CAPÍTULO XXIII

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¿ES USTED CAPAZ DE PERDONARME, BETTY?

Sandra estaba emocionada hasta las lágrimas cuando el viernes por la mañana se le recibió con bombos y platillos y muchos abrazos por la cintura, ya que nadie lograba alcanzar sus altos hombros, aun andando con tacones. Ese día le entregué un sobre con un cheque por la cifra de 1 millón de pesos para que comprara lo que quisiera de los almacenes de Ecomoda y, además, otro cheque para que pudiera recibir unos cuantos mimos por parte de los estilistas que, para mi boda, se encargaron de arreglarme.

Freddy y Juanes, después de haber elogiado mi cabello en aquel cóctel de Adriana Arboleda y haberse ganado una buena impresión, fueron los escogidos para dicha tarea, y desde entonces, también les había tenido en cuenta para cualquier evento que se requirieran sus servicios, como por ejemplo: el maquillaje y el peinado de las modelos para cada colección.

Catalina Ángel se había encargado personalmente de hacerles la propuesta en el pasado y, sin pensarlo dos veces, ella me comentó, gustosamente aceptaron. Desde la última colección no los había visto, pero esta vez fui yo directamente la que ese mismo lunes por la tarde los llamé a su salón de belleza para avisarles que tenía una persona muy especial a quien le quería encomendar.

--Claro, Betty, con mucho gusto nosotros recibimos a su amiga en nuestro salón ¿o prefiere que vayamos a Ecomoda?—Consultó Juanes—

--No, me parece bien que sea en su salón de belleza, de esa manera ella va poder disfrutar más el proceso. El ambiente de Ecomoda con don Hugo a veces es un poco pesado y es muy difícil sentirse uno bonito al lado de modelos saliendo y entrando de aquí –Dije y se me salió una risita—

--Conozco a Hugo desde hace varios años y sé que puede ser "a pain in the ass" aunque no quiera –Dijo Juanes, entre risas—

Después de la junta del cuartel suspendida, nos reunimos al día siguiente en mi oficina para acordar finalmente dónde se celebraría el cumpleaños de Sandra. Estuvimos lanzando propuestas pero no lográbamos ponernos de acuerdo. Berta pensó que hacerlo en mi casa era una buena idea, pero el resto del cuartel, sobre todo Mariana, se opuso de manera contundente.

--No podemos molestar a Betty de esa manera, muchachas. Ustedes saben que el domingo fue un poco tedioso para la pobre, y para todos, con todos esos niños gritando, la molestia de ponerse a cocinar, de limpiar el desorden. Eso es demasiado para Betty en estos momentos. –-Dijo Mariana, lanzándome una mirada cómplice—

Yo realmente no me sentía con deseos de organizar otra reunión como la del domingo, al menos no tan pronto, así que las dejé debatir el asunto, sin expresar mi verdadero sentir. Quería apoyar las intenciones que la mayoría decidiera, aunque al final no resultasen las que yo quería. Finalmente, la mayoría se puso de acuerdo en que lo mejor era buscar un lugar con un ambiente festivo, donde todo estuviera acomodado para celebrar.

--Lo más práctico es hacerlo en un lugar público, muchachas. Yo no me quiero ni imaginar el trabajo que se tomó Betty en prepararnos esa comida tan deliciosa el domingo, sin tomar en cuenta lo que se tardó en arreglar el desastre que le dejamos en su hermosa casa ¡No muchachas, no hay tiempo ni ganas de ponerse en esas un viernes después del trabajo!—Dijo Sofía y todas asintieron--

"Bouche de loup", en español "La boca del lobo", era el nombre del lugar que escogimos para celebrar el cumpleaños de Sandra, luego de enterarnos de su existencia. Dicho establecimiento era una discoteca que, por su nombre, daba entender que era oscuro y clandestino, de esos que Aura María solía frecuentar. Sin embargo, el lugar era todo lo contrario: consistía en un bar y restaurante donde solo asistía la flora y nata de Bogotá, debido a la exclusividad de la zona donde estaba ubicado, el menú de bebidas y platillos sofisticado y sobre todo el hecho de que el derecho de admisión se compraba como una acción del club, aunque a mucho menos precio, ya que en este caso se tomaba en cuenta cuánto disponía la persona para comprar la membresía, la cual expiraba un año después. Hugo Lombardi lo mencionó sin saber que se aproximaba un cumpleaños que todavía no tenía lugar de recepción.

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora