Capítulo 8

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—Annie, ¿te encuentras bien? —el sonido de Lindsay llamando a la puerta del baño me sacó de mis pensamientos, espero que no haya escuchado lo que acabo de decir.

—Estoy bien, tranquila —salí del baño secándome las manos.

—Tu cara no dice lo mismo, te conozco, Roberts; dime que te sucede —se cruzó de brazos esperando una respuesta.

—Solo... Ni una palabra de esta pijamada a Andrew.

—No te preocupes por eso, no sabrá de la pijamada, de Mary, de las bebidas ni el beso con Emily —cada vez que lo recordaba me ponía incómoda.

—Está bien, confío en tí, ahora vamos a dormir.

Las cuatro preparamos la sala donde dormiríamos en el suelo. Al apagar las luces, nos recostamos para dormir, en el suelo, mirando hacia el techo, me lamentaba por haber tomado demasiado. 

De pronto, todos mis pensamientos apuntaban de nuevo a lo mismo: los suaves y dulces labios de Emma; sé que solo fueron 5 segundos, pero fueron suficientes para pensar demasiado en ello. No puedo creer que besé a una chica y me gustó, no pude resistirme a su dulce sabor de cereza, pero no significa que ella me gusté, fue solo un beso, se sintió tan bien pero sé que está mal; ¿qué dirá Andrew si se entera?

Mierda, estoy pensando demasiado, nada de esto hubiera ocurrido si no fuera por Mary, con ese reto estúpido, Annie por favor cálmate y olvídalo de una vez, en la mañana despertarás y no sabrás qué pasó esta noche.

Miré hacia Emma, aún seguía despierta, también estaba mirando hacia el techo con sus dedos entrelazados en su abdomen, sé que no tiene sueño y está pensando profundamente en algo, puedo verlo en sus ojos.

Ella me miró, no esperaba que lo hiciera, parezco una tonta mirándola; me sonrió de lado y se volteó, creo que la incomodé. También me dispuse a dormir, sé que sería difícil con tanto en la cabeza pero habría que intentarlo.

[...]

Abrí mis ojos lentamente, la luz me molestaba, escuchaba ruidos en la cocina y tenía un tremendo dolor de cabeza.

—Buenos días —dijo Emma sonriendo desde la cocina con un tazón y una cuchara en la mano.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté con mi voz algo ronca, mis ojos apenas y se podrían abrir, el 50% de mi cuerpo seguía dormido y no respondía.

Mi pelo es probablemente un desastre y mi cara está toda pegajosa, seguro había estado babeando toda la noche.

—«Buenos días a ti también Emma» —se respondió sarcásticamente a sí misma.— Estoy haciendo tortitas.

—¿Te refieres a hotcakes? —me levanté a lavarme la cara.

—Suelen llamarlos panqueques.

—No me importa, ¿dónde están las chicas? —me limpiaba con mis manos.

— Se fueron hace 3 horas —revolvía su mezcla.

—Muy temprano a mi parecer, ¿Qué horas son? —me secaba con una servilleta lentamente.

—11:37 —miró el reloj de la pared y se acercó a la estufa donde haría el desayuno.

—¿Qué? ¡11:37! —miré hacia el reloj también.— ¡tenía una cita con Andrew hace 2 horas, es demasiado tarde!

Me miré a mi misma, alterada, me tomé de la cabeza y miré hacia todos lados, parecía una loca esquizofrénica, había muchas voces de mí misma insultándome por haberse olvidado y levantado tarde y otras buscando soluciones. Emma solo me miraba con indiferencia mientras cocía el desayuno.

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