67. Una luna, arena, palmeras, mar y estrellas que se reflejan en el mar

41.8K 7.1K 4.3K
                                    


-------

67. Una luna, arena, palmeras, mar y estrellas que se reflejan en el mar

IVANNA

Sin importar que me siente o ponga de pie, el dolor en la parte superior de abdomen no disminuye. Enseguida, cuando tomo asiento, me muevo como si tuviera ganas de orinar. Personas me miran de reojo, lo que resulta molesto, por lo que, cada que pierdo la paciencia, les lanzo una expresión hostil para que se detengan.

—No debí volver a beber alcohol anoche —lamento, y, otra vez, me inclino hacia adelante debido al dolor. Sin embargo, ahora cuando me enderezo tengo frente a mí a Luca sujetando su maleta de mano.

—¿Qué pasa? —pregunta, serio.

Le resto importancia con mi mano.

—Estoy bien.

—Hablo en serio, Ivanna —Él termina de aproximarse, coloca su maleta a un lado y se sitúa en cuclillas frente a mí.

—Me duele —admito, llevando mis dos manos hacia mi abdomen.

—Gastritis —concluye.

—¿Cómo sabes que tengo gastritis?

—Siempre pides jugo de papaya, no bebes café, cuidas tu dieta... las pastillas de lansoprazol en tu coche —Lo último lo dice sonriente.

Vuelvo a esbozar una mueca debido a otro malestar.

—Pero no es normal que te duela de esa manera —agrega—. ¿Has comido mal?

—¿Quién eres ahora; mi médico? —cuestiono, sin embargo, pese a mi hostilidad, no deja de mirarme serio e insiste en saber—. Por lo menos tres veces la última semana —admito, finalmente.

—¿Y has tomado tus pastillas?

—Tal vez... con alcohol —Luca hace girar sus ojos y lo veo alejarse en dirección a una cafetería—. Es que también me he enojado mucho la última semana —Le echo en cara al suponer que aún puede oírme—. Sobre todo anoche cuando me hiciste rogarte no marcharte con esa maldita mujer.

Me ignora por completo y en esa misma posición espero a que regrese. Lo hace trayendo con él un vaso.

—Es té —dice, entregándomelo, y, desesperada por disminuir lo más pronto posible el dolor, comienzo a beber todo el contenido.

Acto seguido Luca saca de su maleta la agenda personal que le entregué el primer día que trabajó conmigo, se aleja con esta en mano, busca a quien llamar en el directorio telefónico y enseguida habla por teléfono.

Luego se acerca a hablar con el personal que asistirá el vuelo.

Lo observo hacer cada cosa en tanto termino mi té. Al estar listo todo, hace su camino de regreso y se vuelve a colocar en cuclillas frente a mí.

—Te darán prioridad al abordar el avión y, al llegar al siguiente aeropuerto, el personal te llevará hasta la salida en una silla de ruedas, ahí nos esperará una ambulancia para trasladarte a una clínica que cubre tu seguro.

«¿Mi se...?»

—No necesita una ambu... Ay.

Me vuelvo a inclinar hacia adelante debido al lacerante dolor.

—En 15 minutos abordamos —promete, tomando el vaso del té para depositarlo en un contenedor de basura.

Tal como lo prometió Luca, soy la primera en abordar con la ayuda del personal de vuelo. En el avión, como corresponde a nuestros boletos, nos llevan a Primera clase y ahí Luca se encarga de los equipajes de mano y de recostar mi asiento de forma que me sienta cómoda. Posteriormente, continúa dando instrucciones a las aeromozas. Coloco mi cabeza hacia la ventana y espero que todo esté listo para que el avión despegue.

El asistente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora