enfrentarse a ella porque tal vez no se contendría del todo.

Oe, Bakugō ¿Por qué utilizas tu traje de invierno? —inquirió Kaminari al posicionarse a su lado, mirándolo curioso mientras que Katsuki parecía buscar algo, más bien a alguien que le mirara de lejos. Una chica de la clase B o alguna de sus compañeras.

Mas a quien buscaba se posicionaba a su otro costado, masajeando sus manos gracias a los golpes que tuvo que dar al enfrentarse a Monoma. Se mantenía en silencio, pareciendo ser ajena a la conversación cuando prestaba toda su atención a cada palabra que decían sus dos compañeros—. ¡Tsk! El otro traje quedó destrozado en la última práctica —respondió tajante, dirigiéndose a tomar su lugar en combate, pues era su turno.

(Nombre) que quedó pensativa por su respuesta, comprobando que su traje quedódestruido en la última práctica, suspiró aliviada y solo le seguía con la mirada, contemplando lo bien que se veía con ese traje, que confesó le gustaba más que el otro, y no negaba que le favorecía...; esa prenda superior que se ajustaba a su torso, espalda y brazos musculosos hacían que la azabache se sonrojara al tener una mente traicionera.

Estúpido y sensual Bakugō  Katsuki—susurró cuando el resto de la clase gritó para animar a cada uno de sus compañeros.


•••




Meme del día :v

Creo que se explica solo :v

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Creo que se explica solo :v

No olviden tomar awita :3


FEB282020

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora