O n c e .

71.3K 7.1K 9.2K
                                    

—Pensé que habías dicho que esto sería como el postre —señaló Axel —, pero eso de ahí no parece solo un postre, en absoluto. ¿Cuántas cosas le has echado?

—Pues a ver... Llevo el helado, oreos, KitKat, fresas, sirope de chocolate blanco... —Traté de nombras todas y cada una de las cosas que le había ido poniendo a mi yogur helado. Lo cierto es que sí era bastante más grande que el de él, y también iba bastante más cargado —. Pero la pregunta es, ¿por qué eres tan aburrido?

Señalé su tarrina, casi vacía comparada con la mía. Solo contenía un poco de helado y unos toppings bastante aburridos: nuez picada, kiwi y piña.

—No me apetece comer algo demasiado dulce ahora.

Negué con la cabeza en desaprobación. Él se encogió de hombros y comenzó a caminar hasta el mostrador. Fui detrás de él.

Cuándo el dependiente nos preguntó si queríamos pagar juntos o por separado, me apresuré a decir que lo pagábamos todo junto antes de que Axel respondiese. Pagué los dos helados, pero Axel no dijo nada hasta que salimos del local.

—¿Cuánto te debo?

Fruncí el ceño al mismo tiempo que me llevaba a la boca una cucharada cargada de helado y toppings.

—¿Cómo que cuánto me debes? Nada —aseguré —. He sido yo la que te ha obligado a venir. No te voy a hacer pagar, encima.

—No me has obligado. Me has preguntado si quería acompañarte y yo he aceptado.

—Porque he insistido —le recordé.

—Bueno, pero no tenías por qué pagar mi helado. —Se rascó la nuca, avergonzado.

—No te preocupes, en serio —lo tranquilicé —. Además, no sé si lo sabes, pero va por peso —señalé mi tarrina —, y tú apenas llevas nada.

—Aún así...

—¿Por qué te resulta tan raro que te haya invitado? —lo interrumpí. Él pareció dudar sobre su respuesta.

—Porque no me gusta sentir que te debo algo.

—No me debes nada, Axel —garanticé —. Me has llevado a casa en coche desde la cafetería varias veces, y hoy me has acompañado a por el helado que quería. A mí me parece un buen intercambio.

Sin quererlo si quiera, esbocé una sonrisa. Axel apartó la mirada, y cuándo lo hizo, tenía la misma expresión seria de siempre. No me molestó.

—Si tú lo dices... —se rindió, aunque no parecía muy convencido en realidad.

—Mira, ¿sabes qué? Puedes compensármelo llevándome a casa en coche ahora también.

Axel alzó una ceja y volvió a mirarme.

—Ya contaba con hacerlo.

Llevábamos un rato en silencio dentro del coche. También habíamos pasado un buen trecho del camino sin hablar. Pero, de alguna forma, no era incómodo ni pesado. Hablábamos cuándo teníamos algo que decir, sin más. Eso me gustaba.

Había descubierto que me sentía cómoda al rededor suya. Nunca lo habría imaginado. Él y Lydia eran completamente diferentes, pero ambos conseguían que estuviese a gusto a su alrededor. Creo que se debía a que no sentía presión con ellos. Lydia me había aceptado desde el principio y la aprobación de Axel me importaba tan poco que no me molestaba en perseguirla.

Después de todo, me había desagradado bastante su actitud cuándo nos conocimos. No tenía derecho a criticar la mía.

Sin embargo, ahora no me parecía tan malo. No había cambiado mucho, en realidad, pero sí que lo entendía mejor. Y de alguna forma, sentía que él me entendía también.

Zoe & Axel ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora