Prólogo

650 38 1
                                    

Abro la puerta decidido a jugarme todas mis cartas bajo la manga.

—¿Qué quieres ahora? —dice Cole en cuanto me ve irrumpir en su oficina. Volviendo inmediatamente la vista hacia los papeles que tiene en las manos—. Debes estar en busca de algo, para que aparezcas por aquí.

Esta oficina siempre me ha parecido horrible, llena de papeles y carpetas, sin importar a qué lugar vea siempre las hay. El olor a cigarrillo y a whisky está impregnado en el ambiente. Las paredes amarillentas que fueron blancas en sus mejores años. Sin olvidar al hombre que tengo frente a mí, llevando ese traje impecable, su cabello negro peinado perfectamente hacia atrás, su rostro inexpresivo y mirada intimidante. Viéndolo bien no va nada con el lugar.

Casi puedo ver la velocidad en la que trabaja su cerebro, por supuesto, conozco cada aspecto de él, de mi segundo al mando en el escuadrón de inteligencia del Delta Force.

—Por supuesto. —Tomo asiento frente a él—. Ahora que el caso de Seyfried fue reabierto, creo que necesitaremos ayuda.

Regresa su mirada a mí haciendo una pregunta silenciosa, le regalo mi mejor sonrisa burlona en respuesta, algo que sé que odia... mucho.

—Todos los abogados están al tope de casos y este es en especial complicado. —Coloca los papeles con cuidado delante de él—. Y definitivamente queda descartado agregar nuevos al equipo, no tendríamos tiempo para prepararlos, así que estoy ansioso de escuchar tus brillantes propuestas.

—Posiblemente tengas razón —contesto. Abre los ojos sorprendido, creo que no ha notado el sarcasmo—, pero no tomaste en cuenta que hubiera un abogado penalista perfectamente preparado para este caso en específico.

Se toma su tiempo para pensarlo, buscando en el interior de su cerebro la información de cada uno de los abogados de la ciudad, intentando acertar con mi insinuación. Es tan divertido hacerlo pensar más de lo normal.

—A menos que sea un Bodrov, no hay nadie más calificado en un radio de doscientos kilómetros. —Entrelaza sus manos frente a él—. Y bien sabes que ellos están fuera de juego, en especial en este caso, pero debo suponer que eso ya lo pensaste.

Asiento.

—No es un Bodrov, tienes mi palabra —intervengo. Bueno a mi favor debo decir que no es literalmente hablando una Bodrov. Le entrego la carpeta que contiene la información de quien ha llamado mi atención—. Revísalo, no sé cómo lo harás, pero quiero trabajar con ese abogado y no pienso trabajar con nadie más.

Intrigado por mis palabras, abre la carpeta. Su rostro para de la seriedad a la incredulidad, sé exactamente lo que está viendo. Toda su información personal, todo aquello a lo que tengo ilegalmente acceso. Me mira como si me hubiera salido otra cabeza.

—Ni siquiera es un abogado aún, estás perdiendo la cabeza, T. —Me mira con los ojos entrecerrados. Me analiza o al menos lo intenta, pero no tiene la menor idea de que tan comprometido estoy con esto.

Sonrió.

—Amigo mío, no tienes idea hasta qué punto.

SECRETOS | Código: ViperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora