Capítulo 3

1.5K 226 3
                                    

Julio, 2016

Timaeus



Sin importar lo mucho que lo intentara no era capaz de quitarme de la cabeza lo sucedido con Maya, no solo porque fue un acto horrible en sí, sino porque los responsables seguían impunes. Algo dentro de mí se revolvía cada vez que presenciaba o sabía de una injusticia, era algo que no podía controlar.

También mi curiosidad crecía con cada clase. No volví a pedirle que se quedara por miedo a asustarla más, pero no podía negar que estaba intrigado. Ese día luego de enterarme lo que le había sucedido en cuanto llegué a casa recordé lo que me había entregado antes de huir.

Eran unas partituras con una gran cantidad de notas escritas al azar y sin embargo de inmediato colores cálidos y alegres comenzaron a aparecer en mi cabeza. No necesitaba de ningún instrumento para saber cómo sonaba. No era más que una maqueta, pero con los arreglos correctos podía llegar a ser motivadora, esa clase de canción que puede cambiar tu ánimo apenas la escuchas. Sin embargo, al mismo tiempo venía a mi cabeza la pregunta ¿cómo era capaz de hacer música así?

Sintiéndome incapaz de entender nada me siento en mi cama con la mirada perdida. Hoy es domingo y no debo dar clases, aparte de eso sé que la mayoría de mis hermanos también estará con la agenda libre, lo que significaba que era un día para hacer lo que quisiéramos. Antes de que pueda pensar en algo más Thanos irrumpe en mi habitación haciendo una entrada triunfal en su ropa de deporte.

—Hey, tú. Mueve tu culo y vístete. Vamos al club —ordena de manera juguetona y es que nuestra vida es normalmente así. Cada uno de los dos decidíamos de vez en cuando que se hacía y el otro lo seguía.

Aunque en esta ocasión me parecía una muy buena idea. Hacer algo de deporte me ayudaría a liberar un poco de estrés y despejarme un rato.

—Estaré listo en seguida.

—Más te vale.



Me siento en el puto cielo mientras estoy sentado en el asiento del copiloto en el convertible de Thanos. Y es que este auto se lo compró hace un par de meses, pero hasta ahora no había tenido la oportunidad de conducirlo a gusto y aunque el club estaba bastante cerca de la casa era una verdadera maravilla sentir el viento en el rostro bajo el tibio calor del sol de la mañana. Era de esos pequeños placeres en la vida que había que disfrutarlos al máximo.

—Has estado muy ocupado últimamente —saca de la nada.

—Si, bueno. Estoy haciendo lo que papá pidió.

—Uhmm... —Su respuesta hace que lo observe de reojo—. Me sorprende que te lo haya pedido a ti y no a alguien más.

No sabía exactamente como tomarme eso. Osea yo tampoco es que estaba muy seguro de eso y hasta que mi padre no lo dijo con todas sus letras no fui capaz de entenderlo, pero que eso saliera de la boca de mi gemelo me hería de una manera que no podía describir.

—Oye, soy bastante bueno —me defiendo, aunque no sé muy bien por qué lo hago.

—Tim, no dudo que lo seas. Todos lo somos. Somos músicos profesionales, solo digo que quizás los otros serían más confiables para Colburn.

Aunque hablaba en plural no me dejaba de molestar cada cosa que estaba saliendo de su boca hoy. Soy muy consiente de que no hemos sido los hijos modelo, ni los hermanos tampoco. Siempre hemos sido impulsivos y casi no pensamos en las consecuencias de lo que hacemos, pero eso no quería decir que lo fuésemos a ser toda nuestra vida.

SAGA LUX III | Los colores de TimaeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora