ʟɪᴍᴇʀᴇɴᴄɪᴀ

6.8K 489 247
                                    

𝐥𝐢𝐦𝐞𝐫𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚


Estado mental involuntario, propio de la atracción romántica por parte de una persona hacia otra

La guerra acabó y los tiempos de felicidad llegaron a cada rincón de Panem. Con la nueva presidenta, Paylor, todo había cambiado. La gente de los distritos ya no tenía miedo; vivían una vida "digna" por así decirlo. Ya todos habíamos conseguido ese periodo de paz y estabilidad que tanto merecíamos, y que tanto nos costó llegar.

La gente de los distritos poco a poco comenzó a regresar a sus hogares, así fue como pasó en nuestro distrito. El más hermoso de todos, el distrito cuatro. La aldea de los vencedores se convirtió en un pequeño museo para todos los de esta zona. Las casas de los "vencedores caídos" se convirtieron en un lugar de memoria. Ya que ellos también estuvieron involucrados en todo esto, ellos arriesgaron su vida por la querida y respetada revolución. Gracias al cielo, los juegos del hambre fueron abolidos; las arenas destruidas, y ahí mismo se construyeron monumentos en honor a todos los niños y adolescentes muertos.

El peso de la muerte de los demás siempre estuvo, pero con el tiempo comprendí que todo no era mi culpa. Yo solo hacia lo que podía, aunque quisiera no podría dividirme para todo el mundo. Pero, ahora, en el presente aveces cambio de idea. Pienso en qué tal vez si podría haber dado mucho más de mí para salvar todas esas vidas pérdidas. Pero después vuelvo a recapacitarlo, y pienso: Soy un ser un humano, no soy perfecta, ni pretendo serlo. Soy esto, puedo ser calma y desastre a la vez. Mis ideas casi siempre están al revés y mis emociones tambalean. En ocasiones suelo ser un caos total, pero a pesar de todo, cuando se trata de amar, aprendí a entregarme a los huesos. Aunque eso implique que puedan devolverme el corazón incompleto. Pero no importa, amo con el alma y con mi ser, con acciones y sin tantas promesas. Porque a lo largo de todos estos años aprendí que algunas promesas pueden ser para siempre y otras no, otras te pueden romper en mil pedazos. A partir de mis aprendizajes también comprendí que no podemos prometer ciertas cosas. Un para siempre, por ejemplo. No lo puedo hacer solo por el mero motivo de que no tendré suficiente tiempo para cumplirlo, nadie sabe cuándo será tu último día en ese mundo.

Y ahora un tema, una de los mejores para mi. Hablemos del Señor Finnick Odair, un hombre completamente hermoso de pies a cabeza. En pocas palabras, era un ser divino.

Luego de regresar al distrito cuatro nos fuimos. Decidimos recorrer cada uno de los distritos y ayudar a los más necesitados. En eso se basó nuestra vida por algunos meses, hasta que decidimos volver. Ambos habíamos pasado mucho tiempo sin volver a casa pero, ahora, tendríamos todo el tiempo del mundo para hacer lo que se nos plazca, ¿No? Ya no había guerras, ni juegos. Solo nos quedaba disfrutar lo que nos quedaba de vida, que era muchísimo. Y bueno, así lo hicimos.

Tengo que admitir que luego de unos meses logró atraparme completamente toda—aunque es una pequeña mentira porque desde el primer día en que lo vi fue así—Antes de sus declaraciones nunca supe muy bien que había algo especial entre nosotros dos. Tampoco tuve el tiempo suficiente para plantearme que era lo que sentía muy bien por él, pero a lo largo de los meses y años me di cuenta que si había algo, y eso era lo más fuerte de todo este mundo; era una llama que a pesar de todo siempre estuvo encendida, solo que yo nunca me di cuenta.

Cada día de mi existencia él estuvo ahí. Nos convertimos en almas gemelas, llegamos a la conclusión de que no nos alcanzaría esta vida para terminar de amarnos. Si era posible, nos esperaríamos otra. Y si no fuera así, encontraríamos la manera de encontrarnos.

Después de varios meses decidimos ponerle un nombre a lo que éramos, en si una pareja. Teníamos nuestros días buenos como malos, pero cada día era maravilloso. Creo que esta nueva vida lo fue para todos los de Panem. Disfrutamos cada momento, y así se nos pasaron los años. Unos tres exactamente, a partir de ese momento cambiamos totalmente. Tomamos la decisión más grande de nuestras vidas, ser padres. Eso sí que nos cambió en absoluto, fue en desafío, lo tengo que admitir. Cuando nació nuestro primer e único hijo nos transformamos, dejamos de ser aquellas personas que éramos unos instantes antes del nacimiento. Es curioso cómo de rápido se produce el cambio y el desafío que se nos presenta: la persona que éramos se ha desvanecido y nos encontramos ante el reto de construirnos desde cero, desde una situación en la que no tenemos experiencia previa. Tuvimos que aprender muchísimas cosas en ese momento, nuestras perspectivas cambiaron totalmente. Fue gracias a una hermosa niña rubia de ojos verdes llamada: Maeve. Un nombre algo raro pero tiene un significado. Las primeras dos letras provienen de Mags y las tres últimas de Steve. Es un hermoso nombre para una hermosa persona, lleva las iniciales y terminales de las dos personas más importantes para nosotros: las que si no se hubieran sacrificado, hoy no estaríamos aquí.

𝐃𝐄𝐑𝐈𝐕𝐄| 𝐅𝐢𝐧𝐧𝐢𝐜𝐤 𝐎𝐝𝐚𝐢𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora