✵ Capítulo 34 - PARTE UNO

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Sábado por la tarde. Quinto día y Borris sigue sin hablarme.

Está en todo su derecho de haberse enojado conmigo, sin embargo, desde mi punto de vista, no me parece justo que me haya dejado de hablar sin siquiera explicarle, realmente quería conversar con él. No intentaría justificarme, pero por lo menos necesitaba que me escuchara y si mis palabras no eran de su agrado, aceptaría que estuviese alejado de mí.

Después de todo, Borris Jaén se transformó en un gran amigo, a pesar de que desde el inicio en que nuestra existencia chocó en el aula hace dos años y una pequeña enemistad nació, él se convirtió en alguien que pude cederle mi amistad de manera sincera.

Honestamente no me agrada la idea de saber que eso se puede perder.

Ahora, estoy yendo hacia su casa, con mis cascos sobre la cabeza mientras la canción de Afecttion de Cigarettes After Sex suena a través de ellos. El autobús me ha dejado tres cuadras antes porque están arreglando las calles que conectan a la de Borris. No me quejo, en ese transcurso voy pensando cómo hacer para que me reciba y no me estrelle la puerta en la cara.

Le he dicho a Darling y me dijo en medio de risas que ya se le pasaría en dos días. Error. Parece que esto va de largo y él no piensa pronunciarse al respecto.

Luego de la tacleada que me ha dado, me insultó un par de veces y se puso de pie, dejándome en el suelo completamente adolorido. No se dirigió a Aitor ni tampoco le dijo algo al respecto por haberlo encerrado en la bodega. Por otra parte, en verdad que ha dolido, no sabía que podía hacer eso.

Una vez frente a su casa, miro la fachada de esta con los labios torcidos, mentalizándome todo lo que puede suceder.

Toco el timbre y me pregunto si sus padres se encuentran, sé que él está aquí porque le he pedido a Aitor que le sacara esa información. No tengo idea de cómo lo hizo, y tampoco me interesa.

Aprieto mis dientes y tomo una bocana de aire. El tiempo pasa y, cuando empiezo a dudar, la puerta se abre. La imagen del chico aparece y su semblante se vuelve odioso, como si mi presencia le disgustara en lo absoluto.

Antes que haga algún movimiento, me bajo los cascos a mi cuello y hablo:

—Lo siento —menciono—. Borris, yo en verdad lo siento.

Su mirada es pesada. Relame su labio inferior y enarca una ceja.

—¿Es todo?

—¿Supongo? —digo torpemente.

—Ok. —Asiente e intenta cerrarme la puerta.

—¡No! —La detengo, adentrándome sin que me haya permitido el paso—. Joder, sé que la cagué. Estás en todo tu derecho de enojarte conmigo. Yo entiendo. Me advertiste, lo dijiste en serio y fui de estúpido como si tus palabras hubiesen sido todo lo contrario, pero no quiero que esto arruine la amistad que hemos creado, por favor.

Él se mantiene en silencio y se cruza de brazos, apoyándose en la pared.

—Bien. —Se encoge de hombros.

¿Qué? ¿Eso era todo?

—¿Sólo dirás eso? ¿"Bien"? —cuestiono incrédulo.

—¿Qué quieres que te diga? Al rato lo mandarás al demonio, digo, parece ser una costumbre para ti, ¿no?

—¡Venga! —insisto—. Me estoy disculpando. No es como si hubiese envuelto a tu prima, ella aceptó, no la obligué ni mucho menos le puse una pistola en la cabeza. Sólo estamos saliendo, no hay nada serio... por el momento.

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora