Capítulo 12 - La decepción llega cuando ves la realidad con tus propios ojos

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¡Pero será cretino! Que si no estoy preparada, que si no voy a salvar el mundo, que si no me quiere enterrar

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¡Pero será cretino! Que si no estoy preparada, que si no voy a salvar el mundo, que si no me quiere enterrar...¡ Pues se va a tener que tragar sus palabras el muy imbécil porque no le voy a dar el gusto de ver cómo me rindo! Con esa idea en la cabeza me voy hacia una de las butacas del pabellón para continuar mi guardia desde allí.

Pero después de un rato sentada, viendo como los pacientes duermen con el único acompañamiento de sus ronquidos, y con las jornadas maratonianas que hacemos aquí, empieza a darme el sueño. Me doy cuenta cuando empiezo a cabecear, y la verdad es que estoy agotada pero no puedo flaquear ahora, de esa forma sólo le daría razón a ese imbécil de que no estoy preparada para estar aquí. Me pongo en pie para despejarme y comenzar otra ronda por el pabellón, cuando escucho que alguien abre la puerta de la farmacia, cerrada con llave.

Movida por la curiosidad, me acerco hasta allí para averiguar si es uno de mis compañeros y por si necesitara ayuda con alguna cura, pero mi sorpresa es mayúscula cuando descubro a Madeleine, sacando de un armario una caja de preservativos que oculta en cuanto me escucha entrar. Intento actuar con naturalidad, esta situación es muy incómoda para las dos.

—Buenas noches doctora Stone, ¿le ocurre algo?— Pregunto como si no hubiera visto nada.

La mujer que se ha visto sorprendida en plena acción trata de actuar con la misma espontaneidad que yo pero el rubor en sus mejillas la delata.

—Si, es la cabeza, a causa de esta jaqueca soy incapaz de dormir...— Responde mientras se esconde un par de preservativos en el bolsillo trasero de su pantalón.

—Quiere que le prepare algo? conozco un remedio natural que va muy bien para la jaqueca— comento con amabilidad, pero me interrumpe para decir.

—¡Oh!, no... No— Su reacción es tan exagerada que nadie en mi situación se la creería, busca sin éxito la forma de salir de este atolladero con la mayor elegancia posible mientras yo trato de ocultar mi sorpresa ante su comportamiento, más propio de una adolescente que de una mujer adulta —No te molestes muchacha, no es necesario. Me tomo las pastillas y se me pasa. Buenas noches— Y sin decir nada más, abandona la estancia con la dignidad de la reina de Inglaterra.

En cuanto se va, reviso el botiquín confirmando que mi vista no me engaña, se ha llevado unos preservativos. Y por un momento me pregunto con quién los va a usar.

No tardo en caer en la cuenta, encajando todas las piezas del puzzle, de quien es su misterioso amante. La complicidad entre ellos, las alabanzas, las palabras de admiración y esas miradas cómplices. Los usará con Mark, seguro. Sin duda hay algo entre ellos y esto es la prueba.

Para cuando llega Chel a hacer el relevo, aún sigo dándole vueltas al asunto de Madeleine y Mark.

—Buenos día Sey— Se acerca a mí con una sonrisa en la cara, derrochando energía —¿Algún paciente te ha dado la noche?

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