Capitulo 16

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Mi reloj marco las 4:00pm, ya había terminado todos mis labores en la oficina así que me fui inmediatamente a casa de Jennie.

Ya debía de estar esperándome junto a la puerta cuando llegué, pues abrió de inmediato, salió y cerró con lave desde fuera.


—Vamos —dijo. No me besó como acostumbra ni me tocó, ni siquiera me dijo "hola" y yo volví a preguntarme si había pasado algo.


No tenía muy claro durante cuánto tiempo podría soportar aquella especie de montaña rusa emocional, pues lo cierto es que una nunca sabía muy bien a qué atenerse con ella. Ya en la calle, caminó junto a mí, pero sin mirarme ni una sola vez. Avanzaba a grandes pasos y, como siempre, a mí me tocaba trotar para poder seguirla La parte buena era que, mientras tanto, me iba poniendo en forma para los Juegos Olímpicos.


—¿Qué ha ocurrido? —le pregunté, al mismo tiempo que intentaba cogerle la mano y ella se apartaba a un lado.


—¡Lili , No lo hagas , No me ! —me advirtió con firmeza.


—¿Qué te pasa? —Desde luego, fuera lo que fuera, no podía tener nada que ver conmigo. Me pregunté una vez más qué habría ocurrido desde nuestra conversación telefónica. Dirigió la vista al frente una vez más y luego habló entre dientes.


—Si te toco ahora, tendré que hacerte el amor aquí, en mitad de la calle. ¿Es eso lo que quieres?

"Así que es eso", me dije... Sonreí y saboreé el momento esta loca por mi . La conversación telefónica me había excitado tanto que durante toda la tarde había tenido la sensación de estar sentada sobre brasas calientes, pero ella lo había pasado igual de mal que yo, o eso parecía. La miré, mientras avanzaba a toda máquina junto a mí. No, igual de mal, no: mucho peor.


Llegamos a mi edificio y subió los cuatro pisos sin esperar el ascensor como si la persiguiera un fantasma invisible. De verdad que jamás la había visto así: si aquel era el resultado de un simple masaje, en el futuro tendría que hacerlo mas seguido, o llevarla al cine y darle muchas mas atenciones, ya veo que le gusta.


Me esperó al final de la escalera con una expresión de impaciencia. Mientras yo giraba la llave en la cerradura para intentar abrir la puerta, me agarró por el trasero y me empujó contra la pared. Eso ya lo habíamos hecho antes, pero esta vez se trataba de algo completamente distinto: se abalanzó sobre mí, me sujetó con ambas manos y pegó sus caderas a las mías. Y me besaba por el cuello noté de inmediato el calor que emanaba de entre sus piernas.


"¡Madre mía —me dije—, ¡pero si es puro fuego!". Qué casualidad: yo me sentía exactamente igual.


—¡Por favor! —le supliqué—. Déjame abrir la puerta y vamos dentro, por lo menos, ya que hemos subido hasta aquí... ¿no?


Se apartó un poco y yo aproveché para terminar de girar la llave y abrir la puerta. Se subió sobre mí y rodeo mi cintura con sus piernas, la abrace por su cintura, un poco más y nos caemos dentro. Saqué la llave de la cerradura en el último momento y cerré la puerta de golpe.


Para entonces, ya me estaba besando y acariciando los pechos, o más bien todo el cuerpo. Nos dejamos caer al suelo, me sacó la camisa de los pantalones y me bajó la cremallera. Un instante después, me metió la mano justo entre las piernas.


—¡Estás muy mojada! —Lo dijo como si estuviera muy sorprendida.


—¡Ja! ¡Qué graciosa! Después de la llamada de esta tarde y después de esto... —A veces me preguntaba de dónde salía su ingenuidad, teniendo en cuenta su experiencia .

—¿Te ha excitado lo del teléfono? —me preguntó, muy sonriente.


—No, la verdad es que no —respondí, fingiendo indiferencia—.Cada día me llaman varias mujeres al despacho y prácticamente me hacen llegar al orgasmo. Me obligó a ponerme sobre ella.


—¿qué mujeres?...Lalisa ¡dime! , Entonces, lo mejor será que la próxima vez vaya a verte en persona.


—jajaja estas celosa eh? ¡Compórtate! —respondí, en tono amenazador. Sin embargo, cualquier otro intento de protesta por mi parte quedó anulado cuando selló mi boca con sus labios. La presión que ejercía entre mis piernas me hacía enloquecer. Su mano, inmovilizada por la tela de mis pantalones, estaba justo en el centro. Empecé a frotarme lentamente contra sus dedos y ella siguió mi ritmo como pudo. Apenas había empezado a mover la mano cuando tuve el primer orgasmo. Me sujetó para que no me cayera al suelo.


—¡increíble! —comentó—. ¡Y eso que la que estaba excitada era yo!


—Espero que lo estés —dije, jadeando. Me tumbé en el suelo, a su lado—. Porque ahora te toca a ti.


—Esto... —dijo—. Esta bien , pero... ¿qué tal si nos vamos a la cama? Me van a salir morados por todo el cuerpo.

Me di la vuelta y me puse en pie. Ella se levantó con su habitual elegancia. Mientras daba media vuelta, muy sonriente, para dirigirse a la habitación, empezó a desabrocharse los botones de la camisa.


—¡Espera! —dije. Se detuvo y yo la adelanté para poder mirarla a los ojos. Me observó con un gesto interrogante—. Me gustaría... Por favor, ¿puedo desnudarte yo?


—Su reacción no fue visible, pero algo acababa de cambiar: había alzado un muro entre ambas—. Esta bien —dije—, sólo era una pregunta. Pensaba que... —"Pensaba que confiabas en mí", quise decir,. Di un paso adelante y la abracé—. Perdona —le dije—, siempre te pido demasiado de golpe. Ella también me abrazó. Y muy fuerte .


—Qué raro es todo esto —dijo—. Hubo una época en que jamás lo hubiera permitido, pero ahora... En realidad, creo que a mí también me gustaría. —Por su tono de voz, tuve la sensación de que hasta ella misma estaba sorprendida de sus palabras.


—¿Estás segura? —dije, mirándola a los ojos.



—No —dijo, con una sonrisa encantadora—, pero podemos intentarlo. se sentó a los pies de la cama. Me incliné sobre ella y la besé; mientras lo hacía, le saqué lentamente la camisa de los pantalones y después me acuclillé frente a ella. Apoyé las manos en su cintura y la miré: ¿había en su mirada alguna señal de inquietud? Sostuve su mirada y, poco a poco, permití que mis manos exploraran la parte delantera de su cuerpo. Seguía observándome en silencio. Le desabroché el botón del pantalón y esperé. Después me incliné de nuevo y volví a besarla.


Si antes no había ocultado su excitación, ahora se mostraba muy reservada. Acaricié su cuerpo por debajo de la camisa hasta que noté la redondez aterciopelada de sus pechos, cuya suavidad me emocionó.


—te amo tanto —le susurré, mientras le mordisqueaba cariñosamente la oreja con los labios.


— Lisa yo.. yo... también te amo — al instante reacciono y se puso roja como un tomate y yo no pude evitar abrir mis ojos al máximo al fin me lo estaba diciendo? Mis ojos se tornaron un poco húmedos


—Lo dices , en serio, Jennie? Me amas? — le pregunte expectante


—Si Lisa , si te amo


—repítelo, dimelo de nuevo quiero asegurarme que no lo imagine


—jajaja Lalisa Manoban , estoy enamorada de ti , te amo te amo , te amooooooooooooo!!!!!


—jajaja me vas hacer llorar Jen — le ya dije con lagrimas rodando por mis mejillas , ella al instante las seco con el dorso de su delicada mano.


— al principio tenia miedo y me lo negaba a mi misma , pero ya no puedo ni sacarte de mi mente aunque lo intente no puedo , ya no tengo miedo Lili


—no lo tengas, no hay de que temer. Aquí estoy para ti y siempre lo estaré, este uno de los días mas felices de mi vida — Me rodeó con los brazos y me obligó a acercarme más. Me apoyé en su cuerpo y se dejó caer lentamente hacia atrás, sobre la cama. Muy despacio, empecé a desabrocharle la camisa, aunque estaba tensa, lo note, tal vez ella sentía presión por las palabras queme dijo .Dejé resbalar la camisa por sus hombros.


—Si quieres que pare, dímelo — murmuré para tranquilizarla. Busqué su mirada, pero tenía los ojos cerrados.


—No —respondió, con voz ronca. Me sujetó la cabeza y me obligó a bajarla hasta sus pechos—. ¡Por favor, hazme el amor! — dijo, con la voz aún más ronca que antes. Le besé los pechos y seguí bajando. Se estremeció, aunque no supe muy bien si por la excitación o por el momento . Deseé que fuera por la excitación. La oí respirar agitadamente por encima de mi cabeza. Le bajé la cremallera de los pantalones y metí una mano dentro. Ella gimió y yo la miré, pero en su rostro había una expresión impenetrable. Muy despacio, le bajé los pantalones hasta las caderas y coloqué la mano entre sus piernas. Empezó a balancearse de inmediato, con gestos muy sensuales.


—Oh, sí. Mi amor - Busqué el centro y empecé a frotárselo con suavidad, mientras ella alzaba las caderas y las sacudía desesperadamente hacia delante. Le besé los pechos una vez más, le introduje un dedo y empecé a moverlo muy despacio dentro de su cuerpo. Me incorporé un poco y la miré a los ojos: sacudía la cabeza de un lado a otro, excitadísima.


—Por favor Lisa ... —susurró, con los ojos todavía cerrados—, llevo todo el día esperándote. Me coloqué rápidamente entre sus piernas y le metí la lengua. Arqueó el cuerpo de forma automática y gritó. Jamás la había oído gritar así. Después se dejó caer hacia atrás. Me incorporé de nuevo y la abracé: respiraba con dificultad, como si acabara de escalar no una, sino varias montañas y, de repente, tuve la sensación de que aquella era la primera vez que se entregaba de verdad a mí, que ese día había decidido confiar por completo en mí.
Le aparté el pello de la cara.


—Cariño —le dije. Se movió un poco y luego se quedó quieta. Seguía con los ojos cerrados, en silencio, y pensé que se había quedado dormida. La dejé con cuidado sobre la cama y me dispuse a ponerme en pie.


—No te vayas Lili —dijo en voz baja.


—Pensaba que estabas durmiendo.


—No, sólo estaba... —Abrió los ojos y me miró—. No quiero pasar otro día como el de hoy , no te podía sacar de mi mente , no importa lo que hiciera —dijo, con un estremecimiento—. Ha sido espantoso.

Por la forma en que lo decía, tuve la sensación de que lo había pasado mal de verdad.— Es culpa tuya —me reí—. Si te dedicas a hacer esa clase de llamadas telefónicas...


—Es que ni yo lo entiendo. No te lo vas a creer, pero nunca lo había hecho.


—¿Nunca?. Jennie la gente empieza a enamorarse hace cosas así. Cuando dos personas están locamente enamoradas, sienten la necesidad de hacer esas cosas —afirmé.


—¿Ah, sí? —Lo dijo como si aquella fuera una idea completamente nueva, pero a mí me costaba muchísimo creer que nunca hubiera vivido una experiencia así.


—Sí —declaré, entre risas. Me puse en pie. Ella alargó una mano hacia mí.


—Por favor, quédate en la cama y abrázame ¿si?


—Nada me haría más feliz que quedarme recostada contigo amor —juré—, pero todavía tengo que hacer las maletas.


—¿Las maletas? —Preguntó, absolutamente perpleja—.¿Te vas?


—Sólo tres semanas. —Ahora me parecía que tres semanas eran muchísimo tiempo—. Es un viaje de negocios. Con mis colegas, Mi padre me necesita para que supervise una arquitectura que están terminando de construir para una sucursal de nuestra empresa y también para que demos una presentación del estado de la empresa de aquí en new york.


—tres semanas... —repitió con tristeza. Intenté animarla un poco.


—vamos Jen, no me pongas esa carita, Podemos hablar cada día por teléfono —propuse, en un tono que pretendía ser seductor y alegre al mismo tiempo—. Oír tu voz por teléfono es casi lo mismo que...


—Casi. —No parecía en absoluto convencida.


—Bueno, bueno —dije, para consolarla, y también para consolarme a mí misma—. Pasará muy rápido, ya lo verás. —Por lo menos, le quedaba la posibilidad de imaginar que al cabo de tres semanas volvería a estar conmigo, lo cual ya era mucho


—. Vamos a pensar en lo que haremos cuando yo vuelva, ¿si? Apenas me baje del avión iré a buscarte a tu apartamento y te llevare a comer a donde quieras, si es posible fuera de Seul para que no nos interrumpan y luego veremos una peli del genero que quieras acurrucadas en el sofá como a ti te gusta mi amor , te lo prometo y siempre cumplo mis promesas — Conservó la expresión triste unos momentos más, pero después empezó a sonreír maliciosamente.


—esta bien Lili, haremos todo eso cuando vuelvas y no es necesario salir de Seul para cenar ... hey amor hace calor me quitare las sabanas de encima —dijo. con tono seductor Quitándoselas dejando toda su desnudes expuesta a mi — te gusta lo que ves? — susurro antes de guiñarme un ojo


—Corta el rollo! —respondí—. Lo que quieres es convencerme para que vuelva a la cama. —En realidad, me había vuelto a entrar calor: verla en la cama desnuda era bastante tentador. Se fijó en mi expresión y se desperezó. Por lo general, no habría sido capaz de resistir la imagen de ella tumbada en la cama delante de mí, con las piernas separadas de aquella forma, así que no me quedó más remedio que recurrir a mi autocontrol


—. Sé razonable Jennie —le pedí, al borde de la desesperación —No sólo tengo que hacer las maletas, también tengo que revisar unos cuantos documentos. Si no lo hago, mañana cuando llegue allá a supervisar y a la presentación delante de los inversionistas, accionistas y socios me quedaré allí como una tonta sin saber qué decirle a mi padre, ¿Eso es lo que quieres? —Apelé a su compasión, cosa que en el pasado siempre me había funcionado.


En esta ocasión, también funcionó. Suspiró, dándose por vencida, y dijo: —Eres cruel. —El brillo de sus ojos me dio a entender que mentía como pinocho.


Después se acurrucó en la cama y se tapó con la manta—. No quiero volver a verte nunca más. —dijo en broma y se giró hacia el otro lado dándome la espalda. Su representación teatral me hizo reír. Realmente, actuar se le daba muy bien. Bueno, había otra cosa que se le daba mejor.


—Te recompensaré cuando vuelva, ya te lo prometí. —Me volví hacia el armario para coger la maleta.


—espero que no me estés mintiendo no te lo perdonaría —murmuró, resignada, aunque en voz lo suficientemente alta como para que yo oyera su comentario.


—Lo sé —dije, entre risas—. La vida es dura, chica.


—Ja, ja, ja —contestó, con desdén.
No pude dejar de reír mientras sacaba la maleta del armario y empezaba a guardar la ropa.


En la noche caminamos por el parque tomadas de la mano, fue la mejor sensación que he tenido en mi vida, la vi y note en ella tranquilidad, armonía, felicidad, me hizo feliz saber que yo era la razón de todo eso que la rodeaba.


Al volver del parque fuimos a mi apartamento y cenamos en el sofá mientras veíamos tv, luego nos acurrucamos, yo acostada y ella en mi pecho, quería grabar todos esos momentos con santana para llevarlos en mi mente durante el viaje.


A la mañana siguiente me llevo al aeropuerto en mi auto ella se lo quedaría durante mi ausencia en Seul, mis colegas Daniel y Jungkook habían tomado el primer vuelo.
Jennie me dio un beso eterno como queriendo retenerme con ella para siempre, estuvo conmigo hasta que anunciaron el vuelo.


—Te voy a extrañar Lili— vi nostalgia en su mirada y la tome por la cintura.


—Nini, no me pongas esa carita, antes que te des cuenta ya estaré de regreso, te lo prometo mi amor— le di un beso lleno de todo el amor que sentía por ella y estuve satisfecha al notar que era correspondido con la misma intensidad de sentimientos

𝙈𝙄 𝙍𝙀𝙄𝙉𝘼 𝘿𝙀 𝙇𝘼 𝙉𝙊𝘾𝙃𝙀 | 𝙅𝙀𝙉𝙇𝙄𝙎𝘼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora