Capítulo 18

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El tricolor se encontraba en su oficina platicando con su presidente, le estaba platicando de unas leyes que quería aprobar, una de ellas la pena de muerte ante cualquier crimen, así poco a poco las cárceles se irían vaciando y ya no estarían manteniendo a unos parásitos, y a las personas que se les llego acusar injustamente se les volvería abrir su caso para confirmar si son culpables o inocente y que sean libres. A lo cual el peje estaba de acuerdo, pues es cierto esos lugares mantienen a gente repugnante, la cual merece la muerte.

Todo estaba yendo bien, el presidente le estaba firmando todo lo que el tricolor le pedía, hasta que su paz fue interrumpida por una nación el cual entro como loco gritando por todo el lugar buscando al tricolor. Hasta que este se enojó y salió, buscando a su "visita".

Y lo encontró gritando a una mujer que trabaja ahí, estaba a punto de golpearla hasta que el mexicano se interpuso, tomando la mano del agresor, de manera brusca.

-¿Qué mierda quieres aquí? – el tono de voz era suave, pero el enojo se demostraba

-내 친구를 떠나길 원해 (Quiero que dejes a MI NOVIO) – sí, el sur coreano había decidido ir a tierras mexicanas para exigir que el representante de estas se alejara de "su Canadá"

-Tu estas pendejo si crees que voy a dejar a MI CANADÁ, no hagas más grande esto y vete, no eres bienvenido aquí.

-내 말 잘 들어, 넌 누구 랑 엉망인지 몰라 (Escúchame maldito, no sabes con quien te metes) – el coreano trataba de intimidar al tricolor, pero no le sería tan fácil, no puedes intimidar a alguien que ha vivido en guerra toda su vida.

-Quiero ver que intentes alejarme de él, pero te advierto una cosa enano. No me importa que castigo me imponga ONU. Tú le haces algo a mi Cannie, y yo tomaré tu territorio y lo anexare al mío. ¿Te quedo claro?

-감히하지 마십시오 (No te atreves) – aquello asusto un poco al asiático, nunca se imaginó que aquel tercermundista fuera capaz de hacer sentir terror con tan solo unas palabras.

-No me tientes cabrón, que soy capaz de eso y de mucho más

Se quedaron viendo con odio hasta que el asiático se retiró soltando maldiciones.

El mexicano soltó un pesado suspiro y volteo a ver a todos los presentes, los cuales tenían una expresión de asombro, nunca habían escuchado a su nación tan enojado y decidido, realmente debe amar a ese canadiense para atreverse amenazar a una potencia.

El mexicano se acercó a uno de los trabajadores de ahí.

-Por favor llama a CDMX o Durango y diles que vallan a mi departamento y vigilen que nadie entre, y el que intente hacer lo contrario. Le partan la madre – y sin más regreso a su oficina.

Tenía que apresurarse en acabar para poder volver con su maple y cuidarlo.

El joven hizo lo que se le pidió, y logro contactar a ambos hijos del tricolor, los cuales de inmediato se dirigieron al hogar de su padre, debían cuidar a su nuevo "papi", porque de lo contrario saben la chinga que se llevaran.

Mientras tanto el bicolor estaba recostado en el colchón pensando miles de maneras de pedirle a su taquito que unieran sus vidas, pero ninguna le parecía perfecta.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar la puerta principal abrirse, no esperaba a nadie, además de que Edo Mex ya había ido a prepararle el desayuno como el mexicano dijo. ¿Quién podría ser?

-Buenos días papá 2.0, el antes rosado se asomó por la puerta de la habitación, pero de inmediatamente la saco, realmente era un fiasco esa habitación.

-¿Qué pasa? – el duranguense estaba intrigado. ¿Por qué su hermano tenía una expresión de miedo?

-Creo que nuestro jefe ya encontró quien le aguante tantas rondas.... La cama está rota.

-No mames, a ver – el bicolor se asomó, pero al igual que su hermano saco su cabeza de inmediato – Wey lo dejo lisiado.

-Tu sais? Je peux les entendre (¿Saben? Puedo oírlos) – el bicolor estaba muerto de vergüenza, también Edo Mex quedó espantado al ver tanto desastre, pero bueno es un estado fuerte, así que solo entro, dejo la comida y se retiró.

-¿Esta bien?, digo, es que nuestro apa'.... Se ve que fue muy brusco.

-Pediré una cama, ¿Aun tienes tu crédito en Coppel? – el duranguense saco su celular para entrar al sitio oficial de dicha empresa.

-Depende, si la vas a sacar a contado si, pero a pagos no, porque el culero de Jalisco me lo pidió para sacar una computadora y no me ha dado tres pinches quincenas – la capital se aloco un poco. – Así que a crédito no puedo sacar nada.

-Olvidale se lo pediré a Tlaxcala, él no tiene deudas.

-Il ni tiini diidis, si, si ya a la chingada. – el chilango ignoro a su hermano y entro a la habitación con los ojos cerrados, acción que hizo reír al bicolor – Pues vera papá 2.0, nuestro jefecito santo nos mandó a cuidarlo, ya que al parecer el culero se su ex le fue a gritonear a su oficina y emputo a mi apacito chulo, y como no quiere que nada malo le pase a usted su set amado. Pues aquí estamos.

- Je vois, avec ce que la Corée du Sud a menacé le Mexique (Ya veo, con qué Sur Corea amenazó a México) – el canadiense se deprimió un poco, se sentía culpable de haberle ocasionado un problema a su amado.

-Usted no se preocupe patroncito, nuestro jefe no se deja intimidar por nadie, él es bien chingón – el de escudo intento animar a la pareja de su padre, pero lo que decía era cierto, el mexicano no se dejaba de nadie, esa era una de las muchas razones por la cual admiraban y amaban mucho a su padre.

-Si tranquilo, ¿Le parece si le traigo un guajolocombo pata que se relaje? – el chilango le ofreció uno de sus mejores antojitos.

-No mames CDMX son las 5 de la tarde, ¿Dónde vas a encontrar un puesto de tamales?

-El que persevera alcanza culero.

Una pelea iba a dar comienzo, pero el de habla francesa interrumpió.

-Qu'est-ce qu'un guajolocombo? (¿Qué es un guajolocombo?) – la curiosidad era muy obvia, nunca había escuchado ese platillo y eso que estudio la gastronomía de su amado para poder prepararle platillos de vez en cuando.

-¿Enserio no sabe? – la capital hizo una pose de "indignado" – pues qué bueno que estoy aquí, le platicare de una der las mejores cosas de mi territorio y que mi gente ama.

-Ya va a empezar, jefe si quiere que le pegue me grita, estaré en la cocina para preparar la comida. – y sin más el foráneo se retiró hacia la cocina.

La capital y el canadiense estuvieron platicando, y una idea se le cruzo al norteamericano. Pedirles ayuda a los hijos de su amado para proponerle matrimonio. Sería una buena idea, nadie conoce mejor al tricolor que sus propios hijos.

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