Capítulo 37.

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Llegamos hasta mi habitación.

Ethan se quitó lentamente la camiseta, sin prisa, torturándome como el chico sexy que era. Su forma de torcer la sonrisa podía dejarme sin aliento, y más cuando en una de sus mejillas asomó un gracioso hoyuelo. Nunca me había dado cuenta, pero ahí estaba.

Era una tentación no tocar su duro torso, ese que trabajaba a diario para tener un buen cuerpo delante de todas aquellas mujeres que visitaban Poom's. Mis dedos recorrieron las líneas que se marcaban, y bajé hasta detenerme por encima de su ombligo. Un poco más abajo, había una fina raya de vello que llegaba a esconderse en el interior de su ropa interior.

Parecía que la habitación olía a sexo.

Ethan llegó hasta mí. Sus brazos quedaron a cada lado de mi cuerpo, y en ningún momento el cálido pecho de él tocó el mío. Solo nos mirábamos, esperando a que alguno diera el paso. Me alcé un poco, y pasé la misma mano que tocó su piel por detrás de su nuca. Ese corto cabello llegaba a causar un hormigueo entre mis dedos.

Y de repente lo hizo. Besó a un lado de mi cuello, justo detrás de mi oreja. Fue inevitable no cerrar los ojos, dejándome llevar por ese placer que nos estaba envolviendo.

Mi cuerpo lo buscaba desesperadamente, y me estremecí cuando un húmedo beso golpeó contra mis solitarios labios. Ahora sentía su boca encima de la mía, batallando para darse paso. Salvajemente empujó su lengua, y con la mano me acercaba mucho más a él.

—Ethan —gemí cuando mis muslos empezaron a aferrarse a su estrecha cintura.

Él apartó el cabello que me cayó sobre la frente, y con esa sonrisa respondió.

—Shhh —ni siquiera me había dado cuenta que me bajó la cremallera de los pantalones. Alzó mi trasero con su enorme mano, y en un cerrar de ojos mis piernas estaban desnudas. —Es nuestro momento, Freya. Necesito tanto de ti, como tú de mí.

Estaba tan adentrada en mis pensamientos, que terminé por perderme lo mejor; Él quitándose sus pantalones. De un momento a otro se encontraba a los pies de la cama, sujetando mi tobillo y tirando de este para tenerme más cerca. Los dos en ropa interior; En medio de todo esto solo sabíamos mirarnos; Respiramos con dificultad; Y moría por besarlo de nuevo.

Sus fuertes brazos marcaron unos músculos espectaculares. Me quedé embobada ante la bola que llegaba a sacar con un simple gesto. Pasó mis manos por detrás de mi cabeza, paralizándome de alguna forma.

Él sabía que estaba tan asustada como la primera vez...pero no se quedaba atrás. Observaba en silencio; Me tocaba con cuidado por miedo a hacer algo mal; Besaba mi piel sin prisa, disfrutando del momento. Él más que nadie temía a que eso se detuviera.

Lo peor de todo es que yo no podía parar.

Gemí cuando abrió mis muslos. Esos ojos observando mi ropa interior sonrojaron mis mejillas. Temía de esa azulada mirada, de esa forma profunda de mirar mi sexo.

Aparté el rostro, concentrándome únicamente en la lámpara de noche que había sobre la mesita. Sus besos siguieron descendiendo por mis nerviosas piernas, y di un brinco cuando uno de sus dedos tocó la fina tela que me cubría.

Estaba a punto de pasar.

Ambos sentíamos lo húmeda que llegué a ponerme con un simple roce. Y cuando parecía que todo se iba a quedar en una caricia, me equivoqué. Ni siquiera comprendí porque su lengua empezó a golpear mi clítoris, y sus manos me sujetaban los tobillos para que no me moviera.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora