~EXPRESO~

8K 822 153
                                    

El viaje hacia la estación no resultó incómodo a pesar del largo camino y del tiempo que se estaba tomando el taxista para llegar.

Ambos se encontraban compartiendo asiento con una dulce anciana que el confundido conductor había recogido en una parada poco habitual.

Pero eso no era lo que estaba preocupando a Harry, este sentía que Lupin ya sabia del regalo que le había dado Sirius antes de salir del número doce, un regalo que aún mantenía en su bolsillo.

—Solo lo puedes usar cuando sea necesario—le comento mirándolo de reojo debido a que la anciana estaba sentada en medio de ambos—. Cuando te haga falta consejos.

Harry asintió.
—Pero... ¿Solo le hablo?—le preguntó con curiosidad, su padrino no le había explicado con detalle.

—Si... Solo llamalo. Es fácil.

El silencio volvió a sentirse en el auto con cada minuto, el azabache mantenía su mirada en la ventana y fruncía el ceño cada vez que pasaba un auto, esa era la única forma de no parecer congelado y mantenerse entretenido.

—¿Es tu hijo, papito?

Ambos se sobresaltaron y miraron a la dulce anciana que tenía una sonrisa en el rostro.

—Ah... No—le respondió Lupin—. Es mi... el hijo de mi amigo. Lo estoy acompañando a la estación.

—Oh, que lindo gesto de tu parte—le comento—. Yo recuerdo la primera vez que fui a la estación, iba acompañada de mi mejor amigo. Pero cuando llegue mi pareja me estaba esperando, el que actualmente es mi esposo—río de dulce manera—. ¿Se lo imaginan? Creyó que lo estaba engañando, que vergüenza sentí ese día..

Remus sonrió forzadamente.

•~•

—Hemos llegado—anuncio el taxista.

Fue un alivio muy grande llegar a King’s Cross, Harry fue el primero en salir dando paso a la dulce anciana que le dio unas palmadas en el rostro en forma de agradecimiento.

—Desde aquí puedo solo—le dijo a Lupin desde la puerta del taxi—. No creo tener problemas—sonrió, lo cual era cierto, el  ya estaba acostumbrado a entrar en el andén nueve y tres cuartos—. Gracias por acompañarme. Dile a Sirius que por favor no haga nada fuera de lugar.
Remus asintió con una sonrisa.
—No te preocupes—le dijo—. Y no olvides lo que te dije. Antes de informar a Sirius de algo, ve primero con Dumbledore.

Se despidió de Lupin y arrastrando su pesado baúl y la jaula de su lechuza al costado, siguió su camino para adentrarse en la estación en busca del anden nueve y diez.

No había más que caminar recto a través de la barrera, aparentemente sólida, que separaba los andenes.
No llego a tener ninguna dificultad, debido a que no tenía al costado la compañía de los Weasley no llamaba la atención de casi nadie.
Camino despreocupadamente, y
la atravesó... y, al hacerlo, el andén nueve y tres cuartos se materializó allí mismo, ante sus ojos.
El expreso de Hogwarts, una reluciente máquina de vapor de color
escarlata, ya estaba allí, y de él salían nubes de vapor que convertían en
oscuros fantasmas a los numerosos alumnos de Hogwarts y sus padres,
reunidos en el andén.

Al reconocer a los Weasley a una distancia,  no perdió tiempo y entro a coger sitio, no tardo en colocar su equipaje en un compartimiento de uno de los vagones
centrales del tren.

Se sentó a esperar que el silbato sonara y alertara a los alumnos que debían abordar el tren.
El sueño le vencía y la incomodidad de escuchar a los Weasley conversando crecía cada segundo, a pesar de que había elegido un compartimiento a una distancia prudente.   

Bajo la mirada y suspiro, lo mejor que podía hacer en ese momento era dormir. Se levantó, cerro la ventana y se volvió a sentar pesadamente. Poco a poco fue pegando las pestañas.

Después de unos minutos sonó el silbato, y todos los alumnos empezaron a abordar.
El tren piso muy fuerte y comenzó a moverse.

Harry había perdido la noción del tiempo, se había quedado profundamente dormido,  que no pudo darse cuenta que dos jóvenes  pasaban cerca de su compartimiento conversando de algo muy interesante.

—¿Me hablas con la verdad?

—Claro que si... Mi padre pensó en enviarme a...

—Espera—el primer joven que estaba a la derecha levanto su brazo deteniendo a su compañero—... Ese... ¿Ese no es Potter?—sonrió burlonamente—. Es algo despistado ¿No lo crees? Mira que... Eso de dejar la puerta abierta.

El otro joven giro el rostro viendo hacia el compartimiento.
—Por algo es Potter—murmuró.

—Si—rió—. Sabes, Draco. Mejor te espero en el compartimiento—negó divertido y siguió su camino.

Draco resoplo. Ingreso al compartimiento de Potter y cerro la puerta.

Las horas pasaron y el momento de la señora del carrito llegó, Draco compró unos cuantos pasteles en forma de caldero.

—No puedo creer que siga durmiendo—comento acomodando los pasteles en el asiento desocupado—. Ya debería estar despierto...—se acercó y despacio empezó a samaquearlo—. Oye... Harry... Ey... ¡Despierta!—resoplo al no tener resultado. Lo miro por un momento y se acercó despacio a su rostro.

—¡Te atrape!

Draco se sobresalto y grito por el tremendo susto que le habían propinado.

—¡Estúpido, cara rajada!

Harry río.
—Ya estaba despierto desde que llego el carrito de la comida, jamas creí que intentarías hacer eso—se puso serio—. Muy mal, señor Malfoy, muy mal.

—No te creas mucho.

Harry negó con una sonrisa y se acomodo en el asiento recostando su cabeza en las piernas del rubio.

—Sabes... Desde aquí tu rostro se ve mas pálido.

Draco lo miró serio, luego sonrió y acerco su rostro para unir sus labios con los del azabache.

~•~

Cuando se abrieron las puertas del tren, se oyó el retumbar de un trueno. La lluvia que había empezado desde la mañana caía entonces tan rápida y
abundantemente que era como si les estuvieran vaciando sobre la cabeza un cubo tras otro de agua helada.

—¿Como crees que se vea?

—No lo se—le dijo Harry—... Dos enemigos caminando juntos, tal vez confirmando los rumores  que se escuchaban en vacaciones—se percato de la mirada incomoda de Draco—. Oye, esta bien. No importa, no hay nadie que puede hacerme la vida imposible, bueno tal vez volder...—no termino de mencionarlo por la expresión del rubio—... Esta bien. Además dudo que tu padre pueda entenderlo si se enterará. No me importa seguir en secreto, por mi normal.

Draco lo miro por un minuto, luego le sonrió agradecido y camino despacio hacia un grupo de Slytherin.

Harry tubo que seguir su propio camino. Solo y tiritando por el frío, avanzaba muy despacio por el oscuro andén con el resto del alumnado.

Cien carruajes sin caballo los esperaban a la salida de la estación. Harry, Neville, Seamus y Dean  subieron rápido a uno de ellos, la puerta se cerró con un golpe seco y un momento después, con una fuerte sacudida, la larga procesión de carruajes traqueteaba
por el camino que llevaba al castillo de Hogwarts.

Always-Nuevo inició.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora