✵ Capítulo 14

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1 DE JUNIO


—¿Tu tío Pol no se había ido de nuevo a Zelanda? —Aitor me interroga, llevándose a la boca la bolsa de frituras.

—Sí —afirmo—, pero regresó ayer para festejar mi cumpleaños.

—¿Con toda su familia?

—Con toda su familia.

—¿De dónde saca tanto dinero para ir de un lugar a otro cada que quiere? —se pregunta a él mismo y me mira de pies a cabeza—. Malditos lujos que se da la gente que tiene dinero. Yo solo puedo tomar un bus y eso si me alcanza.

—¿Te he dicho que eres demasiado dramático? —ataco, viendo la hora en mi celular.

—Para ti soy demasiadas cosas, para los demás soy el amor de tu vida —se ríe, le doy una mirada de pocos amigos y ruedo los ojos—. Ya, que va, ¿por qué eres tan gruñón, Aidan?

Me quedo en silencio, ya no me apetece hablar con él. De hecho, desde que se sentó al frente de mí, lo único que he pedido hasta ahora es que tome sus cosas y se vaya, vamos, sé que le falta una clase, él está repitiendo lógica.

Resoplo con lentitud y estiro mis piernas por debajo de la mesa, nos encontramos en el patio, yo meditaba algunas cosas. Hoy era mi cumpleaños y al parecer me harían una comida en casa de mis abuelos, algo sencillo por tener otro año de vida. Viva la vida.

A lo lejos, observo esa cabellera castaña que sostiene una botella de agua y habla con una chica.

—Aitor —lo llamo de mala gana, poniéndome de pie para coger mis cosas—, a las cuatro tendré un convivio en casa de mis abuelos. Nos vemos allá.

—¿Ya te vas? —cuestiona, mostrándome su ceño fruncido.

—Hasta luego.

He oído que me ha gritado algo, pero no logro entenderlo. Evito voltear y pedir que lo repito, por lo que, en unas cuantas zancadas, llego a la par de Borris, quien enarca una ceja al notar mi presencia. No lo culpo.

—Me quedé con tus auriculares —le informo, llevando mi mochila al frente y revolotear uno de los bolsillos para sacar lo que le pertenece.

—Nos vemos —se despide de la chica y me mira—. Creí que los había perdido —murmura, cogiéndolos—. Los estuve buscando en toda mi habitación el día de ayer, según yo no los saqué. Gracias.

—De nada —suspiro, frunzo mis labios y pienso dos veces antes de soltar la pregunta: —¿Fumas?

El entrecejo de Borris se arruga y me echa un gesto confundido.

—No, no fumo, ¿por qué?

—¿Te molesta el olor? La verdad es que ocupo a alguien que me acompañe.

—¿Tú fumas? Nunca te he visto con un cigarro en la mano o entre los labios, esto es demasiado raro, ¿desde cuándo?

—Lo hago, solo cuando quiero, tal vez una vez al mes. Joder, ¿puedes?

Él se encoje de hombros.

—De acuerdo, ¿a dónde quieres ir?

—A cualquier parte —digo sin ganas de querer hablar.

—Podemos ir al parque que está cerca del centro comercial, ocupo comprar una USB para los proyectos de taller —propone.

—Puta madre, el proyecto —recuerdo, lanzando unas cuantas maldiciones al aire.

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora