Capítulo 25 | Gritos convertidos en truenos

160K 9.9K 1.6K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Mi madre era una asesina, había matado a mi papá, o al menos eso era lo que ellos creían.

Estaba en un rincón de la comisaría, David me tenía abrazada, Rachel lloraba inconsolable y Arthur miraba a la nada con gesto agónico.

La estaban valorando, decían que tenía un problema mental, yo siempre lo supe y no había hecho nada para que los demás se dieran cuenta, y eso jamás me lo voy a perdonar. Papá pudo haber sobrevivido si yo hubiera sido valiente como para denunciar sus maltratos, pero había preferido encerrarme en mi burbuja de autocompasión.

Mi padre sí había enfermado naturalmente del corazón, sin embargo, según los estudios que los doctores le habían hecho antes de morir, estos habían arrojado que su organismo tenía sustancias extrañas; al confirmar esto, los médicos llamaron a la policía, quienes investigaron hasta que encontraron que mamá las había comprado con su tarjeta de crédito. Las sustancias le fueron dadas en ciertos alimentos que consumió a lo largo del mes y arruinaron más su estado de salud. Los doctores aseguraron que eso no había sido la causa de la muerte, no obstante, alguien había intentado matarlo. Los investigadores habían encontrado evidencia de que mi madre y mi padre estuvieron juntos cuando sucedió el infarto, por lo que sospechaban que lo había alterado lo suficiente como para desencadenar la fatalidad. Al final ocurrió algo que provocó aquel ataque devastador, aún seguían buscando una respuesta. Yo no sabía si quería saberla, todo era demasiado, ya ni siquiera me dolía; más bien sí, dolía como el infierno, pero ya estaba acostumbrada, así que no había mucha diferencia.

Además, estaba el hecho de que ella era la titular del seguro de vida de mi padre, lo demás era mío, pero solo podía obtenerlo una vez que me casara. Mi padre no nos había dejado nadando en deudas como ella había asegurado, solo fue un método para hacerme sentir mal y que aceptara su plan. Y estaba el contenido del dichoso sobre amarillo: el testamento de papá, la póliza y algunas cosas que Ginger había colocado ahí para mantenerlas seguras.

También la estaban acusando de maltrato infantil y otras cosas que me daban náuseas. No me hicieron ver todos los discos compactos, pero sí vi una fotografía y eso bastó para que todo el pasado regresara de golpe. ¿Cómo había obtenido Ginger eso? ¿Por qué lo había guardado durante tantos años? Ni idea. David discutió con los oficiales, pero ellos aseguraron que era necesario que yo declarara qué había pasado y si estaba de acuerdo con aquello o había sido por obligación pues parecía más un abuso sexual que una consulta médica. Dijeron que harían una redada para atrapar al doctor y a sus compinches, también me pidieron que lo reconociera, así que tuve que aceptar, aunque por dentro me sintiera morir. El doctor era un hombre buscado por la policía pues había sido acusado por haber violado a una niña, ella me había llevado con un delincuente al cual le pagó para que me hiciera eso. A pesar del tiempo las preguntas siguen ahí ya que ella nunca fue capaz de responderlas, creo que quería castigarme porque nunca fui suficiente para todas sus voces.

Luz de luciérnaga © (WTC #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora