Coincidencias capítulo 10

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Una mano traviesa acariciaba la pierna derecha de Candy que, todavía medio dormida se removió bajo las sábanas, después un cosquilleo en su cuello la hizo reír al sentir algo rasposo y húmedo a la vez, la mano traviesa siguió su recorrido hasta encontrar los senos suaves y firmes, entonces, la rubia dejó salir un suspiro comenzando a sentir calor instalándose en su bajo vientre, arqueo su espalda, buscando...buscando...y lo encontró, se acercó al cuerpo masculino, frotando su trasero con la virilidad despierta del hombre a su lado.

– Buenos días preciosa – saludó Terry con voz ronca mientras enterraba la cara entre los rizos de Candy.

– Buen día guapo – respondió la rubia moviéndose para quedar todavía más pegada al cuerpo tibio del castaño.

– Deja de hacer eso – pidió el hombre mordiendo la oreja de Candy – si sigues no respondo – amenazó.

A Candy no le importaron las amenazas, lo único que quería era estar lo más cerca posible de Terry, sentirlo, olerlo, él había despertado en tan solo unas horas una necesidad en ella que no entendía pero que la impulsan a tenerlo muy, muy cerca.

Terry quería incomodarla para que despertara, tal vez algo de juego sexual antes de levantarse, pero ella respondió de tal manera que lo único en lo que él pensaba era en hacerle el amor otra vez, la necesitaba, y podía sentir que Candy a él también.

Sin pensarlo más la atrajo hacia sí, bajo la mano para acariciar las bien torneadas piernas, subió despacio recorriendo su cuerpo al tiempo que besaba su espalda, se colocó despacio, antes de entrar en ella sus dedos expertos estimulaban los recovecos más íntimos de la rubia mientras ésta suspiraba y se removía, mostrando así que estaba lista para él; la poseyó con suavidad, sin prisa, se prodigaban caricias, besos, palabras que ninguno entendía, sólo había necesidad de estar íntimamente conectados, algo que iba más allá de la razón.

La liberación llegó junto con las lágrimas de ambos, Terry limpió la tersa mejilla al tiempo que Candy hacía lo mismo con él, la acunó en sus brazos y Candy enterró la cara en su pecho sollozando más fuerte, en un llanto amargo y lleno de dolor, permanecieron abrazados con fuerza hasta que el tiempo que a veces es un gran enemigo les indicó que había que comenzar el día.

– ¿Ya te sientes mejor? – inquirió el castaño depositando un dulce beso sobre la melena rubia.

– Si, gracias – respondió Candy suspirando un poco todavía – ¿Qué hora es? – preguntó volviendo a acomodarse entre los fuertes brazos de Terry.

– Pasan de las siete, quisiera quedarme contigo todo el día, pero hoy tengo reunión para ver unos prototipos – manifestó el castaño – voy a darme una ducha y luego desayunamos ¿Te parece? – cuestionó el castaño intentando levantarse de la cama sin éxito pues Candy le cruzó la pierna para no dejarlo ir.

– ¡No quiero! – expuso la rubia abrazándose de él – tengo sueño.

– Hay que comer pecas, anoche no sé si cenaste, no me diste tiempo de nada – mencionó haciendo alusión a cuando llegaron y desesperados subieron a la recámara.

– ¡Está bien! – aceptó la rubia renuente dejándolo incorporarse.

Terry volvió a besar su cabeza y se puso de pie, sin pudor alguno se paseó por la habitación buscando sus pantalones o mínimo sus boxes que no supo para dónde fueron lanzados

Candy lo veía caminar sonrojada, apreciando cada parte del cuerpo masculino, mordiéndose los labios al recordarlo sobre ella.

Terry encontró su ropa y se la colocó, le hizo una señal a Candy de que bajaría por sus cosas pues las habían dejado tiradas abajo, junto a la puerta de entrada, no tardó mucho en volver, dejó el maletín de Candy sobre un sillón que había junto a la ventana del cuarto, el bolso con sus cosas las llevo al baño junto con el traje que sacó de la funda, antes de cerrar la puerta del baño miró a Candy que parecía haberse quedado dormida de nuevo, movió la cabeza negando, esa pequeña pecosa lo traía loco. Se desnudó para meterse a la ducha, no llevaba ni cinco minutos dentro cuando la puerta del baño se abrió de imprevisto.

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