catherine | peter pevensie

7. CATALINA DE ARAGÓN

Capítulo 7. Catalina de Aragón.

—Buenos días, son las diez de la mañana y esto es una recapitulación de esta mañana en Londres: Sus majestades el rey y la reina visitaron esta mañana el centro de Londres, el público aclamaba la presencia de ambos incluso luego de que el Palacio de Buckingham haya sido bombardeado la noche anterior. —narraba el comentarista de la radio matutina de la BBC.

Catherine se levantó de un salto, dejando su set de bordado tirado en el sofá, asustando a los demás quienes la miraban con preocupación, y sin dudarlo se dirigió al teléfono que estaba en uno de los muebles de la biblioteca, el cual tenía permitido usar solo en situaciones de emergencia.

—Operadora. Buenos días, le recuerdo que algunas llamadas no podrán ser procesadas por temas de alto calibre ¿en qué le puedo ayudar? —se escuchó la voz de la señorita de la oficina de llamadas.

—Necesito una línea segura para contactarme con el palacio de Buckingham, lo antes posible. —Catherine murmuró angustiada, bajo la atenta mirada de los otros, que ya habían dejado de lado todo lo que estaban haciendo para prestar suma atención a la llamada telefónica.

—Una línea segura al palacio requiere de la autorización más alta, ¿puedo preguntar su nombre y motivo de llamada?

—Soy la princesa Catherine, necesito comunicarme lo antes posible con sus majestades los reyes. —dijo la ojiazul, cada segundo más nerviosa.

¿Por qué no le habían avisado lo que había pasado en casa?

—Su alteza real, ¿me puede decir su código de autorización?

El código, cada miembro de la familia real tenía una palabra secreta con la cuál identificarse, solo los centros de llamadas, el gabinete de gobierno, y sus secretarios privados la sabían.

—Catherine de Aragón, junio 3 de 1924. —murmuró Cat. Ese era su código, el de Lilibet era Elizabeth Tudor y el de Maggie era Margaret de Anjou. Nombres en honor a sus tocayas reales, seguido de sus propias fechas de nacimiento.

—Excelente, la colocaré en línea segura hasta el salón verde del palacio de Buckingham, sus majestades deben de encontrarse ahí.

Catherine asintió, aunque bien sabía que la señorita no podía verla. Así que se quedó en silencio, esperando a que sus padres respondieran.

—Los reyes no están en el salón verde, la línea se va a dirigir a la oficina del rey.

Por cada segundo que pasaba, Catherine se colocaba más nerviosa, tanto que había comenzado morder sus uñas, mientras que Lucy se acercaba a ella lentamente para brindarle seguridad.

—¿Kitty, cariño? —la princesa escuchó la voz de su padre y soltó el aire que estaba reteniendo.

—Papá. —La muchacha lloriqueó, feliz de saber que su querido padre estaba a salvo. —Acabo de escuchar en la radio que bombardearon Buckingham, y que tú y mamá visitaron las ruinas del centro de Londres esta mañana, lamento llamar por teléfono y no enviar una carta, pero me tenían preocupada... Fue algo muy peligroso.

—Oh, mi vida. —el rey George soltó una risita, siempre enternecido por la preocupación de su linda Luz. —Estamos todos bien, no hubo ningún muerto, pero si varios tienen heridas leves. Cayeron cinco bombas y se destruyó el invernadero y el patio trasero, sin embargo bajamos al refugio de inmediato. Lamento decir que tus tulipanes no sobrevivieron, pero puedes estar tranquila, que tu madre ya ordenó unos nuevos para plantarlos luego de que arreglemos el jardín.