Capítulo 42

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Jared Brackley

Estaba frente al espejo y no me reconocía en él. Ahí había un Jared vestido de traje negro, con zapatos brillantes y cabello peinado. Me observé por un largo rato hasta que entró mi padre para decirme que debíamos irnos a la iglesia, asentí silencioso. Tenía el estómago hecho un revoltijo y tenía la sensación de que estaba tomando la peor decisión de toda mi vida.

Desde que Camile se había marchado de mi edificio diciéndome que no quería verme más en su vida, me sentí quebrado a la mitad. Sentí que en cualquier momento iba a explotar y todos saldrían dañados de lo que se me ocurriese hacer, pero en ese entonces había decidido mantener la calma. Emma se había tranquilizado, había comprendido cómo me sentía, pero le valía una mierda que no estuviese enamorado de ella. Ella sólo quería que nos casáramos para tenerme a su lado por siempre.

Intenté observarla un poco más cuando se desvestía para entender que dentro de su cuerpo estaba creciendo un ser que iba a ser mi hijo o hija, tratándome de explicar a mí mismo que sería lo que le daría un poco de esperanzas a mi familia que ya se encontraba completamente en la mierda. Pero no podía regresar a la mirada con la que por primera vez vi a Emma, no podía quererla como antes ni aceptarla como la chica que iba a pasar el resto de su vida junto a mí. Me había manipulado, había hecho que me sintiera culpable por todo y también había conseguido que todos mis pensamientos estuviesen a su favor. Joder.

Me subí a la camioneta de mi padre con temple sereno, pero yo no estaba tranquilo. Papá me habló todo el camino acerca de lo maravilloso que era contraer matrimonio, me decía también que se encontraba orgulloso de que haya comprendido que Camile era sólo un capricho, pues seguramente decía eso porque estaba acostumbrado a Emma. Él aseguraba que haberme alejado de ambas como me había propuesto una vez me había aclarado la cabeza y había escogido a Emma, pero claramente no había sido así porque jamás me alejé de Camile. Él sólo vio el capricho y manipulación de Emma como un arranque de locura para no perderme. Y sólo hablaba de lo ilusionado que estaba con tener un nieto.

Revisé mi móvil antes de llegar a la iglesia percatándome de que la noticia acerca del burdel estaba siendo tendencia en todas las redes sociales, pero intenté no darle demasiada importancia hasta luego de hacer lo que tenía que hacer en esa maldita iglesia.

La gran puerta de madera antigua apareció delante de mis ojos, estaban cerradas, pero podía oír a las personas murmurar desde adentro. Respiré hondo, me armé de valor y empujé el mango de las puertas dejándome al descubierto frente a todos esos ojos que me observaban. Allá, al final, se encontraba el sacerdote que uniría mi vida junto con la de Emma "para siempre". Entré sin mirar a nadie. Cada paso que daba se sentía más difícil que el anterior. Parecía estar pisando clavos de hierro y al ver cada vez más cerca al sacerdote, sólo quería retroceder.

No sé qué expresión tenía en el rostro justo en ese momento, pero hasta el hombre que tenía en frente me regaló una sonrisa para tranquilizarme, pero yo no le ofrecí ninguna a cambio. Fue en ese entonces que me giré hacia las personas, notando que estaban todos allí: tíos, tías y toda la familia de Emma. También estaba Nate y Samantha, y ella sólo me observaba como si estuviese en un funeral.

Mi mirada se quedó puesta en Tara y mi madre quienes se encontraban sentadas en primera fila... ¿cómo podían ser tan hipócritas?

¿Cómo yo podía estar viviendo una vida tan hipócrita?

No quería ser como ellas, no quería mentirle a nadie, ni siquiera a mi padre por el simple hecho de hacerlo feliz.

De pronto, todas las personas de la iglesia se quedaron calladas y yo miré más allá de mis narices para ver lo que estaba sucediendo; justo en las grandes puertas cafés se asomó Emma con un vestido blanco gigantesco y extravagante que le amoldaba su figura. Estaba tomada al brazo de su padre y su sonrisa era tan grande como el monte Everest. La música de fondo comenzó a sonar y yo sentí que iba a caerme de cara al suelo. Esto era demasiado para mí. Demasiado para mi subconsciente.

El destino que no soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora