5. Continuando la travesía

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"La tierra es insultada y ofrece sus flores como respuesta."

-Rabindranath Tagore


La noche era iluminada por estrellas refulgentes. Nada ocultaba su luz, no había árboles, flores o vegetación alguna, solo árida tierra y un aire gélido que podría matar a cualquiera que no estuviera preparado. Un ambiente hostil y silencioso, perturbado por el crepitar incesante de una gran fogata y las respiraciones de tres jóvenes, dos de los cuales, parecían sumidos en una guerra sin tregua.

Los ojos de Jared buscaban respuesta en los profundos orbes cafés de Aisa. Tan cálidos como la tierra que ofrecía protección, estabilidad y seguridad; todo lo contrario a sus acciones, esas eran como fuego, poseía una voluntad férrea y un espíritu libre; pero su semblante, su aura, esa era de aire, misteriosa y maleable; y sus palabras, ellas desprendían la fuerza del agua, noble, hábil y pura a la vez.

Era difícil identificarla, más cuando solo mostraba reto e indiferencia. Pero eso, eso era lo que más enfurecía al chico que debía compartir el mismo aire con una persona de la que desconocía más de lo que sabía.

 —¿Qué escondes? —repitió Jared, afirmando su agarre. Su mano derecha  permanecía en la cintura de Aisa y la izquierda mantenía las manos de ella atrapadas en la parte superior de su cabeza.

 Estaba en sus manos y ella no podía más que respirar con dificultad. No tenía intenciones de forcejear con él, no había caso.

—No sé a lo que te refieres —respondió ella de manera retadora y todas las terminaciones nerviosas de Jared parecieron despertar en un ataque de ira.

 —Sabes a lo que me refiero, lo escuchaste y lo hiciste muy bien —parafraseó, acercando su rostro al de ella que, por más que lo intentaba, no podía alejarse.

 El agarre en sus muñecas aumentaba cada vez más y las lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos en cualquier momento. Tenía miedo, pero se esforzaba al máximo en contener los sollozos o cualquiera queja al respecto. No le daría el gusto, no le suplicaría ni aunque de ello dependiera su vida. Era orgullosa y le molestaba estar en esa situación con él, pero lo que más le enfurecía era haber sido tan débil y compadecerse de ellos. No les debía nada y tampoco había razones para disculparse. Ellos decidieron llevarla consigo, no es como si le hubieran preguntado.

 —¡Habla ya, maldita sea! ¡No tengo tiempo para tus juegos! —gritó Jared, perdiendo la paciencia y acrecentando los miedos en la chica.

 Las manos de él se dirigieron a su cuello en cuestión de segundos y cuando ella creyó que las cosas no podían empeorar, Jared usó su mano para crear un seguro y mantenerla en su lugar. Sus muñecas habían sido selladas en un ágil movimiento de la tierra y sus piernas apresadas de la misma manera. Su respiración se tornaba agitada a cada segundo y podía ver pequeños puntos de luz en su visión, que se tornaba cada vez más borrosa por segundos. Podía defenderse, pero nada le aseguraba que se salvaría. Ellos eran dos y aunque Theo no la odiara, obviamente escogería a su hermano, quién era, aparentemente, el más fuerte de los suyos, al igual que ella.

 La diferencia es que él no tenía que ocultarse, ella sí y eso no le ayudaba mucho.

 —Lo preguntaré una vez más, ¿quién eres? —siseó él, afirmando su agarre en el cuello de Aisa que empezaba a marearse y perder el control de sus sentidos.

 —Yo... no... —balbuceaba ella, los colores empezaban a perderse.

 ¿Él en realidad pensaba matarla? ¿De nada había valido la pena escapar de una tribu completa de elementalistas de agua?

Tierra de gigantes [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora