La princesa y el mundo de dulces.

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Cierto día en el castillo, la pequeña niña caminaba jugando con su muñeca en un pasillo, cuando una canción sonó detrás de un telón, la niña curiosamente se acercó a este y miró detrás de él, para su sorpresa, había una pequeña puerta, justo de su...

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Cierto día en el castillo, la pequeña niña caminaba jugando con su muñeca en un pasillo, cuando una canción sonó detrás de un telón, la niña curiosamente se acercó a este y miró detrás de él, para su sorpresa, había una pequeña puerta, justo de su tamaño, la música era tan agradable que quería escuchar más de serca. Al abrir la puerta, vio unas lindas hojas de menta, al principio ella solo quería escuchar la música, pero media vez se encontraba mas adentro del nuevo mundo, se dio cuenta que en donde ella estaba, era un mundo de dulces. El rio era de jugo de naranja, los árboles de chocolate y regaliz, el césped era de menta, cuando de pronto, se topó con un pequeño animalito, parecia un adorable León.

—¿Quién eres?— preguntó ella.

—Soy Roy ¡Un pequeño niño del Mundo de Dulces! ¡Todo lo que ves es comestible, las plantas, arboles, y hasta las casas!

La princesa y el león comenzaron a ser amigos desde ese momento, visitaron lugares fantásticos, como la casa del conejo de pascua, el castillo de algodón de azucar y muchos lugares más.

Pero cuando llegaron al final del valle de margaritas, la princesa le pregunto a su pequeño amigo, ¿Que eran esas flores de caramelo marchitas? Pues en todo el bosque no se habian visto flores de ese tipo.

—Oh... Son flores con sal y limon... 

Cada vez que había sal en algun lugar del acaramelado mundo, las flores, árboles y también animales dejaban de vivir.

Pero desde las sombras... ¡Un ser muy apestoso y amargado salió! ¡Era el! ¡El malvado Ajocebolla! Una criatura con cuerpo de cebolla, cabeza de ajo, manos y pies de los tallos de cebolla.

—¡Los voy a matar!— protestó.

—¡No!— los niños corrieron lo más lejos que pudieron. Y al llegar donde la Reina Regaliz, ella muy preocupada supo que debían hacer algo.

—¡Haremos un ancho muro de sorbete!... O tal vez no... ¡Una trampa de gelatina!... O quizás no... ¡Ya sé! ¡Todos comeremos chocolate para que la sal no entre a nuestro cuerpo!... Mmm bueno eso realmente no es nada lógico...

El reino entero estaba desprotegido, hasta que la princesa y Roy dijeron que era mejor encerrar al malvado Ajocebolla, y cuando llegó el momento que Ajocebolla se acercó al reino, ellos lo atraparon con redes de menta y azúcar.

—¡Oh no! ¿Porqué estos niños otra vez?...

El malvado Ajocebolla ya no les haría daño, le quitaron su suero con sal y todos descansaron en paz, no había ya nada que temer...

Hasta que esa noche, Ajocebolla se escapó de la cárcel. Fue donde la Reina Calabaza, quien detestaba a los del otro lado, así que feliz le dijo que sí a la propuesta de Ajocebolla.

Llenaron grandes tanques con agua y sal, fueron en camino al Reino de Dulces.

Pero por suerte, la princesa al lado de la reina estaban viendo desde muy lejos lo que pasaba. Se dio la orden a todos los animales de dulces que fueran a otro lado con comida suficiente. La mamá de Roy cortaba las margaritas de galletas, Roy llenaba grandes jarrones con jugo y soda, y la princesa llevaba a todos a un solo lugar que la reina había dicho. Detrás de unos árboles viejos de la antigua Ciudad Caramelo que hace tiempo había sido abandonada.

Cuando la Reina Calabaza llegó al castillo, no había nadie.

Mientras tanto, una pequeña menta que era un científico, hizo una poción que los iba a endulzar aunque no quisieran.

Cuando ya todo estuvo listo y la Reina Calabaza muy enfadada, la princesa y Roy salieron en busca de ellos.

—¡Mirame aquí estoy!—  decían burlándose.

—¡Hoy no se me escapan niños!— dijo Ajocebolla.

Llevaron a todo el ejército hacia el lugar de la trampa. Había un enorme sorbete esperando por ellos, y cuando los niños pararon, el ejército también, sólo que a ellos les cayó la gran masa dulce desde arriba, y así el Mundo de los Dulces nunca más tuvo miedo por la sal, el limón o las cebollas.

La princesa regresó al castillo, feliz porque sus nuevos amigos estaban a salvo.

Fin.

Fin

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