~CLASE~

6.3K 693 35
                                    

Dos días pasaron sin grandes incidentes.

Y la primera clase de Moody había llegado,  después de comer, Harry se fue muy temprano al aula, e hizo cola en la puerta cuando la campana aún no había
sonado. El al igual que muchos, quería ser de los primeros y conseguir los mejores asientos.
Cuando la puerta se abrió, se apresuro a ocupar una de las seis sillas de adelante. Sentado entre dos compañeros.

Muchos empezaron a sacar sus ejemplares de Las fuerzas oscuras: una guía para la
autoprotección, pero el no lo hizo, había sacado mucha información a su padrino de como era el método de trabajo de Moody.

No pasaron muchos minutos cuando empezaron a oír el
peculiar sonido sordo y seco de los pasos del nuevo profesor,  provenientes del corredor antes de que entrara en el aula, tan extraño y aterrorizador como siempre.

—Ya podéis guardar los libros —gruñó, caminando ruidosamente hacia la mesa y sentándose tras ella—. No los necesitaréis para nada.

Todos obedecieron al instante.
Moody sacó una lista y comenzó a pronunciar
los nombres, recorriendo la lista con su ojo normal mientras el ojo mágico
giraba para fijarse en cada estudiante conforme respondía a su nombre. Cuando término con la lista, les informo que recibió una carta del profesor Lupin en que dejaba claro que los alumnos estaban bastante diestros en enfrentamientos con criaturas tenebrosas. Pero Moody  consideró que referente a maldiciones estaban atrasados. Así que la clase del día trataría sobre las maldiciones imperdonables, a pesar de que el ministerio consideraba que los alumnos de cuarto aun no estaban listos. Pero al haber recibido la aprobación de Dumbledore podía enseñarles a enfrentarlas.

—Así que...—gruño Moody—. ¿alguno de vosotros sabe cuáles son las maldiciones más castigadas por la ley mágica?

Varias manos se levantaron.

Moody señaló a Ron, Harry no pudo evitar sonreír de forma burlona. 
—Eh... —dijo Ron,— mi padre me ha hablado de una. Se llama maldición imperius, o algo parecido.

—Así es—aprobó Moody—. Tu padre la conoce bien. En otro tiempo la maldición imperius le dio al Ministerio muchos problemas—se levantó con cierta dificultad, abrió el cajón de la mesa y sacó de él un tarro de cristal. Dentro correteaban tres arañas grandes y negras.

Harry giro su rostro con disimulo para notar la reacción de Ron, se dio cuenta que su fobia por las arañas no había sido mentira, enserio les tenia terror.
Luego se dio cuenta lo tonto que había sido al tener sospecha ¿Quien en la faz de la tierra podía fingir una fobia?

Moody metió la mano en el tarro, cogió una de las arañas y se la puso sobre la palma, le apuntó con la varita mágica y murmuró entre dientes:
—¡Imperio!
La araña se descolgó de la mano de Moody y empezó a balancearse de atrás hacia adelante como si estuviera en un trapecio; luego estiró las patas hasta ponerlas rígidas, y, de un salto, se soltó del hilo y cayó sobre la mesa, donde empezó a girar en círculos.
Todos se reían.
Todos menos Moody.
—Les parece divertido, ¿verdad?—gruñó—. ¿Les gustaría que le hiciera lo mismo a vosotros?
La risa dio fin casi al instante.

Les explico que suponía el control total y que podían combatirla, siguió preguntando sobre  que otro tipo de maldición conocían.
Para sorpresa de muchos, incluso de el mismo, Neville fue el que contestó.

—Hay una... la maldición cruciatus—dijo con voz muy leve pero clara.

Moody miró a Neville fijamente, aquella vez con los dos ojos.
—¿Tú te llamas Longbottom? —preguntó, Neville asintió nerviosamente.

Moody se volvió a la clase y alcanzó el tarro para coger la
siguiente araña y ponerla sobre la mesa, donde permaneció quieta.

—¡Crucio!

De repente, la araña encogió las patas sobre el cuerpo. Rodó y se retorció cuanto pudo. 

Harry nunca se hubiese dado cuenta de la terrible expresión de Neville, si alguien no hubiera gritado. Eso hizo que Moody se detuviera por completo. Y al cabo de unos segundos prosiguió.

—Bien... —gruño mirando a la clase—. ¿Alguien conoce alguna otra?

Harry miró a su alrededor. A juzgar por la expresión de sus compañeros, parecía que todos se preguntaban qué le iba a suceder a la última araña.

Ninguna mano se levanto.

—La maldición asesina—gruño decepcionado por la sensibilidad de los alumnos.
Metió la mano en el tarro de cristal y la tercera araña echó a correr despavorida por el fondo del tarro, tratando de
escapar, pero él la atrapó y la puso sobre la mesa.
 
—¡Avada Kedavra! —gritó Moody cuando la araña empezó a correr.

Hubo un cegador destello de luz verde. Al instante la araña se desplomó patas arriba, muerta. Algunas de las
alumnas profirieron gritos ahogados.
Moody barrió con una mano la araña muerta y la dejó caer al suelo.
—No es agradable —dijo con calma—. Ni placentero. Sólo se sabe de una persona que haya sobrevivido a esta maldición, y está sentada delante de mí.

Harry sintió su cara enrojecer cuando los ojos de Moody se
clavaron en los suyos. Se dio cuenta de que también lo observaban todos los demás.

— ¡ALERTA PERMANENTE! —bramó Moody, toda la clase se  sobresalto y le presto atención—. Veamos... esas tres maldiciones, Avada Kedavra, cruciatus e imperius,
son conocidas como las maldiciones imperdonables. Su uso está castigado con cadena perpetua en Azkaban.
Quiero preveniros, quiero enseñaros a combatirlas. Tenéis que prepararos. Sacad las plumas y copiad lo siguiente...

Se pasaron lo que quedaba de clase tomando apuntes.
Cuando sonó la campana, Harry se retiro del aula con una pequeña prisa, pero no se dirigió al gran comedor.

Always-Nuevo inició.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora