Capítulo X

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-Êkaro, estás hecho un desastre. ¿Sabes a lo que te expones? ¿Sabes el riesgo en el que has puesto toda la misión?

   Las heridas del fugitivo eran casi tan graves como la decepción que denotaba la voz de Ciro, quien las limpiaba con la delicadeza que un padre tendría con las magulladas rodillas de su niño. Êkaro apretó los nudillos con fuerza pero controló su voz, tenía la garganta seca y la mente confusa desfiguraba los últimos recuerdos que guardaba de antes de perder la consciencia

-No me hables como si pensaras que ambos somos tan ingenuos. Por favor, sabes que vendría y qué vendría a defender, no hables como si no hubieras hecho lo mismo, en mi lugar...

   Cuando intentó incorporarse un acceso de dolor le ahogó las palabras en un gemido furioso que Ciro aprovechó de inmediato mientras colocaba vendas limpias al vientre de su artificiero.

-Si te mueves será peor. Pudo ser mucho peor, tienes razón, no somos ingenuos y sabes que estás vivo porque de milagro ese Oboismo no era portador. De lo contrario ahora estarías con una Kharapa en los sesos, aunque viendo los acontecimientos recientes tal vez se moriría de hambre.

   Êkaro vio cómo el gel curativo bullía bajo las vendas y sopesó las palabras de su superior paladeando una respuesta mordaz que haga justicia a su orgullo herido, sin embargo cuando sus labios se hicieron de la decisión necesaria Mazziken entró a la sala de cuidados intensivos en la que se encontraban quedándose helada un momento al ver que acababa de interrumpir una conversación. Ciro buscó sus ojos con urgencia, como si pidiese ayuda y Êkaro bufó una maldición en su lengua nativa que sacó a Mazziken de estupor momentáneo y llenándola de valor.

-¿Eso es una bienvenida? Espero que hayan terminado de echarse las culpas que tienen ambos porque ni yo ni nadie más va a aguantarlo por más tiempo. Ambos estuvieron mal, ambos son necesarios para la causa y ninguno sirve en su estado actual.

   La voz de la mujer era cortante pero transmitía una sensatez que ambos reconocieron tras intercambiar una larga mirada. Ciro suspiró y se levantó de su silla ofreciendola a la recién llegada como una ofrenda de paz.

-Estás en lo correcto, aquí se termina, lo siento Mazziken. Debo pedirte que cuides a Êkaro por mí, sé que estará mejor en tus manos, yo aún debo resolver algunos detalles con Roglan y seguir buscando el paradero de su familia.

   Mazziken apenas sonrió con alivio y poniendo una mano en el hombro de su antiguo camarada asintió con la cabeza.

-No te sobreesfuerces

   Ciro se dirigió a la salida, dejando a Êkaro y Mazziken solos, ella aprovechó para hacer una pequeña revisión a los controles médicos que debía atender y Êkaro aprovechó su silencio para hablar.

- ¿Qué piensas del Oboismo ese?... ¿Loje se llamaba?

- Solo puedo decir que trató de mantenerte a salvo a pesar de uno usar la higiene correspondiente, pero no me fio de él...

- Nunca había conocido a un Oboismo, son bastante peculiares...

- ¿Como sabes eso si no los conoces...?

- Los Jusaves estudiamos a muchas especies raras de la galaxia desde hace años... Los Oboismos son como los humanos pero peo-

Mazziken se le quedó mirando unos segundos y se aclaró la garganta haciéndose notar.

- Perdón... No se como explicarlo, Mi abuelo solía viajar muy lejos y conocía a muchos de la especie, me dijo que tuviera mucho cuidado con ellos, son famosos por robar, pero es algo normal, aunque desde hace ya 5 años esa necesidad ha ido aumentando, mutando...

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