𝐁𝐀𝐃 𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 | 𝐉𝐉𝐊

31 • 𝚂𝚘𝚢 𝚜𝚘𝚕𝚘 𝚝𝚞𝚢𝚘

Amelie

El sonido de la puerta hizo que dejara el pequeño platillo de bocados sobre la mesa ratona de la sala, quitando la suave manta de mi cuerpo que me había atrevido a traer ya que estaba viendo una película bastante peculiar en mi noche de descanso.

No esperaba a alguien ya que considerando el horario, suponía que nadie -de las personas que yo conozco en este ámbito- podría pasar a verme. Desde ya sabía que Jimin no era porque hoy tenía una reunión de trabajo en un restaurante de la localidad. Por lo tanto, la loca idea de que sea Jungkook, había atravesado por mi mente inundando mis conocimientos en una ilusión homogénea del momento.

Visualizo por el pequeño agujerito de cristal que tenía la puerta, y en cuanto comprendo que es él con un bolso sobre su hombro, acomodo mi cabello y parte de la ropa que yacía puesta, odiando haber elegido algo casual y poco sexy, no es que buscara eso, pero desde que tenía este tipo de relación con él, todo el tiempo quería verme bien, decente, que la resultante apariencia de ser una niña desaparezca a pesar de mi edad.

Giro las llaves de la cerradura, y tiro del picaporte hacia mi cuerpo en un intento por abrirla; dejando a mi vista el cuerpo fornido del azabache que por primera vez estaba casual -como yo- y no tan elegante como siempre suele estarlo. Utilizando pantalones de multibolsillos a los costados, algunas tiras decorativas sueltas y borcegos que no parecían en nada a los de la policía, éstos parecían ser más sueltos y livianos. Subo mi mirada hacia arriba con disimulo para que no note mi apreciación de su complexión y no me sorprendo al ver una camiseta de mangas cortas negra. El color no parecía existir en su armario, y si mi madre lo viera, ya saldría con sus tonterías de "tiene el Alma entristecida"

Jeon Jungkook no estaba triste.
Jeon Jungkook era un buen seguidor de la moda, algo así como los e-boys. Pero uno grande y maduro que dejaba admiración al ver su buena manera de vestir.

Mis ojos se encuentran con los suyos, visualizando como reflejo su pertinente cabello negro caer sobre su frente con pequeñas ondas, quizás estaba un poquito más largo que semanas atrás, además de que se notaba que había sido peinado gracias a sus largos y finos dedos.

⎯⎯ ¿Te sorprendí? ⎯⎯ murmura estirando una de sus comisuras mientras que soltaba la correa del bolso, su brazo derecho siendo inflado por músculos expectantes y venas que decoraban el largo de éste, tan igual como el brazo contrario.

Sonrío como boba al oír su voz ronca y gruesa que provocaba la elevación de mis bellos por las extremidades, me dirijo a su anatomía en un intento por saludarlo, pero un jadeo escapa de mis labios ante el acercamiento brusco que él mismo proporciona, envolviendo mi cintura con sus brazos y yo procedo a hacer lo mismo pero en su cuello.

⎯⎯ Sí, mucho ⎯⎯ jugueteo con los mechones de su cabello que descendían por la nuca. Observando su precioso rostro adornado por lunares y una casi invisible cicatriz en su mejilla que de lejos no se puede apreciar. Todo en él lucia tan perfecto que no creo que tenga algún tipo de error más que el de enamorarme día y noche como lo hacía.

⎯⎯ Y... ¿No piensas besarme? ⎯⎯ pregunta con una sonrisa coqueta, más sin embargo, no procedo a responder algo que él inmediatamente se apodera de mis labios mucho más antes de lo que podía procesar. Mordiendo lentamente mi belfo inferior hasta hacer que abriera mi boca levemente como bienvenida a su lengua, sólo que ésta parece mantenerse en su lugar para nada más ni nada menos que rozar a su antojo cada partitura, tentándome, deseando por más contacto aunque por un momento me hace sentir extraña.

No su forma de besar, sino el perfume que su ropa o quizás él mismo emanaba. No era igual a la colonia que solía usar, esa fragancia estaba ahí pero se mezclaba con otra desconocida, ocasionando que sea dulce al primer tacto con mis fosas nasales, pero luego volviéndose agrio al ser tan intenso y empalagoso. Era raro y un tanto sustancial al alejarme de Jungkook por la fea sensación que tenía en el medio de mi pecho. Ese mismo olor me apartaba, como si fuéramos el mismo polo de imanes.