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CUANDO VENUS BAJÓ EL LUNES POR LA MAÑANA A LA SALA COMÚN, LO QUE MENOS SE ESPERABA ENCONTRARSE ERA A DRACO MALFOY ENFADADO.
—¿Qué te ha pasado? —preguntó la chica sentándose a su lado en el sillón.
Draco se giró para mirarla. Venus tenía unas grandes ojeras debajo de sus ojos, ni siquiera la gran cantidad de maquillaje que se había puesto podían ocultarlas.
—¿Qué haces despierta tan temprano? —inquirió Draco confundido, olvidando por un momento su cabreo.
—No tenía más sueño —respondió quedamente Venus.
—No tienes cara de no querer dormir más —respondió de forma sincera Draco—. ¿No puedes dormir?
Venus se mordió el labio durante unos instantes y dudo si contarle la verdad o no. Al final optó por hacerlo.
—Tengo pesadillas —confesó cansada—. Sueño que Voldemort mata a mi hermano delante de mí. Sueño con mi madre asesinando a mi padre, con su risa psicópata y con sus ojos desquiciados observándome.
Draco se quedó en silencio, últimamente le pasa mucho eso, se quedaba en silencio porque no sabía que decir para reconfortar a la chica. Tomó su mano vendada con cuidado, hasta que terminó por entrelazar sus dedos.
—Habíamos dicho que a partir de ahora me los contarías todo.
Venus sintió una punzada en el pecho. Le estaba ocultando una cosa bastante grande, pero les había prometido que no diría nada, y aunque la mayoría de las personas que formaban ese grupo no les caía bien, por no decir todas, no podía hacerle eso a Ron. No cuando el chico había confiado en ella para contarle lo que planeaban. No cuando Ron le había jurado no contar nada sobre su hermano.
—Estoy bien —dijo Venus apartando la mirada—, por lo menos ahora no llego tarde a clase.
—Venus no estoy bromeando, tienes un aspecto horrible.
—Gracias, Draco. Siempre sabes cómo hacer sentir mejor a los demás —dijo sarcásticamente Venus.
—Estas pálida y tienes unas ojeras gigantes, no estas que digamos como si fueras a asistir a un baile —repuso el chico rodando los ojos.
—Sé que tengo mal aspecto, tengo ojos. No me hace falta que me recuerdes que estoy como la mierda —repuso molesta.
Venus se mordió el labio de nuevo. Estaba de mal humor y agotada, pero eso solo se debía a la falta de sueño.
—¿Has probado a ir a la enfermería? —preguntó el chico que parecía no haber prestado atención a la contestación anterior.
—No quiero que me dé una poción para dormir. La gente que las toma se vuelve dependientes de ellas.
