Capítulo 9 - Verdades que duelen

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¿Pero qué estoy haciendo? Claro que tendrá cosas que hacer, es militar, no está aquí de vacaciones

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¿Pero qué estoy haciendo? Claro que tendrá cosas que hacer, es militar, no está aquí de vacaciones. Me siento estúpida por haber preguntado. Estoy a punto de desistir y largarme cuando veo que mira su reloj y me contesta:

—En este momento no, ¿Por qué?— ¡Oh! No tiene nada que hacer. Es mi momento. Esperaba que me dijera que sí, que tiene guardia, o que salir a algo, o lo que quiera que sea que haga su unidad aquí... ¿Pero qué le digo? Oye Blaime, ¿Vamos a dar un paseo? Seguro que me dice que no y hasta se ríe de mí. Madre mía, qué vergüenza. Mientras todas estas dudas saturan mi cabeza, él está ahí, mirándome, esperando una respuesta. Y yo no sé por dónde salir, qué inventarme para que me acompañe. Soy patética ahora mismo. Se cruza de brazos para preguntar con impaciencia

—¿Quieres algo?— Vamos Sheyla ¡piensa!

—Si...— ¿Qué excusa le doy para que suene creíble? Sigue mirándome arqueando las cejas sin entender nada.

—¿Y bien?— Inquiere.

—Necesito ir a la ciudad a hacer unas gestiones— Casi pone los ojos en blanco cuando oye lo de la ciudad.

—¿Otra vez?— Pregunta con desgana.

—Si, otra vez— Respondo molesta. Va a decir algo, supongo que sobre el tema de informar de los desplazamientos y todo ese rollo burocrático, pero me adelanto a su sermón— Ya ha hablado Chel con tu superior y lo autoriza —Bien, por ahora voy bien. A juzgar por la expresión de su cara parece que se lo traga. Bufa, mira por un momento al cuartel mientras se lleva la mano al bolsillo para sacar las llaves de uno de los jeeps y contesta con un movimiento de cabeza.

—Pues vamos— Y como siempre, va él por delante.

Tomamos uno de los vehículos y nos alejamos del pueblo rumbo a la ciudad. Llevamos ya un rato en la carretera cuando los remordimientos por haberle mentido me carcomen por dentro. Cada vez falta menos para llegar a Kigali y una vez allí no sé qué le voy a decir ni qué voy a hacer para que mi coartada se sostenga, por lo que mejor será que le diga la verdad cuanto antes.

—Oye Blaime...

—Qué— Responde sin apartar los ojos de la carretera.

No se como seguir, como contarle que lo de la ciudad no es verdad, que lo que quiero es dar una vuelta y conocer este sitio. Temo su reacción al enterarse de que le he metido una trola porque se va a enfadar seguro, pero aún así, tengo que decirle la verdad. Ahí va.

—Que no hace falta que vayamos a la ciudad— Entonces me mira fugazmente sin entender nada, antes de volver a fijar la vista de nuevo en la carretera. Armándome de valor, continuo — Que Chel me ha dado el día libre, y no tengo que ir a la ciudad para nada...— Extrañado, frunce el ceño intentando encajar las piezas de este puzle sin sentido para él —Pero lo de que avisó en el cuartel es cierto— Añado en un intento por minimizar los daños colaterales de mi mentira. Una mueca de sorpresa mezclada con incredulidad se dibuja en su rostro mientras detiene el vehículo en el margen del camino.

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