Capitulo dieciocho

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Tomó lugar en la cama, pacientemente esperó a que el huracán irrumpiera en su habitación, así fue, Kala entró a la habitación y cerró la puerta con un fuerte portazo; supuso que estaba molesta y ¿Cómo no estarlo? La había ofendido como mujer, humillado y lastimado sus sentimientos el día anterior y ahora de la nada le deja un pequeño obsequio como si nada hubiese ocurrido, eres un gilipollas pensó. Había comprado aquel regalo cuando se enteró de que los Stuart pasarían las navidades con ellos, contento corrió a una joyería y amablemente le pidió a la señora que le diera un lindo, coqueto y sencillo collar, la mayoría de las féminas que se encontraban allí habían elogiado su elección agregando que la futura dueña del regalo estaría encantada de llevarlo. No lo dudó y lo compró, para ese entonces no imaginó que su relación con Kala estaría de este modo pero a pesar de su fuerte discusión decidió darle el regalo ¿Por qué? Bueno, lo había comprado pensando en ella y no se lo daría a Maritza —con quien estaba molesto— o lo dejaría guardado en su closet solo ensuciándose de polvo.

La fragancia de Kala llegó a su nariz, esta vez era más fuerte, su típico olor a rosas combinado con una mezcla de canela, pimienta negra y jengibre ¿Cómo lo sabía? Sus sentidos estaban más desarrollados que la mayoría de las personas, gracias a ello podía escuchar cosas a la distancia, saber cuándo el peligro estaba cerca y poder diferenciar a las personas a través de sus olores y no solo por el tono de su voz, por eso le sorprendió notar que Kala olía nada más y nada menos que a su hermano mayor, David.

—Eres un capullo —El tono de su voz le indicaba que estaba muy molesta, no le sorprendió.

—Gracias.

La escuchó bufar—. ¿Solo eso piensas decir?

— ¿Qué quieres que diga? Te he dado un lindo regalo de navidad, solo debes aceptarlo, ser una niña buena y agradecer —Esas palabras les trajeron recuerdos a ambos, recuerdos que decidieron ignorar.

— ¿Sabes dónde puedes meterte tu regalo? —Kala caminó hasta quedar frente a Saúl, agradeció que el rubio estuviera sentado ya que así no podía intimidarla con su gran estatura, Saúl levantó la cabeza—. Por el culo —La morena tiró del collar, con bastante fuerza lo arrojó al rostro de Saúl.

Sorprendida notó como el collar se estrellaba contra el rostro de Saúl, una de las alas de la mariposa rasgó la mejilla de Saúl dibujándole una fina línea de sangre que en su piel extremadamente pálida se tornó roja. El rubio llevó sus dedos a la nueva herida en su rostro, por segundos ambos estuvieron en silencio, Saúl confundido y Kala arrepentida, durante su discusión le había rotó el labio y ahora rasgaba su mejilla, debía controlarse.

—Lo siento —susurró contrariada, solo quería arrojarle el collar no lastimarlo, por lo menos no físicamente.

—Creo que me lo merecía —Estaba en lo correcto, merecía más que un labio morado o una mejilla rasgada, merecía más sufrimiento, más dolor, más odio. Quiso gritar pégame, pero guardó silencio.

— ¿Qué fue lo que pasó? —Ya no estaba molesta, su tono agrió y salvaje había cambiado hasta convertirse en timidez y dolor.

—Quería terminar con esto, si seguíamos las cosas se iban a tornar más serias.

—Deseaba que así fuese.

—No sabes lo que dices.

—Me gustas y aquel día en mi casa también dijiste que te gustaba entonces ¿Qué pasó? —Kala quiso acercarse para tomar asiento al lado del rubio pero se mantuvo en su lugar esperando su respuesta.

—Estaba confundido, me sentía solo —Decir eso era aún peor, la lastimaba más y más.

—Entonces solo me utilizaste ¿cierto?

Aunque no pueda VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora