¡Irrompible!

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Miró por unos segundos sus puños, los nudillos, viendo el metal de adamantium brillando por el solo, mientras la sangre escurría lentamente por sus manos. Deslizó la mirada de sus manos a Kimura, viendo como la mujer lo miraba, examinándolo. Era una luchadora experta, una asesina que estaba de caza y él se había metido. No es que hubiera sido su interés meterse en la caza de otro asesino; pero cuando caminaba por la zona, vio a la chica siendo golpeada por la mujer, mientras un olor a sangre inundaba sus fosas nasales durante varios segundos, lo que despertó completamente sus instintos y un impulso lo llevó a meterse entre las dos féminas, tomando a la asesina.

Aquel día de diciembre había sido normal para Naruto desde que se levantó, se duchó y se cambió para ir a la escuela obligado específicamente por su madre. Y no estuvo por la labor en desobedecer a la mujer más peligrosa que había conocido en todo aquel tiempo. Como buen hijo, Naruto cogió la mochila cargada de libros y se encaminó a la parada del bus escolar, cogiendo aquel vehículo amarillo feo y quedando junto a otros adolescentes como él, guiados por las hormonas y sintiéndose algo incómodo, sobre todo por las miradas que recibía.

Su primer día fue peor, de hecho. Cuando se presentó en la secundaria, acompañado de Steve Rogers y Natasha Romanoff, había quedado como el chico popular por conocer a dos vengadores, a los más representativos para las personas de Nueva York. Sobre todo, el peso de ser el hijo de Steve Rogers era mayor que el de ser hijo de Natasha Romanoff, lo que siempre lo hacía sentir inferior.

Aquel día había ido normal, con clases de español, biología y matemáticas para aburrir, tomando sus apuntes que luego su madre revisaría completamente, lo que le impedía hacer trampa o dejar para otro momento la toma de las notas. Siempre, al llegar a casa, debía de mostrar el cuaderno a su madre, la encargada de su enseñanza desde que Tony había sugerido un profesor particular que él mismo pagaría, todo para mantenerlo en cierto grado de control.

Natasha realmente se enfadó.

Lo único diferente a los demás días de aquel mes que llevaba con los Vengadores, había sido su recorrido de vuelta a casa. Mientras que siempre esperaba el autobús con los demás estudiantes, hoy Naruto había sentido cierta necesidad de caminar, respirar algo de aire y no sentirse demasiado presionado por los entrenamientos con su padre o la inquisidora mirada de Stark sobre su nuca, como si en cualquier momento se fuera a volver loco.

Naruto comprendía a Tony más de lo que cualquiera creería. Él se sentía igual, desconfiando de cada acción que tomaba, pensando si era algo que realmente estaba haciendo o si era inducido por Wyndham o Whitehall. No podía dejar de pensar en los dos hombres que habían marcado el inicio de su vida, como parecían mover los hilos como si él solamente fuera una marioneta a su control.

De cierto modo, lo era.

El joven mutante había tenido (y seguía teniendo) luchas internas, no queriendo dejar salir ciertos instintos latentes en su mente, que le pedían salir y deshacerse de los Vengadores, de cada persona que paseaba frente a él. Durante noches, Naruto quedó completamente en vela mirando la ciudad de Nueva York completamente iluminada, con las personas bulliciosas moviéndose por las calles, disfrutando de las frías (casi heladas) noches de ciudad. Había observado por horas aquella vista, hasta que el romper del alba lo había recibido, algo pálido, ojeroso. Las pesadillas, los recuerdos y la poca fe que tenía en sí mismo, le impedían conciliar el sueño. Era casi un zombi.

Por ello, queriendo olvidar un poco de las noches en vela, se había desviado del camino y decidió andar todos aquellos kilómetros que lo separaban de la Torre de los Vengadores para intentar encontrar la calma de mente que necesitaba.

Y había ido todo bien, hasta que dobló en una esquina que no debió doblar, encontrando el enfrentamiento entre la cazadora y su presa, viendo con sus ojos como la chica, que parecía más o menos de su edad, sacaba garras como él, de adamantium Se fijo solamente con una mirada, como sacaba dos en cada mano y una en cada pie, distinto a como él mostraba las suyas. Parecían una ligera modificación genética.

Arma XWhere stories live. Discover now