Capítulo 5 "Creo que... te necesito"

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1 semana después, 5:00 p.m.

Bárbara estaba tranquilamente en su oficina, revisando los números actualizados de la empresa, se le dibujo en el rostro una sonrisa de satisfacción, estaba consciente que en dos meses la ruina de la familia Elizalde sería inminente. Cada vez se había vuelto más distante y Gonzalo lo había notado, desesperadamente él había buscado mil y un maneras de intentar saber la razón de sus malos ratos, sentirla nuevamente cerca, pero sobre todo, salvar su matrimonio.

La puerta de su oficina se abrió sin previo aviso, en un segundo toda esa calma y satisfacción que la había embargado se esfumaba al ver a Franco Santoro, entrando por esa puerta.

-¿Qué hace usted aquí?- pregunto entre dientes, evitando hacer un escándalo que le costara todo lo que había logrado

Franco no dijo una sola palabra, simplemente cerró la puerta detrás de él y le puso el seguro, Bárbara se puso nerviosa y sentía que en cualquier momento perdería los estribos.

-Es la última vez que se lo pregunto ¿Qué hace aquí?- dijo amenazante

-Cálmate, muchos corajes pueden hacerte que te enfermes.- dijo sabiendo a la perfección que, fuera de crear una armonía entre ellos, se desataría la furia que ella estaba tratando de contener.

-¿Qué parte de que no tolero que me tutee no le ha quedado claro?- dijo furiosa- salga ahora mismo de mi oficina, si no quiere que llame a seguridad para que lo saquen.

-Mejor dime ¿Serias capaz de mandar a traer a seguridad y hacer un escándalo? – pregunto mientras tranquilamente se sentaba en una de las sillas que estaba frente al escritorio.- Analicemos un poco la situación, ni a ti ni a mi nos conviene este mal momento.

-Quizá a usted no, pero a mí, no me importa ni en lo más mínimo.-dijo levantando el teléfono para pedir ayuda.

-Muy bien, quiero ver eso, quiero que llames a seguridad.-la reto con una sonrisa en los labios.

-Eres un imbécil.- dijo azotando el teléfono nuevamente en su base.

-¿Qué nos cuesta hablar como gente civilizada?- dijo al mismo tiempo que se levantaba del lugar donde estaba sentado y se acercaba a ella.

-¿Qué quiere?- pregunto aun a la defensiva

-Hace días te he llamado a tu celular para

-Franco, ya le dije, eso no paso, no necesita excusar nada, solo no me busque, ni me llame y si eso era lo que quería hablar, estamos perdiendo el tiempo, váyase.- lo interrumpió.

-Debemos tocar el tema, no me pidas que no lo haga, porque aunque tú lo quieras negar, sabemos bien que paso

-¿Pues qué es lo que quieres hablar? – pregunto enfadada

Franco no dijo nada, se limitó a tomar ligeramente la mano de ella y ente las suyas, ella incrédula dejo ver en sus ojos aquella señal de alarma, que la hacían estremecerse, el corazón comenzó a latirle aceleradamente, él simplemente se limitaba a observar las reacciones de ella.

Él también había pasado una semana que le pareció eterna, después de aquel encuentro con Bárbara, su mundo había cambiado, su mente le hacía malas jugadas, le costaba noches de insomnio el simple hecho de recordar aquel primer beso que los llevo a la situación más complaciente de su existencia. Se sentía en una constante duda, como podía desear tanto a aquella mujer, que tanto daño le había hecho, quizá esa sería la venganza que Dios le había mandado, había intentado sin éxito, olvidarla, borrarla de todos sus recuerdos, pero pareciera que los estragos aún estaban presentes a cada segundo y en cada intento hacia que volviese ese deseo con una mayor intensidad.

¡Admito que te amo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora