Capítulo 5.

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12 AÑOS DESPUÉS.

Los años han pasado y se han clavado en mi cuerpo y mente. He sufrido en carne propia el peso de las batallas y de la lucha en garras, de la soledad y la frialdad de los corazones.

A mis 12 años tuve que volver al palacio y ver el lugar en donde crecí hecho ruinas, totalmente acabado. No había un cimiento, ni bases, solo polvo y escombros.
Tuvimos que reconstruirlo completamente y volver a cultivar recuerdos entre cada ladrillo puesto.

Me vi obligado a crecer en medio de la rigidez de la guerra, me exigieron ser fuerte, aparentar estar bien aún cuando estaba destrozado por dentro, porque un rey jamás debe ser débil.

Mi única compañía fue Francis, mi mentor, consejero y único amigo. Cambié los juegos por reuniones del tribunal de guerra, cambie los cuentos por libros sobre el arte de la batalla y los abrazos por los combates.

Mi corazón se fue enfriando poco a poco mientras practicaba cada noche como dejar de llorar por mis padres hasta que lo conseguí.
El mundo me obligó a ser rígido y levantarme para caminar hacia mi inminente destino. Ser rey.

Me coronaron a los 15 años y a esa edad ya me había acostumbrado a vestir de negro y antes de eso, goberné con ayuda de Francis y de los nobles del consejo, pero cuando llegue a esa edad pude liderar con autonomía, nadie podía refutar mis decisiones. Era y soy el monarca supremo.

Saqué lo peor de mi en estos años y me convertí en un hombre violento que disfruta asesinar para volcar mi rencor y resentimiento, quitándole la vida a alguien más, lo cual me ha hecho acreedor de un par de cicatrices al rededor de mi cuerpo pero siempre teniendo cuidado de no manchar mi pecho con ninguna herida.

Mientras ponían la corona sobre mi cabeza, las lágrimas intentaron traicionarme al ver que no era mis padres quienes atestiguaban mi avance.
Por ellos decrete el 7 de junio como su día conmemorativo, en donde cada persona debe colocar velas en su honor. Prohibí las estúpidas y malditas flores, siendo castigado cualquier florestero y todo aquel que las cultive.

De un solo golpe cerramos las floristerías y se arranco cualquier flor que este en los jardines de los pobladores.
Infundí mi intimidación a cada uno de ellos hasta cuando nadie fue capaz de mirarme a los ojos, acercarse sin autorización o desacatar alguna de mis ordenes.

Yo mismo pegue los trozos de mi alma y ahora soy un ser remendado que se niega a volver a quebrarse por la presión de las emociones reprimidas a través de los años.

En todo este tiempo avanzamos significativamente en muchas áreas. Impedimos que el control de Silas se cerniera sobre la nación, hicimos el nuevo palacio un millar de veces más grande que el anterior, le agregamos motor a los carruajes y los volvimos automóviles, construimos aviones después de batallar con millones de intentos, hicimos crecer nuestro ejército hasta cuando se volvió el más grande y poderoso, con mejores armas y lleno de hombres dispuestos a morir por su nación.

Empodere mi reino atacando a otros, desterrando a las personas que restaban, asesinando a quien no me servía para alcanzar mis objetivos, ejerciendo violencia en aquellos que creen en la benevolencia y saqueando las riquezas de alguien más.

- Majestad. - Llama el barón Russo, devolviéndome a la realidad.

- Lo escucho. - Respondo sin saber bien cual es el rumbo que lleva la conversación.

- Será difícil tener al rey Silas en el paredón, pues se abstiene de asistir a eventos públicos.

- Es decir, ¿ya no hacen ningún tipo de evento social en Mishnock? - Pregunta Francis a mi lado.

El corazón del Rey. [Rey 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora