66. Las «inesperadas» confesiones de Alex y Roy.

40.5K 7.5K 8.2K
                                    


Penúltimo capítulo que narra Luca...

------

66. Las «inesperadas» confesiones de Alex y Roy.

—Luca, ¿terminaste de empacar tus cosas? —me pregunta el abuelo desde el otro lado de la puerta.

—Sí, abuelo.

—Al llegar, que Ivanna lleve tu ropa a la lavandería y al estar lista la acomode de nuevo.

Suprimo una risa.

—Sí, ya le dije que eso tiene que hacer.

—Bien.

—Te veo al volver.

Escucho la silla del abuelo retirarse y veo el reloj.

Son casi las dos de la mañana cuando Alex, Roy y yo terminamos de jugar y, una vez discutimos sobre las veces que Alex se puso intenso durante cada partida, iniciamos una videollamada con el único objetivo, quizá, de ver quién de los tres luce más ojeroso. Porque ya es tarde y deberíamos estar dormidos. Tenemos que trabajar mañana. Pero las noches como hoy, que no nos importa desvelarnos, me recuerdan a nuestros días en la preparatoria y eso, extrañamente, me trae un aire de felicidad.

Antes la vida era más sencilla.

Los miro a los dos. Alex tiene la boca y los dedos untados de Cheetos, aún come el sobrante de la bolsa y Roy parece necesitar con urgencia una almohada.

—¿Y todas esas cajas detrás de ti? —me pregunta Alex al reparar en lo que dijo el abuelo—. ¿No ibas a llevar solo una maleta?

—Ya empaqué todo.

Hace a un lado la bolsa vacía de Cheetos y me mira serio.

—¿«Todo»? ¿Iba en serio eso de que te vas a mudar?

—Sí. Al volver de mi viaje con Ivanna sacaré todas mis cosas de aquí. El fin de semana busqué a dónde ir. Empezaré de cero.

—¿Y si te mueres de hambre?

—Estaré bien, Alex. Es algo que debo hacer.

Roy, sin decir nada, asiente dándome la razón.

Aparto una bolsa a un lado de mi ordenador, y cojo con nostalgia mi Funko de linterna verde edición limitada; lo acerco a la cámara para que Alex y Roy lo vean, los dos hacen una reverencia y lo devuelvo a su lugar. Es el único que me falta meter a la caja.

Ya guardé cada uno de mis recuerdos; obsequios que me dio mi padre, tarjetas de Clarissa, una pintura de mi abuelo, fotografías, diplomas... el delantal de mi primer empleo... mis dibujos.

Mi vieja bandolera no la he empacado, hace días que ya no la llevó conmigo y ahora, al igual que todo lo demás, es parte del pasado. Sé que debo comprar una bolsa más presentable y útil.

—¿Te llevarás tu bicicleta? —me pregunta Alex, sacándome de mis pensamientos.

—No. Se la dejaré a Clarissa. Compraré un coche.

—¿Un Maserati? —Él ríe.

—Uno más acorde a mi presupuesto, en realidad.

—De aceptar salir contigo, Ivanna no querrá subir en uno viejo.

—Pues tendrá que caminar.

Alex deja caer su boca y Roy termina de despertarse al escuchar semejante respuesta.

—Esto no lo hago por ella... bueno, sí, en parte —reconozco, limpiando con mis manos mis ojos—, pero de todas formas era necesario. Hay cosas que debo demostrarle a ella, a mi madre... y a mí. Esto, sobre todo, será bueno para mí.

El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora