Capítulo 10

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—¡Sofía! ¡¿Qué pasó con los tintos que le encargué hace rato?! —preguntó el doctor Valencia, abriendo la puerta de la oficina, sobresaltando a las secretarias que se encontraban en sus puestos de trabajo.

—Sí, sí, un momentico, doctor, ya los traen de la cafetería. —replicó Sofía, atareada y cubriendo el auricular del teléfono que sostenía contra la oreja.

—Bueno. —dijo su jefe y entró de nuevo a la habitación. —¡No, Mora, esas no van ahí, hombre! —se ahogó el grito cuando cerró la puerta.

—¿Sabe una cosa, Bertha? Yo no sé cómo es que esos dos no se están matando allí dentro. —le dijo Sofía cuando colgó la llamada. —Y cómo voy a aguantar yo este suplicio, si me tienen hasta el tope de trabajo, ¡vea! —se quejó señalando el papeleo pendiente sobre su escritorio.

—Uy no, mijita, yo creo que si aquellos dos no terminan arrancándose los pelos, va a ser usted la que se nos queda pelona... —contestó Bertha, para después darle una enorme mordida a uno de sus pastelillos.

***

Marcela le extendió a su amiga las llaves del carro que no estaría usando por un mes.

La cara de Patricia se iluminó ante el gesto.

—Con una condición. —advirtió Marcela, antes de soltárselas. —Tú me tienes que mantener informada de todo lo que haga Beatriz mientras que yo no esté en Ecomoda, y si sale de viaje, peor.

—Marce, ¿tú estás pensando que ella va a salir a alguna parte a encontrarse con Armando?

—No sé, pero si es así, quiero estar preparada.

—Sabes muy bien que, aunque no me prestes el carro, yo soy un manantial de información. —afirmó Patricia, y Marcela por fin le soltó las llaves. —Marce, muchas gracias, que tengas muy buen viaje.

—Gracias. —respondió Marcela, satisfecha con el trato.

***

Las tardes en Ecomoda solían ser mucho más tranquilas que las mañanas. No solía pasar demasiado y mucho menos para Patricia Fernández, después de que su mejor amiga y también jefa, se hubiese marchado.

Lo extraño fue percatarse de que un hombre subiera a dejar un ramo de rosas encargado con Aura María, para la "doctora Beatriz Pinzón".

"¡¿Qué tal?! Flores para el garfio, ¿no? ¿Será que Armando se está tomando tanto atrevimiento?", pensó.

La jirafa y pechuguín se emocionaron como naturalmente lo hacían cuando pasaba algo mínimamente interesante de lo que pudieran cuchichear, y partieron hacia la oficina de Betty con el ramo. Obviamente harían un escándalo, y Patricia tendría que averiguar la dudosa procedencia de esas flores.

***

Fueron Aura María y Sandra quienes irrumpieron con urgencia en la oficina de presidencia sin previo aviso y después tocar la puerta, pero en cuanto Betty vio el ramo de rosas en manos de su secretaria, podía imaginarse de qué se trataba.

—¿Qué pasa muchachas? —preguntó, tratando de disimular.

—Betty, ¡vea lo que le mandaron! —dijo Sandra.

—¿Y eso? —respondió tratando de sonar impresionada, frunciendo el ceño.

—Pues nada, que llegó acá un mensajero a dejar esto para la doctora Beatriz Pinzón, —explicó Aura María, emocionada. —pero no dijo nada más, ni de parte de quién ni nada.

Aura María le extendió el ramo, y Betty finalmente se levantó de su asiento para recibirlo. Las rosas de un color rojo vibrante estaban preciosas, en realidad.

Fake Lovers: Un desenlace alternativo de YSBLF (Daniel x Betty)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora