D i e c i s i e t e .

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19 de julio de 2019

Dejé el batido de Nutella en la mesa cuatro y me dirigí de nuevo al mostrador para preparar el siguiente pedido. Los viernes, como siempre, eran mucho más ajetreados.

Dirigí mi vista hacia Axel durante un segundo. Estaba atendiendo a los clientes de forma relajada pero eficaz. Apenas había cola. Era mucho más hábil que yo en ese sentido, porque aunque yo tampoco me ponía nerviosa al tomar los pedidos, sí que me confundía muchas veces. Escribía mal los pedidos y tenía que tacharlos y escribirlos de nuevo, tardaba más que él en calcular el precio total... En fin. Un desastre, si nos comparaban. Tampoco lo hacía tan mal, solo es que a veces me distraía con facilidad. Sobre todo por las mañanas de los viernes. Esas me costaban mucho más.

Me dediqué a limpiar mesas y llevar pedidos durante más de una hora. Ese día también hacía mucho calor y yo me moría por que mi jornada acabase. Me gustaba el ambiente de la cafetería, pero en ocasiones se me antojaba huir del local y correr hacia la plaza que había a una manzana de este para tumbarme en la hierba bajo un árbol que me diera sombra y entonces echarme la siesta. Grandes sueños, los míos.

Volví a mirar hacia el mostrador y me sorprendió encontrar a Kate frente a Axel. Llevaba el pelo lacio y suelto. Con lo largo que era y el calor que hacía, yo no podía entender como era capaz de llevarlo así. Su ropa encajaba a la perfección con el aspecto del local. Su top era de color rosa pastel y dejaba sus hombros al descubierto. Los vaqueros eran cortos y combinaban con el azul de los moldes para cupcakes que decoraban el mostrador.

En cuanto hizo el pedido y se sentó en una de las mesas, yo me dirigí hacia el mostrador para preparar su pedido y servírselo cuánto antes.

—Zumo de fresa y kiwi y tarta de queso —señalé —. ¿Por qué será que no me sorprende?

—¿Me estás llamando predecible? —se quejó con una indignación fingida.

—Sabes que lo eres.

—Pues si ser predecible significa poder seguir comiendo esta delicia, entonces no me importa serlo —sonrió.

Le dio un sobro a su zumo y probó su tarta. Qué envidia, bebiendo y comiendo algo fresquito mientras yo seguía trabajando.

—No mires mi pastel así. No te voy a dar, estás trabajando. —Fruncí el ceño e hice un mohín. Kate rió. Cogió una cucharada de la tarta y le extendió hacia mí —. Es broma. Toma.

Probablemente no diese una imagen demasiado profesional, pero acepté el trocito de tarta igualmente.

—¿A qué hora acaba tu turno? —me preguntó.

—A la una. Después estoy libre.

Kate asintió con la cabeza y miró la hora en su teléfono. Sonreí al ver la foto que tenía de fondo de pantalla. Era relativamente reciente, del veintiocho de junio, y en ella salíamos los cuatro, cada uno sujetando una de las banderas pertenecientes al colectivo LGBT.

—¿Te apetece ir a comer conmigo a algún sitio cuándo termines?

—Claro. La verdad es que me muero por salir un rato y tomarme algo fresquito.

—Perfecto —sonrió —. ¿Crees que a Lydia le importará si te espero aquí?

Me encogí de hombros. Probablemente no, pero tampoco podía asegurarle nada.

Zoe & Axel ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora