Dos

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—Má, no te preocupes

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—Má, no te preocupes... —Me había dado una ducha y estaba cambiándome para presentarme en mi futuro nuevo trabajo.

—Pero ¡cómo no me voy a preocupar si me estás contando que te despidieron dos veces!

—¡Y también estoy yendo a una nueva entrevista de trabajo! —Me reí internamente, en realidad no era exactamente una entrevista de trabajo. Sería más como un: ¡Por favor contrátame o tendré que volver a dormir en un parque!

—Nick, ¿estás bien? —inquirió mi madre. Ella tenía un don y ese don era saber cosas.

Suspiré y me lancé contra la vieja cama boca abajo.

—¿Papá está cerca?

—No, fue a dejar un encargo. Cuéntame.

—Mamá, promete que no te vas a molestar.

—Uy, no. Mi amor, mi vida, bebé. Siempre que empiezas con esa frase, terminas con: «rompí la ventana», «las gallinas se acaban de escapar», «el panal se cayó solito y hay un enjambre de abejas persiguiéndome». ¿Lo recuerdas? Porque yo sí.

Me eché a reír, yo sabía que ella solo intentaba romper con la tensión.

—Me estafaron, no estoy en ninguna orquesta sinfónica. Te lo cuento porque sabes que no me gusta mentir, pero yo quiero perseguir mis sueños, ¿sabes? Si papá se entera ahora, él querrá que regrese y...

—¡¿Cómo que te estafaron?! —Me gritó y pude imaginar sus arrugadas y pequeñas manos volverse un puño.

—Te lo voy a explicar todo, pero por favor, no se lo cuentes a papá.

Mamá se tomó un tiempo para procesarlo y luego aceptó. Entonces así fue cómo se enteró de mis planes y proyectos. Pidió que le contara cómo me iba en la entrevista y deseó que me dieran el trabajo. Yo también lo deseé.

Viajé una hora en el metro de camino al centro de la ciudad; finalmente y gracias a estar preguntando por todos lados, logré encontrar la oficina en aquel edificio gigante.

Strauss Records se encontraba casi en el último piso. Luego de que me diesen una identificación de invitado, pude presentarme ante una mujer que estaba prestándole atención a su pantalla.

—Hola —saludé, ella me miró—. Buenos días, busco a Joe.

—Buenos días. —Me sonrió y asintió revisando algo en una lista—. ¿Su apellido?

—No me lo dijeron, solo me dijeron que se llamaba Joe. —Ella se rio y negó con la cabeza.

—Me refería al de usted, joven.

—¡Oh! —Me reí sintiendo cómo mi cara me traicionaba demostrando que estaba avergonzado. ¿Por qué tenía que arruinarlo todo?—. Bucket. Soy Nicholas Bucket.

Luces, música y acciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora