«Renunciar a ser niños, renunciar a ser príncipes, y afrontar ser reyes a los veinte años no era fácil; y mucho menos si aún no resolvían sus problemas amorosos, ni protegían al mundo con sus poderes. La última y definitiva batalla se acercaba más r...
En realidad le había costado mucho decidirse en hacerle caso o no a Jackson. Temía enterarse de algo que cambiaría su forma de ver la cosas por completo, algo que transformaría su vida a mal, porque no estaría siendo engañado. La verdad de una mentira guardada celosamente siempre dejaba un sabor amargo, a pesar de ser transparente como el agua.
Pero ahí estaba, con el corazón latiendo fuertemente contra su pecho, bien escondido entre la oscuridad, observando el edificio trasero del palacio, sin dejar de mirar las puertas que Jackson le había indicado que le abrirían los ojos.
Estuvo así durante unos diez minutos cuando la puerta se deslizó, acelerando la respiración de Woojin, quien sintió su cuerpo paralizado al ver a su padre, siendo despedido por una mujer semi desnuda que le rogaba por que se quede un rato más. Se le hizo asqueroso y repulsivo, por lo que sin más salió de su escondite y se encaminó sin miedo donde su progenitor, quien lo miró incrédulo, pero que pronto volvió a su expresión dura de siempre.
— ¿Qué significa esto, padre? — cuestionó al borde de estallar en rabia.
— ¿Ahora me sigues? — interrogó indignado. Aquello lo enojó aún más.
— ¿Por qué esa mujer te besó en los labios? — hizo caso omiso a su pregunta anterior. — ¿Por qué sales de ese lugar a altas horas de la noche? ¿Por qué?
— No tengo porqué darte explicaciones, pero eres mi hijo, así que comprendo que sientas que estás en el derecho de cuestionar mis acciones. Sin embargo, WooJin, sé perfectamente que sabes qué estaba haciendo. Eres lo suficientemente grande para saberlo, ¿no es así? — habló con simpleza, como si no fuera la gran cosa.
— ¿Desde cuándo le eres infiel a mi madre? — interrogó, intentando no hacer notar su furia.
— Sé que esto puede parecer una traición de mi parte, pero debes recordar que antes era totalmente normal para el rey tener un harem de mujeres jóvenes y hermosas para él solo, teniendo a su esposa principal y-
— Es repugnante. — sentenció, interrumpiendo su vaga y estúpida excusa.
— ¿Qué dijiste?
— No estamos en esos tiempos, padre. — dijo con dureza. — Lo que hace va en contra de lo que una vez juró cuando se casó con mi madre-
— ¿¡Tu madre!? — le cortó inmediatamente con burla. — ¿Desde cuando te preocupa tanto ella? . . . ¿Acaso la recuerdas en todo este tiempo de vida que tienes?
— Claro que sí . . .
— No, no es así. — dictaminó el hombre con convicción. — Sólo vivias viéndome a mí, admirandome a mí, porque nunca te interesó ni por un segundo detenerte a pensar si tu madre estaba orgullosa de ti, porque sólo buscabas mi aprobación. Así que no seas patético, Kim Woojin.
Cierta parte de lo que había dicho le había chocado y dejado sin palabras, porque era verdad. Sin embargo, Woojin no deseaba que sea así siempre, no desde ese momento.
— Puede que tenga razón, padre. Pero eso no quita que lo que ha estado haciendo sea repugnante, y que a partir de ahora . . . Yo ya no lo admire como en el pasado, porque tengo a alguien más como mi meta de realización. — habló claro y firme, dejando al mayor pensativo y confundido.
— ¿Alguien más?
— Sí . . . Y a diferencia de usted, yo lo he visto con todo y defectos, pero aún así me ha parecido perfecto, y deseo ser como él algún día. — confesó, sin poder creerlo él mismo. — A partir de ahora . . . Me concentrare en ser mejor que usted, alteza.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.