XXVIII

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XXVIII. El Cuchillo y la Estupidez.



Hijo de Neptuno

Suelto a la bruja y me alejo de ella yendo a mi camarote.

—Don't waste your time! —La escuché decir antes de que cerrara la puerta luego de adentrarme en aquel cuarto.

Miré el mapa sobre la mesa, el candil en la mesa estaba con su llama iluminando el área cerca del mapa. Yo no acostumbraba a dejar ese candil prendido, porque ante un movimiento inesperado del barco podía caerse e iniciar un incendio.

Y eso fue justo lo que pasó frente a mis ojos.

El candil se cayó y la llama se esparció rápidamente por el mapa, corrí hacia la mesa con la esperanza de salvar tan importante trozo de papel e impedir que el fuego se propagase, pero al acercarme, miré como las llamas tan solo corrían alrededor de los bordes del mapa, pero no lo consumían. Supe entonces que esto era obra de Neptuno. Al mirar con detenimiento, me encontré con que aquellas llamas revelaban un nuevo mapa, ¡un nuevo curso! Me apresuré a tomar un papel y una pluma, tracé la ruta tan rápido como pude, y en el momento que finalicé, la llama se apagó dejando el mapa intacto.

Neptuno me había revelado que tenía que buscar un nuevo artefacto, y ahora me había revelado el mapa para encontrarlo.

Me senté a estudiar el mapa, normalmente me gustaba memorizarlos por si por alguna razón los perdía. No sabría decir cuánto tiempo pasé estudiándolo, pero cuando sentí que ya lo había aprendido, lo guardé.

No quería pensar en las palabras de la bruja, pero en el fondo sabía que tenía razón, por algo Neptuno había estado guiando todo tan meticulosamente.

Miro la puerta que da al cuarto donde duermo, sabiendo que Anea está ahí, camino hacia esa puerta, saco la llave de mi bolsillo y la abro. Hay tan sólo un candil encendido, pero eso es suficiente para que la pueda ver acurrucada, completamente dormida, y sonrío victorioso pensando que ella ya había dormido en mi camarote.

〰️🔱〰️

Anea

Cuando despierto siento que el barco ya estaba en movimiento. Ya habíamos zarpado.

Recordando donde me encontraba y la circunstancia por la que me había quedado aquí, me levanto de la cama y empiezo a golpear la puerta exigiendo que me saquen de este encierro.

—¡Capitán, abra la puerta! —Grité mientras golpeaba la puerta. —¡Capitán! —Repetí y entonces se escuchó su voz algo lejana.

—Ábrela tú. —Dijo y algo confundida traté de abrirla encontrándome así que ya no tenía llave.

Salí de aquel espacio sintiéndome algo tonta por no intentar abrir la puerta antes de ponerme a gritar, vi al capitán sentado frente a aquella mesa que exponía el mapa, él me miró y sonriendo agregó; —Al final si terminaste durmiendo en mi camarote. —Soltó triunfante.

—Si, capitán, pero no por voluntad propia. —Y después de decir eso me apresuré a salir, no quería que me volviera a encerrar.

Cuando salgo a cubierta veo a las gemelas sosteniéndose del barandal mientras miran al mar, iba a acercarme a ellas, pero Tom apareció en mi campo de visión, venía caminando hacia mi.

—Vaya, y yo que creía que te habías quedado en el puerto, ¿cuándo será el día en el que finalmente me desharé de ti? —Habló una vez que estuvimos lo suficientemente cerca.

—No lo sé, pero deduzco que no será pronto. —Respondí y Tom sonrió mientras negaba.

—Lo peor es que te creo. —Dijo y después vi como llevó su mano a su cinturón, de este sacó un cuchillo semejante en tamaño al que había perdido, aunque claramente no era el mismo, este tenía el mango de madera un tanto oscura, pero lo que lo hacía resaltar era una "A" grabada en el mango. Tom me lo entregó y yo algo emocionada lo tomé. —Te dije que te conseguiría un nuevo cuchillo.

A decir verdad no tenía palabras, estaba extasiada viendo con detenimiento aquel objeto puntiagudo que sostenía. ¡Era hermoso! Y aquella letra, la inicial de mi nombre, tan sólo me hacía sentir especial de tener algo así.

—Muchas gracias Tom.

Sabía que no le gustaban mucho los abrazos, o al menos no le gustaba que yo lo abrazara, pero aún así extendí mis brazos para darle un abrazo, aunque este terminó siendo bastante breve pues no tardó en alejarme.

—Si realmente querías agradecerme, no me hubieras abrazado. —Sentenció pero estaba sonriendo.

—Es el mejor regalo que me han dado, realmente lo es. —Informé mientras ponía el cuchillo en mi cinturón. Ahora si me sentía completa, y si bien sabía que no debía de depender mucho en las armas, me daba más seguridad saber que tenía mi cuchillo listo para cualquier situación.

—Podemos seguir practicando en la noche, y ahora que tienes tu propia espada y cuchillo será más interesante. Te enseñaré a manejar ambos al mismo tiempo. —Asentí inmediatamente, eso era algo que me gustaría aprender. Bajo una circunstancia de vida o muerte podía usar mi cuchillo y la espada por separado (ya lo había comprobado en la isla) pero la idea de poder manejarlos al mismo tiempo me llamaba.

Iba a decirle que se lo agradecería, pero entonces sentí como alguien me tomó del hombro y con rudeza hizo que me volteara.

—Por tu jodida culpa y la de Ice me he quedado sin camarote, la próxima vez que te vea a punto de morir tan sólo evitaré que te salven, así todos nos evitaremos más problemas. —Calum soltó completamente molesto, su rostro lucía facciones duras, y si no lo conociera diría que estaba a punto de arrojarme por la borda, probablemente lo haría si pudiera.

—Yo no te pedí ayuda, y si hay una próxima vez entonces siéntete libre de dejarme morir, no necesito que me salves, o ayudes a salvarme. —Respondí dando un paso cauteloso hacia atrás, porque debía admitir que de todos los piratas abordo, Taipan era al que más le temía. Él ya me había golpeado en la cabeza para dejarme inconsciente, ¿que le impedía volverlo a hacer? O algo peor.

—Ten por seguro que lo haré. —Casi juró mirándome mal antes de darse la vuelta para alejarse, miré con atención el enorme tatuaje de serpiente que se extendía por su espalda. Me pregunté porqué él casi nunca usaba alguna camisa, era como si él quisiera lucir ese tatuaje, y ahora me pregunté qué significado tenía este.

—Calum me da un poco de miedo. —Le comenté a Tom regresando mi atención a él.

—Taipan es intimidante, no lo negaré, pero es el tipo de pirata que te ayudaría a burlar a la muerte siempre y cuando él también pueda burlarla. —Confesó y la verdad es que no se me hizo tan creíble, pero supongo que yo no podía opinar mucho, Tom lo conocía de más tiempo.

—Su tatuaje de serpiente, ¿es importante para él? —Me adelanté a preguntar.

—Representa su apodo, adivínalo tú. —Tan sólo dijo, pero yo quería una explicación más explícita, mas lo dejé pasar.

—Ya, y regresando al tema del cuchillo, ¿qué tanto te costó robarlo? Porque después de lo que pasó, estoy considerando comenzar a robar. —Bromeé y Tom negó y miró hacia otro lado.

—No lo robé, lo compré, porque tú no querías robar y deduje que no querrías un cuchillo robado. —Continuó sin mirarme. —¿Y sabes qué? Es tremendamente estúpido, porque casi todo lo que tienes y lo que tendrás en un futuro es o será robado, pero igual quise hacerlo así, porque tú tienes algo que me hace actuar algo estúpido...

»Justo como tú, supongo que la estupidez se contagia.

Al finalizar se marchó, no volvió a mirarme. Lo miré alejarse mientras pensaba que Canario... ¿Canario qué?




Hola, hola. Ay que cosas tan raras pasan en el Canto de Sirena, pero ajá. Muchas gracias por su apoyo. Los amo. ⚡️

O A T H  1 & 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora