♛ T R E I N T A Y C I N C O ✏

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La semana parecía andar sin mala suerte y quise tomar eso como buen augurio para mi cita con Andy

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La semana parecía andar sin mala suerte y quise tomar eso como buen augurio para mi cita con Andy... bueno, para ser justos, no había tanta mala suerte porque apenas y nos cruzábamos. Hablábamos mucho tiempo por mensajes pero en sí, solo lo veía un rato de dos minutos cuando iba a dejar y a recoger a Martina, quien me contó que en pro de su shipp decidió dejar que su hermano la siguiera acompañando al trabajo.

En esos lapsos de contados segundos nos saludábamos, a veces de lejos, a veces más de cerca, pero todo se limitaba a una sonrisa y una mirada compartida. Era suficiente de momento. Cuando se iba de nuevo me enviaba un mensaje diciéndome algo bonito o yo lo hacía primero.

Esos cuatro días desde que me pidió salir en persona hasta el día de la cita se me hicieron muy lindos y cada vez quería apurar al tiempo para que el sábado llegase.

Pero antes que eso, tenía que llegar el momento en que hablara con mi mamá ya que, técnicamente, no tenía permiso de ir a algún lado.

El viernes, a último minuto como buena persona postergadora, la busqué en su habitación en la noche cuando mi papá estaba con mi tío y su esposa jugando cartas en la sala. Al verme en la puerta, me indicó que me acercara y me sentara a su lado, por instinto le toqué la barriga al llegar a su cama, ella me sonrió.

—¿Crees que será niño o niña? —me preguntó de repente.

Por decisión familiar nos negamos a saber el sexo del bebé durante las ecografías, queríamos que fuera sorpresa así que todo lo comprado de momento era blanco, amarillo y colores pastel. La familia lejana —tíos, tías, abuelas— estaban divididos sobre la apuesta de si era niño o niña, pero eso de no saber daba más emoción a todo.

—La verdad creo que será niña —respondí—. Hace unos días soñé que yo estaba con una niña como de un añito en el parque. Tenía nuestros ojos verdes así que era mi hermanita.

—Yo también lo creo —confesó—, pero si tu padre pregunta, no sé nada. Él siempre dice que mi intuición no falla y si le digo que creo que será niña, es capaz de llegar a casa con vestidos de flores y balacas. Puede fallar y ser un niño, así que mejor no darle esperanzas de nada.

—¿Tú qué quieres que sea?

—Como tú.

—Una niña —confirmé.

Ella negó con la cabeza.

—No. Que sea feliz, inteligente, vivaz y con mucho amor para dar. Eso es todo lo que quiero, ya si es niño o niña, es igual.

Me enternecí con sus palabras y acaricié más a la barriguita cuyo ocupante no se movía ni por accidente. Hubo un corto y cómodo silencio y supe que era momento de soltar el verdadero motivo de mi charla nocturna. Me sonrojé con anticipación, pero intenté que mamá no lo notara.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora