Relatos de un don Nadie

Amanecer

Un tono violeta va borrando la noche, el cielo vuelve a teñirse más esta vez lo hace de un color pálido, -¡Otra vez no!- recita el pájaro alérgico al sol, los sonidos se detienen un segundo para ser los primeros, ladridos, ronroneos, gritos, viento, trenes, todos mudos, mudándose de piel para encarnar la rutina, retoma su sexta copa el tipo que prometió dejarlo, las penas se curan con alcohol. Los ojos pesan, la vista se cansa de cargar con ellos, el olor del café despierta el canto del ruiseñor, esta es su última melodía así que canta con todas sus fuerzas, al usarlas todas murió de inanición, los gatos por fin duermen ya la luna no los asecha, las estrellas se apagan hasta la próxima tarde, una sábana en la sabana cubre otro cuerpo roído, los árboles despiertan con otro difunto a cuestas, la copa palpa el cielo sintiéndose como en casa, hay tanta luz que molesta a la vista, el día empezó a pesar de ya haber comenzado, otra mentira de la vida, escuchando música, viendo pinturas, tocando manos, se siente irreal, ¿realmente lo vale? Ni una palabra, mil ideas, quinientos resultados, pensamientos vagos de un señor, alguien que creyó tener un don, cruel ficción, maldita verdad vete de aquí, vuela con las nubes, espabila, ahora si está todo claro apesar de verse tan oscuro, los colores fueron nombrados por un daltónico, la noche no era noche pero así la llamaron, el día no es tan día, la vida es menos vida.