Capítulo 21

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Estuvimos por al menos media hora tendidos en ropa interior mirando el techo del antiguo teatro y luego decidimos que sería mejor regresar a casa. Me vestí y él también lo hizo, atravesamos el escenario, encendimos las linternas de nuestros móviles y apagamos la luz. Caminamos de la mano hasta que Jared ubicó la madera por donde habíamos entrado, atravesamos el agujero y nos encontramos afuera. Jared se quedó mirando a su alrededor y botó sus calcetas a un basurero que, tal vez, pertenecía a una de esas deterioradas casas.

Rápidamente caminamos hasta su camioneta y nos refugiamos ahí del frío que hacía. Me coloqué el cinturón de seguridad, Jared hizo lo mismo y puso andar el auto. Esta vez íbamos completamente en silencio y yo no era una chica que le gustara demasiado el silencio, siempre hablaba muchísimo, cantaba las canciones de la radio o inventaba cualquier cosa para entablar una conversación, pero esta vez no se me apetecía hablar más de la cuenta y me percaté de que estaba cambiando, no para mal, pero no me había sentido así en años.

No había sentido tristeza, rabia y nostalgia a la vez hace muchísimos años. No había sentido que estaba en el límite de que se me rompiera todo el corazón y era una cosa bastante extraña para mí, pero no sé si para la persona que conducía a mi costado con el que había pasado todo tipo de límites.

Le pedí a Jared que me dejara un poco más alejada del edificio, él me obedeció y me dejó un poco alejada de la puerta de entrada, nos quedamos mirando por unos segundos antes de que yo me bajara, respiré profundo sin saber cómo despedirme de él.

—Espero que te vaya bien mañana —le dije —, no te desearé suerte porque está claro que no la tenemos —sonreí, él rio también con un poco de desgano —. Así que muchísimo éxito.

—Gracias, Camile —contestó mirándome directamente a los ojos.

—Bueno, adiós —desbloqueé el seguro de la puerta y él volvió a bloquearlo de un impulso, se acomodó de costado mirándome, se relamió los labios y comenzó a hablar:

—¿No me dirás que es mejor que nos mantengamos alejados?

Negué levemente con mi cabeza.

—Ya me rendí con eso —confesé.

Él asintió levemente, luego se acercó a mí y apretó sus labios contra mi mejilla.

—Buenas noches, Camile.

—Buenas noches —mi voz salió casi como un susurro.

Esta vez fue él quien desbloqueó la seguridad el auto y yo rápidamente me bajé. Caminé a paso apresurado hasta la puerta del edificio, pero Jared no se alejó del lugar hasta que me vio adentro. Clint no estaba de turno, así que la chica que se encontraba solo se limitó a observarme, atravesé las puertas que me dejaban en el ascensor y apreté el botón con mucho nerviosismo en mi cuerpo.

Apenas me subí al ascensor, saqué el móvil de mi chaqueta encontrándome con un mensaje de Harriet.

Harriet: ¿Llegaste a casa?

Lo había enviado hace unos cuantos minutos, miré la hora y me percaté de que eran cerca de las dos de la madrugada, me bajé en mi piso y comencé a caminar con el móvil entre mis manos hasta el departamento.

Camile: Voy entrando

Abrí la puerta del departamento, todo estaba completamente silencioso y la lámpara del costado de la televisión se encontraba encendida para mí. Respiré profundo sin sentirme completamente tranquila en mi propia casa, me quité la chaqueta, la lancé al sofá y siendo las dos de la madrugada me estaba dando una ducha caliente en el baño. Intenté quitarme todo rastro de Jared, su perfume, sus ojos, sus manos tocándome con tanta dedicación. Intenté borrar, luego me sequé el cabello y me fui a la cama. Stefan dormía profundamente en su lugar, así que sin despertarlo me metí a la cama y me acosté en la orilla, sin siquiera tocarle un pelo.

El destino que no soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora